LA OBSESIÓN DE LA INTELECTUALIDAD OCCIDENTAL CON TRUMP
A estas alturas está más que claro que Trump es el presidente de lo que se conoce en USA como “basura blanca”. Esa parte de la población americana fervorosa cristiana protestante que hizo grande el país trabajando disciplinada y ordenadamente en el sector agrícola y en la industria manufacturera, a la que la crisis industrial creada y favorecida por la clase dirigente que optó por el neoliberalismo mundial en cuanto tuvo ocasión, dejó literalmente tirada. Los intelectuales más o menos progresistas que controlan la opinión pública del país americano abominan de este tipo de gente a la que asimilan con el KKK, el nazismo, el conservadurismo a ultranza y constituye el peor de los obstáculos para el mundo multipolar, el mestizaje obligatorio y el gobierno mundial ONU a cargo de las potencias musulmanas y africanas en general, que tienen pensado para el próximo futuro.
Y entonces conviene atacar a Trump con el objetivo de destruir de paso a cualquier otro que se le ocurra transitar por semejantes andurriales ideológicos. “América primero” (entiéndase aquí USA) no conviene. La reindustrialización del país tampoco. Los intelectuales de izquierda en alianza con el neoliberalismo mundialista necesitan mano de obra con salarios asiáticos para seguir engordando su cartera accionarial y de paso seguir perteneciendo a esa privilegiada clase intelectual que califica cualquier foco de resistencia a sus designios dogmáticos como “populista”. Es decir que satisface al pueblo, pueblo al que pertenecemos usted y yo y también la “basura blanca” norteamericana que ha sido enviada al paro, a la miseria, a la droga y a la segunda división de los actores que ahora aparecen en las series y películas USA mamando la enorme polla del negro pistolero o como segundones entregados a la veneración de estrellas femeninas, afroamericanas o hispanas que son las que mandan.
El tipo de argumentación que la intelectualidad oficial (los que saben, no como usted y yo) suele utilizar para denostar al presidente norteamericano puede resumirse en este artículo aparecido en “El Mundo”
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