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miércoles, 27 de noviembre de 2024

DANA DE VALENCIA


Las hipótesis son variadas. Desde la manipulación climática por medios científicos al descuido en la limpieza de ríos y cauces secos. También subyace el derribo de presas por parte de gobiernos socialnacionalistas en acuerdo con la llamada regeneración de la naturaleza, objetivo este que viene de Estados Unidos y de la UE.

Casi un mes después seguimos sin saber por qué ha pasado semejante tragedia, tampoco conocemos el número exacto de muertos y desaparecidos y se sospecha que las autoridades de una, otra o cualquiera de las innumerables competencias repartidas ocultan por la fuerza (guardia civil y policía) información que podría ser traumática. Nadie cree que en el parking famoso no hubiera un solo fallecido.

Lo primero que debería hacerse es encargar a un grupo de ingenieros forestales, agrónomos, urbanistas especializados, la elaboración de un informe objetivo acerca de lo ocurrido y del por qué se produjo la espeluznante avenida de aguas.

Pero al margen de la génesis del fenómeno que no conocemos en su dimensión aproximada, hay algo que sí conocemos; lo que vino después.

En Youtube puede verse y escucharse el relato emocionante y a la vez demoledor de Santiago Posterguillo. No lo repetiremos aquí. El nudo de la cuestión, de la historia se resume en una sola frase: “no vino nadie”.

Posterguillo es hombre importante y conoce gente. Preocupado por el nivel de la batería llamó a alguien también importante en el escalafón del ejército. No cuenta la conversación, ni la respuesta, pero puede intuirse fácilmente. Terminada la comunicación, Posterguillo coge a su pareja, sus respectivos ordenadores portátiles donde guardan su trabajo novelístico y caminan hacia Valencia en la que tienen un piso.

Lo relevante es la conversación con el mando militar. Poosterguillo no la cuenta, pero seguramente el mando le comunicó que había órdenes superiores de no moverse. Y esto entronca con lo que cuenta Magdalena del Amo en Alerta Digital. Puede leerse también y por ello no lo repito.

Pero hay algo en la intervención final de Posterguillo que pone los pelos de punta. Como buen historiador nos cuenta lo ocurrido con los Graco, nietos de Escipión el Africano y posteriormente con Saturnino, tribuno de la plebe que finalmente es lapidado desde el tejado en el templo en que se había refugiado al parecer por instigación de Sila.

Según Posterguillo en la antigua Roma y en esos episodios los políticos se acuchillaban entre ellos. Ahora los políticos nos atacan a nosotros. Sean del partido que sean.

La gente que habita la base de la pirámide social. Los habitantes de Paiporta de los pisos bajos. Los débiles entre los débiles son, fueron arrastrados por la riada. Pero hay algo más.

Sigue Posterguillo. Algún poeta famoso auguraba un mal futuro para los recién nacidos en la España de aquel tiempo: “una de los dos Españas te helará el corazón”. Concluye Posterguillo diciendo que ahora las dos Españas, es decir, la misma España te helará el corazón.

Y aquí es donde se equivoca. Porque de aquellos tiempos en que la España invadida por franceses e ingleses se divide en dos con el propósito evidente de destruirla hemos pasado a esta España que ya no existe. Nuestros políticos no son españoles, son traidores al servicio de quién más pague. Nuestro emérito se ha retirado como un general traidor a su ejército al lugar desde el que le compraron para destruir España, uno de nuestros enemigos seculares, el Islam. Miles o millones de marroquíes se han asentado ya en España o lo que esto sea con el evidente propósito de apoderarse de ella, o de gran parte de la misma en un plazo de no más de veinte años. Nuestras supuestas naciones aliadas, Francia, Estados Unidos e Inglaterra nos tienen invadidos en lo militar y en lo cultural. El parlamento español es por encima de todo antiespañol y defensor de nacionalismos excluyentes que fueron creados y existen para destruir España. Como símbolo identificativo de lo que está detrás solo tenemos que observar la famosa “ikurriña” que es una copia lastimosa de la bandera inglesa.

Pero también. El pueblo llano de Valencia y el de toda España han asimilado ya la inexistencia de España. Pocas banderas españolas y muchas autonómicas en los minutos de silencio. Simplemente todos hemos dado por acabada ya esta pobre nación que al margen de que fuera o no importante en tiempos pasados si que nos permitía a todos los nacidos aquí movernos con libertad entre sus fronteras reconocidas. Ahora no. Las comunidades autónomas son cada vez más compartimentos estancos con leyes, reglamentos y parlamentos expendedores de tales leyes y reglamentos que excluyen sistemáticamente lo español, lo que nos une a todos, lo que nos permite entendernos, de sus respectivos territorios. No falló España en Valencia porque simplemente España ya no existe.

sábado, 2 de noviembre de 2024

ESPAÑA SE AHOGA EN UN MAR DE CORRUPCIÓN

 

ESPAÑA HACE AGUAS


La España de las autonomías no funciona. Ha sobrevivido durante unos cuarenta años a base de expoliación sistemática de lo acumulado durante un par de decenios franquistas. El desarrollo económico y social fue especialmente significativo durante los años 60 y 70. La constitución del 78 que se puso en marcha bajo el principio del reparto ha sobrevivido mediante el engaño y la delincuencia organizada desde las altas instancias del Estado, empezando por un rey adicto al sexo y al dinero que ahora se exilia en países del golfo islámico.


En Valencia lo único que ha funcionado es una obra hidráulica que se hizo en tiempos de Franco para responder a unas inundaciones similares a las que han anegado esa parte de España que quieren convertir en apéndice del imperio catalán.


Las competencias repartidas entre unos y otros no han funcionado. Esos miles de uniformados de toda condición, policías, guardias civiles, policías municipales, servicios de protección civil, bomberos… todo ese presupuesto funcionarial ha demostrado su inutilidad cuando una catástrofe de dimensiones colosales hace su aparición. El ejército que dedica sus esfuerzos a la recogida y traslado amable de invasores africanos tampoco ha aparecido. El famoso radar meteorológico no funcionaba.


Las políticas verdes de derribo de pantanos y respeto patológico al entorno medioambiental parecen haber contribuido al desastre.


Sobre todo padecemos la proliferación de expertos. Ante cualquier eventualidad los telediarios consultan a expertos ecológicos, sociales, en vida animal, en energías sostenibles… las acreditaciones universitarias de tales expertos brillan por su ausencia. Por el contrario cuando se desvió el Turia el régimen franquista contaba con ingenieros de montes y caminos que siempre han sido prestigiosos en España.


Lo único que podemos sacar en claro de esta catástrofe es que esta España en descomposición permanente desde el 78 está llegando a su fin. Nada ha funcionado, desde el gobierno nacional hasta el autonómico entretenidos todos en el control de medios de propaganda que no de información.

El rey es una figura decorativa que ahora se complementa con jarrones chinos en forma de hijas más o menos atractivas, probablemente concebidas en laboratorio para que fueran hembras y no pusieran en cuestión la inútil constitución del 78. Todo ha resultado inútil, ineficiente, superfluo. Sigan unos y otros amarrados a sus sillones y a sus prebendas. Sigamos todos viendo el naufragio de este Titanic que se hunde mientras la banda sigue tocando. Fines de semana de juerga y degustación en restaurantes de cinco tenedores. Gimnasios y cruceros pagados a duras penas unos y a crédito otros. Sigamos con Errejones, Iglesias, Díaz y sobre todo con el matrimonio Sánchez y la Bego al frente. Sigamos con Aizpurua, Otegui, Rufián, Puigdemont, Maestre, Sobera, Broncano, Motos y la compaña organizando fiestas en este enfermo terminal que es España y a ver cuánto más aguantamos.

ARANCELES

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