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miércoles, 12 de diciembre de 2018

ACLARACIÓN SOBRE EL ULTRAFEMINISMO

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno














Andan muchas mujeres exaltadas y dispuestas a todo por la justísima (según algunas y algunos) causa feminista.

Conviene aquí aclarar algunas cosas y luego si a alguna o a alguno la aclaración les sirve de algo, pueden, ya con conocimiento de causa, insistir en las demandas feministas o tal vez cambiar un poco la estrategia y recomponer las ideas.

El feminismo no es como puede parecer a primera vista, una lucha del género (femenino) tradicionalmente sojuzgado, contra el masculino, para conseguir su liberación.

Tenemos que retroceder hasta el momento en que el muro de Berlín cae y con él se derrumba también el imperio soviético construido según la ideología marxista.

A primera vista, parece que junto con el derrumbe de la otrora superpoderosa URSS caía también el sistema que la sostenía que no es otro que el marxismo, comunismo o dictadura del proletariado como se le quiera llamar. Era mera apariencia. Si la lucha ideológica entre el marxismo y el liberalismo se pareciera a una partida de ajedrez tendríamos, después de tantos años, que quitarnos el sombrero ante la genial jugada del ajedrecista marxista. Entregó la reina y el contrario liberal supuso que la partida estaba ya ganada.

Pero al aparente perdedor le quedaban algunos peones con los que iba a sostener y, probablemente ganar la partida.

El derrumbe soviético suponía que las masas obreras que teóricamente debían sostener la revolución ya no podían ser punta de lanza en la lucha revolucionaria, entre otras cosas porque el iberalismo triunfante se afanó en destruir la industria y teconología occidentales para entregarlas al gigante (marxista) chino que se comprometió a fabricar cualquier cosa que fuera menester a precios de subsistencia para el trabajador chino y con ganancias descomunales para el avispado “lobo de Wall Street” ultraliberal.



Primer peón perdido por el liberalismo. A continuación el adversario redefinió la estrategia que le iba a permitir el jaque al rey occidental en un plazo relativamente corto.

Buscó entre los grupos más o menos autoidentificados del occidente desarrollado aquellos a los que podría utilizar para sus propósitos. Se trata, según el nuevo manual del revolucionario, de conjuntos homogéneizados por alguna circunstancia que a lo largo de la historia han sido marginados, humillados, preteridos por la sociedad blanca dominante en todo el occidente cristiano. A saber: homosexuales, negros (discriminados por cuestión de raza), musulmanes (lo mismo que los anteriores), religiones minoritarias (sobre todo el Islam), inmigrantes ilegales y finalmente y por encima de todos ellos el grupo más poderoso y más capaz de acabar derribando los refulgentes rascacielos norteamericanos y europeos. El feminismo.

Que nadie se llame a engaño. Lo que el nuevo marxismo pretende es arrasar hasta los cimientos la sociedad occidental tradicional y luego construir sobre el solar el perfecto mundo feliz marxista en el que ya no habrá, no podrá haber, lucha de clases, ni de sexos, ni religiosa, porque el marxismo es pura religión que predica el próximo advenimiento del cielo en la tierra.

En esta lucha, probablemente final, que se está llevando a cabo, el feminismo es la más poderosa de las divisiones de choque que lanza el marxismo contra el occidente cristiano (repito la palabra cristiano, porque a pesar de las apariencias se trata de una lucha religiosa). Además del feminismo intervienen en la lucha otros grupos tales como, homosexuales, transexuales, musulmanes, africanos, etc. todos ellos utilizados, lanzados en avalancha salvaje con el objetivo final de demolición absoluta del occidente cristiano para luego reconstruir sobre las cenizas la nueva URSS y dar el jaque mate definitivo a eso que se ha denominado “historia” que desde el punto de vista marxista solo puede tener un final; la sociedad perfecta sin clases y sin desigualdades.

Debe esto servir de aclaración para todas aquellas mujeres, la mayoría de ellas sin duda, que están empezando a ver contradicciones y errores en la “matrix” virtual construida por los intelectuales marxistas. Estos errores se manifiestan ante nuestros propios ojos. Nuestras mujeres tienen, de hecho y casi de derecho, virtualmente prohibido tener hijos, están obligadas a buscarse su propio trabajo y educadas en la lucha para conseguir la denominada “igualdad”. Esta “igualdad” consiste en que cualquier actividad antes propia del varón debe ser ahora, guste o no, realizada por mujeres. El deporte, fútbol, balonmano, lucha incluido el boxeo, etc. El trabajo antes reservado al varón, policía, soldado, bombero, médico, es ahora, cada vez más, ocupado por mujeres. Esto está dando lugar a un tipo de mujer occidental muy masculinizada en el carácter y en el comportamiento general, así como a un varón cada vez más débil y desplazado e incapaz de encontrar su lugar en el mundo.

No habría nada que objetar si no fuera porque al mismo tiempo vemos como mujeres inmigrantes de otras culturas parecen mucho más sometidas por su religión, creencia o familia al varón y no tienen inconveniente en cargarse de hijos y en vestir conforme a determinados códigos que no serían en ningún caso admisibles en occidente por la feroz vigilancia feminista siempre alerta ante cualquier supuesta desigualdad.

Nuestras mujeres, muchas de ellas, se están empezando a preguntar el porqué de esa diferencia de trato que dispensa el ultrafeminismo tan combatiente y radicalizado cuando se trata del varón europeo o norteamericano blanco y tan silente ante esa más que evidente supeditación de la mujer venida de otras culturas (estas culturas sí, ferozmente machistas) ante sus propios hombres.

La respuesta a esta aparente contradicción del revolucionario marxista (al que pertenece el movimiento ultrafeminista) es pues, muy simple. Se trata como he dicho de destruir la sociedad occidental hasta convertirla en un solar apto para la construcción del nuevo edificio. Se trata de derribar fronteras, (por eso Iglesias apoya el separatismo catalán o cualquier otro y por eso lo hace también el mismo Sánchez y el PSOE en general), se trata de descomponer la estructura social, de destruir la familia tradicional, las creencias culturales y religiosas y a todo eso contribuye eficazmente no solo el feminismo radical, sino la inmigración descontrolada y las religiones anticristianas. El marxista, teóricamente ateo, aunque parezca contradictorio apoyará la construcción de mezquitas y la entrega de iglesias cristianas a cualquier otra creencia porque eso destruye la estructura social sociedad existente. El feminismo no es más que uno de esos grupos que el marxismo utiliza en esta nueva lucha revolucionaria junto con el separatismo, el movimiento homosexual duramente reprimido en el islam y anteriormente en la URSS y en Cuba porque lo consideraban una manifestación de la degeneración propia del sistema capitalista mientras que ahora lo aplauden y fomentan, pero repito solo eventualmente.

Es evidente que el marxismo que finalmente alcanza el poder no puede, por su propia fe en la igualdad, consentir ninguna desigualdad, tanto de orientación sexual, como de creencias religiosas.

Esta aparente contradicción marxista entre lo que ahora está defendiendo, es decir, la desigualdad privilegiada a favor de determinados grupos que se manifiesta en  la promulgación de leyes de género que dejan al varón en situación de indefensión total (occidental, repito una y otra vez puesto que raramente se aplican a miembros de otros grupos culturales), leyes de apoyo a inmigrante y de sanidad universal para ellos, mientras se exigen documentos y cotizaciones para los autóctonos. Subvenciones a familias venidas de otros continentes, al mismo tiempo que como he dicho anteriormente, los occidentales tienen de hecho y casi de derecho prohibida la reproducción y se está conduciendo al ciudadano autóctono a la eutanasia activa. Todo este aparentemente incomprensible conjunto de desigualdades a favor de grupos concretos tiene un objetivo claro que nuestros reputados analistas en políticos pasan, vete a saber por qué, por alto.

Estamos en una revolución comunista general promovida por las máximas inteligencias marxistas del planeta, ejecutada por los propios gobiernos europeos y por las instituciones internacionales UE y ONU principalmente, cuyo objetivo es la destrucción total de fronteras, países y sociedades enteras. Es muy posible que en un momento dado y cuando la situación sea de auténtico caos en Europa el oso ruso, Putin fue según dicen un eficaz agente del KGB, aproveche para conseguir aquello que después de la última gran guerra lograron evitar norteamericanos e ingleses. Un pequeño empujón del descomunal ejército ruso y toda Europa caerá como un castillo de naipes.

El feminismo radical es todo eso y solo eso. Está orientado a la lucha contra el varón como parte de una estrategia global. El feminismo radical divide al occidente cristiano exactamente por la mitad y le deja inerme ante el empuje musulmán y finalmente marxista. El feminismo radical va contra la sociedad occidental exclusivamente y destruye psicológica y físicamente no solo al varón sino también a la mujer de cultura tradicional cristiana. Nadie debe engañarse y mucho menos las mujeres.

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