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ELSA LA LEONA QUE CAMBIÓ EL MUNDO II
Como decía en el anterior post, la caza indiscriminada había llevado a la
población de leones en muchas zonas de África a una situación dramática. Los cazadores profesionales, algunos de ellos al menos,
fueron contratados por los gobiernos para supervisar como guardas, ahora
defensores de los animales, zonas protegidas que pretendían conservar como
fuera la vida salvaje africana.
George
Adamson fue uno de esos aventureros, antes cazador y guía en safaris organizados. Acabó finalmente custodiando
un parque natural. En una de sus patrullas algunos dicen que abatió una leona
comedora de hombres, aunque lo más probable es que se acercara demasiado al
lugar donde criaba sus cachorros, la leona atacó y George se vio obligado a
matarla. Sea cual sea la verdad, el caso es que recogió tres leoncitos recién
nacidos. Su mujer, Joy que no había podido tener hijos se hizo cargo de las crías,
pero las autoridades del país no estaban de acuerdo en que semejantes animales
pudieran convertirse en amigables mascotas y obligaron a la pareja a deshacerse
de ellos. Finalmente consiguieron quedarse con Elsa, la leona que con el tiempo
se haría famosa. En esta leona, por lo que se cuenta en el documental, volcó
Joy todo su frustrado instinto maternal. Cuando el animal se hizo adulto los
habitantes de los poblados vecinos comenzaron a sentirse alarmados por su
presencia cercana. Nuevamente recibieron presiones para que se deshicieran de
la leona y es en ese momento cuando el matrimonio decide que la vida en
libertad será siempre más conveniente para su querida Elsa que una existencia
lánguida y mortecina en algún zoológico europeo. Van a intentar que el animal
retorne a la vida salvaje.
Y
es aquí donde surge el equívoco, el error, incluso la mentira. La película, un
clásico producto hollywodense, muestra
un proceso problemático, pero al final exitoso y emocionante. Sin embargo el
documental de la BBC insinúa, más que afirma, (con infinitas precauciones y
respeto a los protagonistas, pero finalmente y
con cierta claridad puede entreverse en los testimonios de unos y otros),
una realidad distinta. Al parecer Elsa fue entrenada para que pudiera valerse
por sí misma. Con alguna ayuda de sus mentores y su instinto natural se convirtió
en una notable predadora. Es probable que una leona solitaria pueda sobrevivir
en libertad, su morfología es propia de los felinos cazadores, estilizada,
musculosa, ágil, al contrario que los machos, más corpulentos y torpes para la
caza. Sin embargo, Elsa tropezó con las dificultades de cualquier leona
solitaria, los terrenos donde cazaba alimentaban también a alguna manada
cercana, y los leones no toleran a otros congéneres en su territorio. Cuando el
animal se veía muy acorralado volvía a buscar la protección del matrimonio con
lo que no terminaba de convertirse en el animal libre que soñaban sus amos.
En
una ocasión, regresó muy malherida por el ataque de otro león y Joy en
presencia de uno de los técnicos que se
disponían a rodar la película se mostró muy agresiva con su marido a quien
calificó de indolente que traducido al swajili quiere decir calzonazos:
<<George haz el favor de coger tu rifle y matar al león que ha herido a
mi Elsa>>, le insistió en varias ocasiones. Contrariamente a lo que
contaba “Nacida libre”, el matrimonio tenía serios problemas de convivencia y
la relación que tenían con el animal era en gran medida emocionalmente
perturbadora tanto para ellos como para la propia Elsa, lo que impedía analizar
la situación con cierta dosis de racionalidad.
Durante el rodaje utilizaron al principio
leones de circo con sus propios domadores, pero no dieron buen resultado por lo
que George se decidió por conseguir animales criados en cautividad para que
representaran la manada en la que finalmente Elsa consigue integrarse, o eso se
cuenta en la película, si bien parece más verosímil que la leona llevara una
vida en semilibertad, volviendo a su familia humana en cuanto los problemas de
la <<idílica vida salvaje>>, le obligaban a ello.
George
y Joy acabaron separándose y Elsa regresó una última vez buscando protección. Estaba muy enferma por alguna
infección parasitaria. Acabó muriendo entre grandes sufrimientos. George no se
lo contó a su ex mujer.
Para
entonces el antiguo cazador se había embarcado en un proyecto problemático.
Pensó, por la experiencia con su leona, que podía conseguirse el retorno a la vida
salvaje de animales criados como mascotas en hogares humanos. Algunos
propietarios de estas mascotas adquiridas de cualquier manera cedieron gustosos
sus leones y George compuso una suerte de manada tutelada por él mismo,
pensando que un grupo ya organizado podría enfrentarse con éxito a los leones
salvajes y controlar un territorio en el que sobrevivir y procrear. El problema
fue, como siempre, un león. El bicho se llamaba Boy, George lo llevaba en su land rover junto a los
otros felinos para incitarlos a la caza y acostumbrarles progresivamente a la
vida en libertad. Los hombres bajaron del land rover y Boy vio la oportunidad.
Parece que el hijo de uno de los guardas que le acompañaban quedó sólo en uno
de los vehículos y el león arremetió contra el niño, sólo por casualidad, con
gritos y amenazas consiguieron que el animal retrocediera. Y aquí, el curioso
testimonio de un pariente de George, <<le apunté, estuve a punto de
matarlo, pero finalmente no me decidí>>. Boy salvó la vida, pero sin duda
no fue una decisión acertada. En el documental no se menciona, pero el niño
debía ser hijo de un guarda autóctono y los nativos sacarían sus propias conclusiones.
<<A estos arrogantes tipos blancos, les importa más un animal carnicero
que nuestros hijos>>.
La
justificación de los anglos, supongo, estaría más cercana a una visión
supuestamente científica del asunto. Si el proceso de creación de manadas más o
menos supervisadas tenía éxito, los leones tendrían un gran futuro en los
parques protegidos y se habría hecho una gran contribución a la biología
aplicada.
Que
la decisión de no matar a Boy fue desacertada se demostró algún tiempo después
cuando el animal atacó y mató a un trabajador negro del parque natural en que
George y sus colaboradores continuaban con el experimento. Por fin, decidieron
acabar con él.
Pero
para entonces el daño estaba hecho. Pongámonos en situación. La población
nativa siempre ha tenido graves problemas con los leones. No se trata de
animales huidizos que tienen miedo del hombre. Si tienen hambre y no encuentran
otra cosa atacarán al ganado y si un
nativo se cruza en su camino no dudarán en matarlo. Una vez que han comprendido
la facilidad con que pueden abatir una presa humana por comparación con un
búfalo o una cebra, insistirán en la agresión a los poblados y a sus
pobladores. Los massai, ejemplo de adaptación humana al entorno natural, tradicionalmente organizaban periódicas batidas
de caza del león armados únicamente con sus lanzas. Además de probar su valor en
un lance entre guerrero y religioso que otorgaba el prestigio y la admiración
de sus convecinos a los participantes, enseñaba a los leones que el
hombre podía ser un temible enemigo que convenía evitar. Otras tribus quizá no
tan temerarias no tenían estas costumbres y la cercanía de las bestias debía de
constituir un tormento insoportable. Es aquí donde los antiguos cazadores son
bien recibidos. Denunciaban la cercanía de una manada y los blancos del siglo
XIX y principios del XX armados con sus rifles de potencia similar a un cañón
de artillería acababan con la amenaza en un momento.
Los
nuevos proyectos conservacionistas pudieron muy bien romper lo que los
africanos habían considerado un pacto no escrito. El hombre blanco enseñaba su
auténtico rostro de ser superior más interesado en la vida salvaje que en la
humilde existencia de sus vecinos.
Joy
acabó siendo asesinada por uno de los trabajadores al que había despedido y George
después del incidente de Boy con el
guarda africano fue obligado a trasladarse con sus leones a un lugar más
apartado y lejano a los poblados que se sentían en peligro.
Allí
al parecer continuó con sus proyectos que no parece que llegaran a buen fin.
Finalmente murió también asesinado en un incidente con furtivos locales.
El
cuento de hadas no tuvo, desde luego, un final feliz. Y es curioso que los
cazadores europeos y americanos que durante décadas abatieron cualquier animal
africano que les apeteciera, en la segunda mitad del siglo XX, prohibieran a la
población africana que hiciera exactamente lo mismo que ellos.
Sé
que mucha gente está muy próxima a eso que ahora se denomina animalismo o
protección de la naturaleza. Pero me pregunto si la actuación de los
colonizadores europeos en África ha sido positiva en alguna forma. Cualquier
desarrollo económico pasa por el avance necesario en la agricultura y la
ganadería. No parece que la agricultura intensiva esté desarrollándose como
debería en África, quizá por la política conservacionista que se impone en
muchos países. Pero, ¿tiene derecho el europeo y americano, que han acabado con
toda la vida salvaje en su entorno, a imponer estas restricciones a los
africanos? ¿Es sensato valorar la vida animal por encima de la vida humana?
Creo
que se impone una reflexión profunda acerca de lo que está ocurriendo en
África. Es probablemente, el continente con más posibilidades de desarrollo. Su
población, sus habitantes parecen especialmente dotados para sobrevivir y
desarrollarse en las situaciones más difíciles. Saltan vallas y fronteras en busca
de lo que les corresponde, de lo que les hemos quitado a lo largo de cientos de
años. Quizá se ven obligados a ello por las políticas poco realistas que
nuestras manías de sociedad desarrollada y sentimentaloide les están
imponiendo. A todos nos gusta la sorprendente fauna africana. Un león es, sin
duda, un animal extraordinario, pero estoy seguro de que a ninguno de nosotros
nos gustaría tenerle por vecino.
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