El asesinato de Laura Luelmo vuelve a poner de manifiesto las aparentemente incomprensibles interpretaciones del suceso que provienen de la izquierda ideológica y gobernante. Coincide la muerte de Laura con la pretensión del bloque destructor de España (así debería llamarse la coalición que nos gobierna) de eliminar del ordenamiento jurídico la pena de prisión permanente revisable que se aplica a determinados crímenes.
Se recuerdan también las afirmaciones que en su día se vertieron por parte de militantes de esa ideología acerca de la mujer que mató al niño Gabriel, conocido como el “pescaíto”, y los extraños comportamientos de los padres del niño, separados, pero ambos militantes de la izquierda hegemónica ideológicamente en España que dejaron entrever un curioso altruismo por la mujer acusada del crimen, como si percibieran detrás de lo ocurrido alguna causa misteriosa cuyo entendimiento solo está al alcance de la intelectualidad más refinada que por supuesto, corresponde por principio establecido a eso que se ha llamado “progresía”.
Otros sucesos semejantes producen parecidas reacciones entre los simpatizantes de la izquierda patria. Repasar todos y cada uno de los más recientes sería prolijo, pero hay uno que es especialmente significativo.
Se trata del reciente y ya casi olvidado, sepultado entre otros recurrentes crímenes más cercanos en el tiempo de una joven por parte de otra chica por cuestiones de celos que suelen ser una de las causas de crímenes conocidos como pasionales.
La cuestión es que a través de twiter parece que se entabló alguna discusión acerca del tan traído y llevado machismo criminal y finalmente una de las aguerridas militantes del feminismo extremo sentenció que el crimen se debía, no a la persona que lo había ejecutado, sino a la sociedad patriarcal.
Naturalmente el común de los mortales que ha conseguido liberarse de la pesadez católica y presta poca atención a las ideologías que son las nuevas religiones de obediencia obligatoria, quedó estupefacto ante semejante afirmación que después de todo y junto con las reacciones ante crímenes parecidos son de una lógica aplastante.