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jueves, 17 de enero de 2019

MARIO BIONDO ESPERA A LA JUSTICIA ESPAÑOLA

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno














Vuelve el caso Biondo. Un joven de treinta años apareció muerto en su domicilio. Aparentemente la causa fue el suicidio. La familia italiana no estuvo de acuerdo con las conclusiones de la justicia española. Instaron una segunda autopsia del cuerpo a cargo de un forense italiano que dictaminó en el mismo sentido que el español. Mario se había suicidado.

No obstante, el desacuerdo persistía y la familia encargó nuevas pericias y pruebas a científicos acreditados amén de una investigación complementaria a una prestigiosa criminóloga italiana. De las pericias científicas parece deducirse que el cuerpo del joven fue colocado por otras personas en la posición en que se encontró.

Un programa de simulación digital ayudó a los científicos a concluir que si la muerte se hubiera producido por estrangulamiento voluntario, la estantería de la que colgaba se habría derrumbado. Además se observa en las fotos distribuidas por la propia familia que los objetos de adorno, esos que se suelen caer en todas las casas, al menos en la mía así ocurre, en cuanto te acercas a menos de medio metro y sin necesidad de tocarlos, están perfectamente ordenados y estables en el mueble.

Un policía catalán con experiencia y formación académica exhaustiva ha llegado a la misma conclusión que la criminóloga italiana. Fue un asesinato evidente.

No somos especialistas ni vamos a cuestionar las pruebas de la policía y la justicia española. Sin embargo hay algo que no deja de llamar la atención en este caso. En primer lugar el escaso interés de los investigadores que llegaron al lugar del suceso para, al menos, sospechar de que algo parecía no cuadrar en el escenario. Un hombre cuelga de un pañuelo en una posición que parece sacada de un modelo de suicidio carcelario, como si el propio Mario o alguien desconocido, supiera como suceden estas cosas en las cárceles y sin demora alguna concluyen que se trata de un suicidio.

El forense, por lo que vamos sabiendo, realiza una autopsia rápida y superficial informando de que en las cavidades que normalmente se analizan en las necropsias no aparece nada de interés sin especificar en absoluto, como si se tratara de terminar cuanto antes y pasar a otra cosa, lo que lleva a la justicia española a cerrar el caso.

El asesinato posible se justifica a día de hoy en dos pruebas que no fueron tenidas en cuenta por el forense y los investigadores. Primero; las marcas de estrangulamiento en el cuello, independientes, casi seguro anteriores, producidas probablemente por un cable o cuerda enrollada en dos o tres vueltas alrededor de la garganta que resultan cruciales para desestimar que el pañuelo o palestina de la que cuelga el cuerpo pudiera causar la muerte del joven. En segundo lugar el golpe en un lateral de la cabeza que tampoco fue tenido en cuenta por el forense español. Forense que ahora ve cuestionado todo su informe en el que entre otras cosas dice que las piernas estaban dobladas, cuando vemos claramente que estaban extendidas. Y esto lleva a cuestionarnos si el forense estuvo presente en el lugar de autos y si para elaborar su informe llegó a ver las fotos que ahora nos muestra la familia. Esto debería llevar a una investigación paralela acerca del modo en que se trató el caso por parte de la policía y el juez de instrucción español si es que intervino, y también sospechamos que el dicho escrito forense fue elaborado de forma irregular.

Algo no cuadra en la muerte de Mario y lo que más chirría es precisamente esa falta de interés, esa pésima investigación preliminar, las conclusiones rápidas y precipitadas, todo ello tan diferente de lo que nos muestran las series policíacas. Parece que todo el mundo tenía ganas de terminar antes de que se hiciera tarde e irse de tapeo o a pasar el fin de semana a la playa o a donde fuera. Precipita
ción, desgana y sobre todo desprecio a un joven muerto y a su familia.

Si el caso hubiera afectado a un español no habría habido manera de remover las decisiones judiciales. Pero en Italia es distinto. Allí todavía las madres y padres aman a sus hijos y tienen agallas y fuerza para desafiar al sistema judicial español tan embebido de sí mismo y de los informes forenses  que se tratan como si fueran oráculo incuestionable.

Recordemos aquí que hace unos años otro informe similar llegó a la conclusión  de que los huesos encontrados en la finca de Bretón eran restos de algún roedor. Todo sellado y rubricado por un supuesto científico cualificado que había obtenido plaza en complicadas oposiciones. Un policía guardó precavidamente las pruebas y dos prestigiosos especialistas atestiguaron años después que dichos huesos eran humanos y además de niños cuya edad concordaba con la de las víctimas.

Además, la familia Biondo tiene el apoyo del sistema judicial y policial italiano que vela por sus ciudadanos aunque residan en otros países. No sabemos, ni tenemos medios desde este blog para llegar a conocer la verdad de lo ocurrido, pero existen alarmantes indicios de que el joven Mario no acabó voluntariamente con su vida. Y desde luego queda bien establecido, a la vista de los últimos acontecimientos con apertura de investigación al forense por parte de la Audiencia Nacional, de que las cosas se hicieron mal.

Lo ocurrido en este caso cuestiona todo el sistema policial y judicial español ante la comunidad internacional. Repito que si la víctima hubiera sido española, no habría fuerza en el mundo para que algún órgano competente de este país se dignara en autorizar una segunda autopsia.

Todo huele a dejadez, falta de profesionalidad y escaso respeto por la verdad y el necesario esclarecimiento de esta muerte.


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