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jueves, 26 de marzo de 2020

CUADERNO DE BITÁCORA DEL CORONAVIRUS

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal













Día 16 de la pandemia en España según fecha oficial (9 de marzo del año de Nuestro Señor de 2020) decretada por el gobierno. El repaso a los diarios digitales da una imagen tenebrosa de lo que ocurre y de lo que nos depara el futuro. La expansión del virus es terrorífica y la tendencia es a aumentar hasta alcanzar la cota estadística máxima a partir de la cual comenzará a declinar el número de infectados. En alguno de los digitales anuncian la escasa fiabilidad de los estadísticas oficiales. El número de test efectuados en España es escaso y en consecuencia los infectados deben ser diez veces más de los contabilizados. Especulan entre seiscientos mil o más. Esos cálculos provienen de algunos estudiosos italianos. La imprevisión italiana es parecida a la española. Probablemente en España sea aún peor.

El gobierno revolucionario castrista español parece totalmente sobrepasado. Incapaz de hacer otra cosa que no sea propaganda y contrapropaganda. Las chicas ultrafeministas tienen sus rincones periodísticos y supongo que televisivos (solo veo Netflix en tv) para mantener la tensión del feminismo reivindicativo. No obstante el virus tuvo una gran ayuda en las manifestaciones del 8 M y muchas mujeres han sido infectadas. Las soflamas están de más en estos tiempos en que el feminismo se expande, pero de poco les sirve a aquellas que contraen la enfermedad.

Son tiempos de solidaridad no de politiquerías que nos están llevando al precipicio.

En la vertiente positiva de la peste, un virólogo francés afirma que la combinación de dos fármacos es eficaz contra la enfermedad. Dudas y discusiones al respecto. De momento la hecatombe continúa.

La Iglesia Católica pliega velas y se retrotrae al interior de las sedes apostólicas. La Iglesia de Aquél que dijo «Mi reino no es de este mundo» tiene miedo de abandonar «este mundo» contrariamente a lo que proclamaba Santa Teresa de Ávila:

Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
muero porque no muero.
<>
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero. 


Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero;
que muero porque no muero. 


Recomiendo la lectura de lo anterior al señor Bergoglio y otros prebostes de la Iglesia.

domingo, 22 de marzo de 2020

Más coronavirus

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














Encarcelados en casa, bajo arresto domiciliario y sin muchas cosas que hacer excepto esperar y desesperar, internet viene a entretener un poco esta situación. Y leo y releo, periódicos digitales y he dado con este artículo en Alerta Digital. Sí ya sé que es un portal ultraderechista, conspiranoico, ultracatólico, fascista, nazi, etc.

Pero a estas alturas de la película, con la mosca de la muerte zumbando alrededor, ¡qué más da!

Con algo hay que matar el rato. El artículo en cuestión puede leerse...

AQUÍ


Uno cuando lee estas cosas tiende a sonreír. Es verdad que el autor, al que no conozco, escribe extraordinariamente bien. Se intuye como mínimo formación académica superior a la de nuestro actual presidente del gobierno, por ejemplo. Pero dejemos estas cosas accesorias y centrémonos en lo curioso, sorprendente...incluso inquietante de lo que cuenta el escritor.

Y bien. La tentación es decir bueno...”exageraciones”. Pero las declaraciones de unos y otros están ahí y se hicieron y recogieron en su momento y circulan por youtube en internet. Todo eso indica que son ciertas, que el articulista no se inventa lo que cuenta, si bien la manera en que lo interpreta pueda discutirse. Exactamente como puede discutirse la interpretación de Lorenzo Milá cuando nos engañaba conscientemente acerca del brote de coronavirus en Italia. Pero no es el caso. El articulista es sincero, no engaña, lo que cuenta lo cree. Puede estar equivocado, puede estar interpretando las cosas desde un sesgo particular de entendimiento. Pero lo que me alarma es precisamente este párrafo.

(Wuhan es un emporio industrial que reúne laboratorios biológicos de experimentación molecular y bacteriológica para farmacias. ¿Quién es el accionista principal del laboratorio biológico llamado Wuxi App Tec ―puesto en funcionamiento en 2003 tras la epidemia del SARS―?: George Soros (sic)
Y ojo al dato, porque estos laboratorios biotecnológicos se encuentran en Wuhan en la calle Gaoxin Road East Lake. ¿Número?… pues el ¡666! Esto marcha).

Y digo...no puede ser verdad. Sería demasiado estúpido o arrogante. Tienen que ser delirios de la mente de un conspiranoico. Veamos:  copiar y pegar. Copio Wuxi App Tec, pego y me lleva...

AQUÍ


Y siguiendo la dirección de los centros de esta extraña empresa. Efectivamente, la delegación en Wuhan está en esta dirección.
666 Gaoxin Road East Lake High-tech Development Zone Wuhan 430075, China.

Son demasiadas coincidencias. Esto huele a cuerno (satánico) quemado. Joder ¡qué miedo!

jueves, 19 de marzo de 2020

NUEVA ORACIÓN POR EL CORONAVIRUS

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














En tiempos de miedo como los que vivimos en la actualidad, conviene tener esperanza. Extraer de entre los escombros de nuestra mente destrozada por el terror y la incertidumbre algo, lo que sea que nos ayude y de paso ayude a otros.

Y pondré mi pequeña experiencia que, lo digo de antemano y para aquellos que odian la fe cristiana, tiene que ver con la fe católica. Y con los sueños, mis sueños. Y también con las películas producidas por lo que se llamó fábrica de sueños y que ha resultado ser también fábrica de pesadillas, sobre todo una.

Cuando vi la famosa película “El exorcista” tendría por aquel entonces unos dieciocho años. Me impresionó vivamente. La historia mostraba de forma visible aquello que en las catequesis infantiles a las que yo había asistido se había configurado como algo lejano, nebuloso, ciertamente inquietante , pero carente de forma reconocible, un miedo latente y lejano. El diablo, el demonio, ese ser maligno que quiere arrastrarnos a ese lugar de perpetuo sufrimiento, el infierno, está siempre directamente relacionado con la fe cristiana. Cristo, según los evangelios, hace fundamentalmente dos cosas, dos milagros, curar enfermos y expulsar demonios. La película en cuestión ponía cara y forma al demonio que, dígase lo que se diga, nos aterra a todos los católicos.

Además, me parece a mí, que dicha película terminó por abrir puertas al mal. Mostró sacrilegios, perversos pintarrajeos de tipo sexual a una imagen de la Santísima Virgen, cosas que con el correr de los años repitieron supuestos artistas transgresores, pintando a Nuestro Señor crucificado con sexo femenino, utilizando hostias consagradas robadas de Iglesias para desparramarlas por el suelo. Supuestas, insisto, transgresiones que parecían significar libertad creativa y valentía del autor y que no eran sino demoníacas manifestaciones a través de servidores entregados, consciente o inocentemente a su señor. Al señor de las moscas.

Pero estábamos en los sueños, en los míos. Y a partir de aquella película se repetía cada cierto tiempo la aparición de un perseguidor, de alguien que me inquietaba y del que no podía librarme a pesar de mis oraciones y de recurrir a crucifijos y otras amenazas aprendidas de refilón. No eran, todo hay que decirlo, sueños terroríficos, pero sí sumamente desagradables. Acababan por despertarme y en ocasiones tenía que encender la luz para al cabo de un rato sosegarme y volver a dormir.

En la última de estas pesadillas volvía esa criatura a molestarme, a aterrarme de nuevo, a obligarme a huir sin poder encontrar remedio que me librase de la presencia maligna. Y entonces, no sé por qué, me vino a la mente el recuerdo la historia bíblica de la enemistad entre la mujer y la serpiente. Dios otorga finalmente el poder de aplastar al tentador por parte de la hembra de la especie. Algo curioso y sugerente que para nosotros los católicos cristaliza en Nuestra Señora, la madre de Dios, de Cristo .

viernes, 13 de marzo de 2020

CORONAVBIRUS Y ECONOMÍA

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal















A vueltas con el coronavirus. Tendremos que esperar a que pase la pandemia, si es que pasa, para saber cuál es el origen de esta peste del siglo XXI. Así a primera vista parece un virus de laboratorio. Algo que a los militares se les ha escapado. Veremos. En todo caso las consecuencias van a ser terribles.

La economía mundial se tambalea. El modelo que se ha ido configurando a lo largo de los años y desde la caída del muro, el modelo a seguir en el ámbito económico es el que podríamos definir como mundialista. Antes de la caída había tres territorios económicos, a saber, el occidental, el comunista de la URSS, de China con extensiones en Cuba y en algunos países del oriente y el de los no alineados. En este último se incluían países que pretendían mantener una independencia ideológica y económica respecto a los bloques dominantes. La India comandaba este grupo en el que se integraban naciones del Oriente Medio y africanas.

La caída del muro dio lugar a la conocida globalización para beneficio de unos pocos y destrucción de millones de puestos de trabajo en las economías occidentales. La estrategia económica de aquellos años, muy aplaudida por los sindicatos de izquierdas, fue simplemente mandar al paro a millones de trabajadores de Europa y de Estados Unidos para sustituirlos por mano de obra a precio de subsistencia en otras naciones dispuestas a ello. China, sobre todo. China es ahora mismo la fábrica mundial de cachivaches de todo tipo. Las más modernas empresas de occidente fabrican en China y venden en el mundo, supuestamente desarrollado, cuyos habitantes compran histéricamente todo lo que no les hace falta. Desde un móvil hasta un cepillo de dientes luminoso se fabrican en China y se transportan y venden en Europa y Estados Unidos a precio sin competencia posible.

martes, 10 de marzo de 2020

ORACIÓN POR EL CORONAVIRUS

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














El coronavirus avanza imparable. Comenzó en China, concretamente en Whuan lugar del que nadie en occidente había oído hablar. Las medidas de las autoridades parecían excesivas, pero para que un estallido semejante escape al control de un gobierno como el chino y el mundo acabe enterándose, la peligrosidad del virus era más que evidente.

Las teorías acerca del origen abundan. Entre las oficiales destacan la costumbre de los chinos de comer pangolín crudo y utilizar partes del cuerpo del animal para la medicina tradicional. Sin embargo esta costumbre no es de ahora y no parece que sea la causa. La historia del laboratorio de experimentación con certificado para trabajar con los virus más letales parece más probable. El ser humano lleva tiempo experimentando con energías y elementos biológicos de difícil control. Caminando al borde del abismo. Lo ocurrido en Chernóbil fue una advertencia que puso en cuestión la energía nuclear. El terremoto en Japón elevó el nivel de alarma ante esta energía, puesto que la tecnología japonesa pasa por ser de las más desarrolladas del planeta. Fukushima colapsó porque no hay avance científico que resista las fuerzas naturales desatadas. La pretensión humana que subyace en todo el entramado científico es la de la omnipotencia. Comed del fruto prohibido y no moriréis, sino que seréis como dioses.

El árbol del fruto envenado tenía nombre desde el principio “el árbol de la ciencia, del bien y del mal”. O de otra forma “el árbol del conocimiento…” parece una advertencia desde el principio de los tiempos. La aparente ignorancia como clave de la felicidad. Las preguntas sin respuesta como creciente inquietud.

Pero estábamos con el coronavirus. Ha habido otras infecciones en el pasado, pero finalmente se demostraron menos invasivas de lo que parecían. Hasta el ébola acabó sucumbiendo en occidente a lo que parecía un sistema sanitario inmune a las amenazas pandémicas. Hasta ahora.

Se restringirán movimientos. Los viajes que en los últimos tiempos habían alcanzado la condición de histeria colectiva serán condenados a la práctica desaparición. Quedaremos adscritos a determinados lugares como en las sociedades estamentales medievales. Quizá no todo sean desventajas. Las juergas internacionales a cuenta de Olimpiadas, campeonatos de esto y de lo otro también serán restringidas. El coronavirus no tiene solución, al menos de momento.

Otras teorías entran en el terreno de la conspiración. El club Bieldeberg, la masonería internacional, los ubicuos Illuminati, según algunos, quieren limitar la población mundial y con el coronavirus al frente, convertir los hospitales en campos de exterminio. El aborto ya gaseaba a pleno rendimiento y ahora la eutanasia con ayuda de este nuevo virus se utilizará para cargarse a los viejos. El sistema de pensiones a salvo y sin necesidad de retrasar la edad de jubilación. También hay quien relaciona al virus con el 5G de los móviles como hay quien cree que en la expansión del autismo tienen culpa las vacunas. Vaya usted a saber. La reverenciada ciencia tiene cada vez más cavernosas e insondables lagunas.

Están, por supuesto, las teorías religiosas. En Garabandal, la misteriosa señora, anunció un aviso, un milagro y un castigo. Este último condicionado a que no hubiera un arrepentimiento después del aviso y del milagro.

Avisos ha habido varios en este comienzo aciago del siglo XXI, bien es verdad que el nivel de deterioro, de descontrol social, de corrupción en todos los ámbitos de la actividad humana, de pérdida de valores humanos considerados básicos hasta no hace mucho tiempo parece haber alcanzado una nueva marca. La copa de la ira divina está llenándose hasta el borde. El coronavirus, en este sentido religioso, sí que parece un aviso. Una llamada de atención. O quizá el aviso haya sido anterior, no uno, sino varios. 11 S, 11 M, guerras de Afganistán, Irak, Libia y antes las de la antigua Yugoslavia. Entonces, puede que el coronavirus sea el castigo sin que hayamos visto el milagro. En fin, no demos más vueltas al asunto. El futuro amenaza tormenta. Tormenta de enfermedad descontrolada. De economía destruida, de descontrol absoluto. Aquí los creyentes alzamos la vista al cielo todas las tardes y clamamos. Ven Señor Jesús. Vuelve ya como prometiste antes de que perdamos la fe.

domingo, 1 de marzo de 2020

FE EN LA CIENCIA

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal


















La diosa razón con las tetas al aire y al frente de una legión de «sans cullotes» armados hasta los dientes encabezó la revolución francesa con notable derramamiento de sangre. A partir de la tremenda revolución expandida después por Napoleón todo es «Ilustración».

La razón humana, la capacidad de raciocinio de este humilde habitante del planeta Tierra elevada a la condición divina. Por el contrario la fe, la religión, la «Revelación» cristiana, arrastrada por el fango de las idolatrías, fetichismos y creencias tribales. No obstante, se dice que detrás de todo ello está la masonería.


Y oculto en los grados más elevados de semejante institución cuyos miembros definen como filantrópica, discreta que no secreta... y poco más se sabe de ella…, en los grados más altos, insisto, se rumorea que reina el propio Satanás, denominado Lucifer; por lo que si la relación masonería, «Ilustración» y al fondo Lucifer, fuera cierta, entonces estaríamos ante una religión que exige también, fe, fe ciega y entrega absoluta. ¿Cuál puede ser la Iglesia, la comunidad de creyentes en la fe de la diosa razón?

La humanidad de estos tiempos, casi en su totalidad, desprendida de la religión cristiana adora ya al príncipe de este mundo, al portador de la luz que la distribuye con cuentagotas y únicamente a algunos elegidos iluminados por una inteligencia de un 150% IQ para arriba. Y entonces surge la duda ¿ cuál es la recipiendaria de la fe en la razón que se manifiesta en una creencia ciega y sin fisuras, lo mismo que la fe en Cristo ha cristalizado hasta muy recientemente en la Iglesia Católica?

Por supuesto, la ciencia. Existen otras subórdenes pseudo-religiosas destinadas a difundir la buena nueva de la alegría sin límites, tales como la música demente que congrega miles de feligreses moviéndose al ritmo enloquecido del rock, del heavy, del rap, todas ellas variantes de canto gregoriano al servicio de Lucifer. Pero en lo fundamental, la fe en la luz de la inteligencia se dirige sin fisuras a la «CIENCIA» con mayúsculas. En la ciencia depositan su esperanza aquellos que contratan los servicios de hibernación secular. La ciencia advierte y se defiende una y otra vez ante las escasas y molestas manifestaciones de falta de fe, de la necesidad de tiempo y recursos. Lo no explicado se explicará en el futuro, solo hace falta tiempo e investigación. Nuevos sacerdotes de la ciencia al servicio del conocimiento absoluto deben ser reclutados y empleados en la indagación del misterio de la vida y de la naturaleza. Con el tiempo la ciencia responderá. De momento podemos y debemos conformarnos con novelas de ciencia ficción y películas utópicas y distópicas.

La realidad de la enfermedad y la muerte quedan disimuladas en la prédica de la necesidad de tiempo para acabar con la vejez, la enfermedad y la misma muerte. Artículos periodísticos presuntamente serios, predican la posibilidad científica de la inmortalidad.

De momento, la ciencia receta felicidad y curación en frascos de píldoras; y para lo inevitable, la cancelación rápida y, dicen ellos, los médicos, indolora de la vida que no merece ser vivida. Si uno no puede asistir al concierto del último grupo salvaje, ni follar como es debido, ni competir en la maratón ciudadana de todos los años, si uno, no puede participar de la alegría mundial dispensada por la nueva religión del «carpe diem», al menos que no moleste ni incordie a los demás y la diñe rápida y silenciosamente. Eutanasia.

Sin embargo, algo ha ocurrido que está resquebrajando el cristal de «Matrix» y nos acerca a la realidad amarga de la vida y de la muerte. El «coronavirus», o tal vez, el virus coronado, sea lo que sea el maligno octavo pasajero, parece haber roto las barreras de la nave Nostromo, léase aquí Wahnm. De pronto, el terror medieval a la peste se expande como pólvora, expansión apenas contenida por los risueños y mentirosos rostros televisivos que reducen la enfermedad a cifras estadísticamente manejables por los sacerdotes de la ciencia médica.

Que no cunda el pánico. «Alien» parece controlado gracias al macro hospital chino construido a velocidad de fórmula uno. Pero vete a saber. Algunos descreídos están ya abandonando la fe científica y retornando a la esperanza cristiana, «Mi reino no es de este mundo». El miedo a la muerte, a la enfermedad, a la reclusión en la propia casa, a una corta expectativa de vida retorna desde el medievo europeo, cuando la lotería de la enfermedad era generosa y todos tenían premio, gordo o solo la pedrea, pero todos compartían suerte o más bien, mala suerte.

Los modernos alquimistas siguen buscando la piedra filosofal, solo que ahora, por otros métodos. Han pinchado en hueso. O tal vez no. Dicen los mal pensados que según han decidido los grados elevados de la masonería, en el mundo sobramos muchos. Miles de millones. Quieren reducir la población a la cifra manejable de quinientos millones. Bien distribuidos, permitirán a las élites cazar en las sabanas y bosques africanos, visitar sin agobios catedrales y reliquias de antaño. Disponer de espacio aéreo y terrestre a su capricho. Así como desplazarse en monstruosos super-coches Hummer por las despejadas ciudades a través de la extensión del «Madrid Central» al «Todo Madrid despoblado de chusma y solo para mí».




11 M: REALISMO FANTÁSTICO ó MÁGICO.

  El gobierno del PSOE ha rescatado la memoria del 11M. Con su habitual manipulación a cargo de informadores sectarios que han tapado el...