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GRECIA
NO QUIERE PAGAR.
El
euro.
El
dinero es, simplemente una equivalencia, un valor simbólico. En los primeros
intercambios económicos cuando la humanidad que conocemos alboreaba, los
agricultores ofrecían sus productos, los pastores, sus quesos y ovejas, los
tejedores, sus vestidos. ¿Cómo intercambiar una túnica por una oveja, si quién
vendía la túnica necesitaba patatas para comer y el único que precisaba el
vestido era precisamente el pastor? Entonces los hombres y mujeres de la
antigüedad se ponen de acuerdo. Utilizarán el oro. Un mineral estable,
maleable, divisible y que con el paso del tiempo no se oxida, no se degrada y
puede conservarse fácilmente. El siguiente paso consiste en sumar el valor de
todos los productos del mercado y relacionarlo con una determinada cantidad de
oro. Esa cantidad se divide, por ejemplo, en monedas y se distribuye entre los
que acuden al mercado. Ya está. Se ha solucionado por fin el problema de
intercambiar una oveja por una túnica. La oveja valdrá cien monedas y la túnica
cuarenta. El pastor vende a quién necesite la oveja y paga cuarenta al tejedor,
todavía le queda más de la mitad de la oveja para intercambiarla por lo que
necesite.
El
invento es bueno. Tan bueno que los políticos, enseguida le echan el guante.