EL FUTURO SIN
CATALUÑA
Parece que sí,
que se van. Que se independizan. El presidente del gobierno Rajoy se ha reunido
con Sánchez, elegante y todopoderoso secretario general del PSOE, inventor del
revolucionario concepto de nación de naciones y han llegado a un acuerdo para
hacer frente al desafío catalanista.
El acuerdo
consiste en no hacer nada. Pero para consumo de los televidentes cretinizados,
o sea de los españoles, se ha presentado
el estéril resultado de tan magna
reunión como algo positivo.
Rajoy, fiel
seguidor de la eficaz estrategia franquista en asuntos similares (el viejo
general colocaba los asuntos urgentes en forma de papeles a firmar en el lado
derecho de la mesa y allí esperaban hasta que dejaban de ser urgentes. A
continuación los pasaba al lado izquierdo y pasado un tiempo prudencial los
tiraba a la papelera). Rajoy como digo, se enfrenta al órdago catalán de
galaica y similar manera. Esperar y ver. Pero en democracia debe parecer que se
hace algo, entonces se reúne con Sánchez y trasladan la urgencia al lado
izquierdo de la mesa. Que se encarguen los jueces.
Los intrépidos
independentistas ya conocen, por repetida, la jugada, por lo que insisten en
que se pasarán las resoluciones judiciales por el forro de sus caprichos.
Entretanto, paciencia franciscana, o rajoyana que ya son sinónimos. Quizá haya
suerte y la clase media catalana acabe reflexionando y convenciendo a sus
revolucionarios vástagos que con Gabrieles, Forms, Traperos, Puigdemones, Colaus,
musulmanes y demás especimenes de la gran Cataluña independiente del futuro,
los patrimonios tan duramente acumulados serán pasto de expropiación. (¡Exprópiese!,
sentenciaba Chávez cada vez que el suministro de alimentos, bienes y servicios
se atascaba en Venezuela. Ahora que todo se ha expropiado solo quedan anaqueles
vacíos, hambre y miseria aseguradas).
Así pues, quizá
estos chicos puedan atisbar el siniestro futuro que espera a sus iphones 7, 8.
A los “imacs”, “ipads” de última generación, regalo de los papás. A la “Tmax”
530. El siempre útil “Altea”, también regalo de papá y mamá, las cenas y animadas noches los fin de semana... y obrar, o
sea, votar en consecuencia.
En fin, resumiendo; la independencia catalana
pone en peligro este llevadero “modus vivendi” al que nos hemos acostumbrado en
Cataluña y por ende en toda España, (léase regiones y nacionalidades que la
forman, algunas deficitarias, es decir receptoras de fondos nacionales,
Andalucía, Extremadura y otras…).
Esperemos que el reputado “seny” catalán
reaparezca de algún modo o que nuestro ínclito presidente sea capaz de tomar
alguna decisión audaz que no consista en la costumbre adquirida, meritorio número circense por cierto, de
esconder su enorme corpachón tras las faldas de la vicepresidenta Sáenz de
Santamaría.