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sábado, 28 de diciembre de 2019

IMPERIOFOBIA. PÉREZ REVERTE CONTRA ROCA BAREA

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














Hay algo que chirría desde hace muchas décadas en el conocimiento de la historia de España. Dos hechos puntuales nos sorprendieron a lo largo del tiempo reciente, sin que en el momento concreto la mayoría de los españoles supiéramos exactamente por qué. En el año 1992 se organizaron en todo el mundo festejos para recordar el lejano 1492. El año  en que, eso creíamos al menos, España descubrió América. El famoso «Quinto Centenario».
No entraremos ahora en la discusión acerca del origen de Cristóbal Colón. La expedición fue española, organizada y financiada por los Reyes Católicos y, conforme a las creencias de la época, las tierras descubiertas pasaron a formar parte de la corona española.

Pero la celebración de 1992 tuvo en España un componente especial. El sentimiento de culpa. Los socialistas al mando de la nación, siempre muy atentos al significado de las palabras, además de expertos en lemas y consignas, cambiaron «conquista» por «encuentro». De inmediato los intelectuales patrios, todos de ideología socialista, matizaron el supuesto encuentro entre culturas por el término «encontronazo». En definitiva los españoles quedamos con la sensación agridulce de haber sido protagonistas de un pecado histórico imperdonable.

Por el contrario, en otras partes del mundo, singularmente en los Estados Unidos, hubo grandes conmemoraciones en las que participaron y se apropiaron de la gesta histórica, sobre todo, italianos y alemanes.

El segundo hecho puntual que me lleva a escribir este artículo se produjo cuando con gran publicidad de nuestros medios, Henry Kamen, supuesto historiador hispanista, dio a luz un panfleto antiespañol. Imperio. Ese era el título, y junto con el prometedor preámbulo a modo de presentación invitaban a la lectura de lo que a primera vista parecía un análisis objetivo de la peculiar historia de España en América.
El prólogo era el siguiente:

«Resumen: ¿Cómo un país pequeño, poco poblado y aislado del resto de Europa logró convertirse en la primera superpotencia a escala mundial?. En este libro se recrea la deslumbrante trayectoria de la España imperial: la conquista de Granada, el primer viaje de Colón a América en 1492 y la expansión por Europa, Asia, África y el Caribe, hasta alcanzar los terrirotios de Texas y California, ya en el siglo XVIII. A partir de los relatos de quienes fueron testigos directos de estos logros, Kamen traza con mano maestra un complejo panorama en el que las luces contrastan con las sombras».

Nada más comenzar la lectura el autor respondía a la pregunta anterior. Simplemente España no pudo hacerlo. Se atribuía la hazaña a lo que por entonces era la Unión Europea bajo el imperio de Carlos V.

Y la llamada conquista correspondió en gran medida a venecianos, alemanes y otros participantes, (muy pocos españoles) que tenían la condición de súbditos del emperador.
De inmediato el lector español quedaba un tanto noqueado, apesadumbrado, sumido en la depresión por la respuesta del inglés. Ahora bien, también el mismo lector español, suspiraba con alivio. De la tesis principal del libro debería deducirse en la más pura lógica que el gran pecado que se les atribuye a los españoles en América, el genocidio, quedaría igualmente repartido entre las gentes y naciones que por entonces formaban parte del imperio de Carlos V..

Para pasmo de ingenuos lectores, nada de eso ocurría. En las naves que llevaron enfermedades a América habían desaparecido alemanes, venecianos, catalanes y vascos. No había italianos, ni belgas, ni otros europeos. Solo españoles.

Viene esto a cuento del conflicto surgido con la obra de Elvira Roca Barea que, por fin, nos rescata de nuestra permanente depresión histórica y pone el acento en la realidad de la aventura americana. Miremos al norte, a los rubísimos Trump y compañía, a los enormes germanos y angolsajones que más de un siglo después de que lo hicieran los pequeños y subdesarrollados españoles desembarcaron en las costas americanas. Apreciemos las intenciones de los primeros padres peregrinos americanos por los resultados de las acciones de tan altos y espiritualmente elevados personajes y lo que trajeron después para los indígenas del norte. Pocahontas daría fe del engaño.

Reservas. En otras palabras, más o menos extensos campos de concentración en tierras de escasa utilidad para los supervivientes del ataque anglosajón y germano a los aborígenes de montañas y praderas norteamericanas. Y comparemos la peculiar y sorprendente supervivencia del elemento indígena en gran parte del norte americano, de Río Grande para abajo y en todo el sur supuestamente conquistado, esquilmado y depredado por los españoles. La evidencia es de tal magnitud que sobran comentarios.

Viene esto a cuento de la discusión en la que participa el escritor Pérez Reverte. Las novelas de Pérez Reverte me gustan en general. Sobre todo las que tienen un argumento más o menos policíaco. Entre ellas «El club Dumas. La carta esférica. El tablero de Flandes. La piel del tambor». Creo que es un narrador ágil y eficaz. Atrapa al lector desde el primer párrafo y los argumentos son sólidos y bien construidos. Pero nunca me ha gustado la serie «Alatriste».

El mismo título, el nombre mismo del protagonista es depresivo. Incide la historia, lo poco que de ellas he conseguido leer, en ese culto a la miseria consagrada de España y de lo español. Reverte se muestra en el fondo como uno más de los hispanistas ingleses. De los tantos que al servicio de su Graciosa Majestad, (algunos de ellos son espías a sueldo) han construido esa telaraña de acero que por algún motivo ha arraigado en el interior de nuestros cerebros y de la que no podemos librarnos.

España y lo español han tenido numerosos enemigos históricos y entre ellos y sobre todos ellos Inglaterra y Francia. Y ahí siguen y aquí seguimos. La dictadura franquista estuvo en todo momento controlada y España estuvo y está ahora mismo invadida por ejércitos extranjeros. Bases americanas y Gibraltar dan fe de la sumisión española al imperio anglosajón. En la transición de produce un progresivo reciclaje en cuanto a influencias extranjeras. La España democrática en la que tan a gusto se ha sentido siempre Reverte ha vuelto en gran medida a la influencia francesa. Somos un país colonizado en lo territorial y en lo educativo por anglos y franceses.

Elvira Roca viene a rescatarnos, al menos por unos momentos, de esta asfixia nacional que nos está llevando a la ruina económica y espiritual.

Reverte, por el contrario, y sus novelas parecen confirmarlo, es un afrancesado contemporáneo admirador del viejo Napoleón.

El enano francés, el primer Hitler europeo que llevó la guerra y la destrucción a un nivel superior y puso las bases y el modelo a seguir para las posteriores dos guerras mundiales.

Pero Napoléon era francés, o corso, que no sé si es lo mismo. La «grandeur» le protege y el mundo le perdona e incluso le idolatra. Napoleón es fruto amargo de eso que se ha dado en llamar la «Ilustración». Es decir la entronización de la “diosa Razón”, con las tetas al aire y a la cabeza de energúmenos sedientos de sangre, como la nueva religión del mundo.

El desarrollo industrial y tecnológico nos deslumbran como grandes milagros cuyo origen está en la Ilustración francesa, pero por debajo de todo ello parece navegar un siniestro submarino masón y satanista cuyos fulgores, (reservados para unos pocos elegidos como nos cuenta Polanski, otro satanista, en la «Novena puerta»), solo se alcanzan tras un extraño proceso de composición de juegos de cartas y acertijos macabros.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

ADIÓS ESPAÑA, ADIÓS

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














La sensación general es de desastre inminente. Las próximas navidades serán muy diferentes. Sánchez está dispuesto a todo y el mensaje que transmiten sus chicas del gobierno es que no hay alternativa. Se hicieron con el poder mediante un golpe de parlamento apoyado por todos, incluido el partido naranja. La consigna era que la corrupción del PP era insoportable, hedía como un estercolero. La realidad era bien distinta. A Rita Barberá la enviaron a la muerte por unos cientos de euros. Miguel Blesa acabó suicidándose agobiado por el calvario penal que le amenazaba. Rato está en la cárcel por haber hecho lo que le mandaba MAFO. MAFO sigue en libertad. La hacienda pública diseñada para el acoso, derribo y si se tercia descabello final del deudor por el ilustre catedrático de economía Montoro, se echa atrás cuando el caso atañe a la familia Pujol. El caso ha prescrito.

Que el nacionalismo catalán y vasco son básicamente racistas y supremacistas, a estas alturas no se le oculta a nadie, sin embargo un pensamiento inquietante ha arraigado en la mayor parte de nuestros jóvenes y no tan jóvenes. Probablemente en el propio Sánchez y en muchos otros de su generación: «el nacionalismo catalán es lo mismo que el nacionalismo español».

La unidad de la nación, el territorio común, la libertad de circulación y establecimiento que ya hoy en día son derechos más hipotéticos que reales, a nuestros jóvenes les traen al pairo. Lo que les preocupa es la tradicional marginación de la mujer en la sociedad española. Braman, sobre todo ellas, por la igualdad absoluta, sin que quede muy claro en qué consiste. El sentimentalismo como sistema básico de pensamiento.
En todo caso, esta historia parece estar a punto de concluir.

Felipe VI, probablemente no verá las próximas navidades como rey de España. Quizá él no tenga la culpa, pero representa una institución que su padre se ha encargado de enfangar a lo largo de cuarenta años de juergas y desenfrenos sexuales que afloran con fuerza creciente. Se le achacan además otros chanchullos de comisionista en gestiones ante monarcas árabes por contratos de suministro de petróleo. Es decir, que los españoles hemos pagado un «plus adicional» por la compra de combustible. Se dirá que la comisión la pagaban los suministradores, pero al final todo se incluye en el precio a pagar por el contribuyente. El IVA se acumula y se descuenta hasta que el consumidor final tiene que abonarlo. Todo un invento.

El propio Felipe VI mintió a sus padres respecto a su señora actual. Ocultó un aborto anterior y quién sabe qué otras cosas más. El matrimonio acabó desatando la tragedia en la propia familia de la reina y un ex marido insultó gravemente al monarca emérito. Un desastre creciente, un descenso paulatino a los infiernos de un sistema que comenzó a funcionar a raíz de la muerte del dictador y que ha ido consumiéndose como una vela hasta traernos a la situación actual.

Se ha proclamado la desmemoria histórica que repite la guerra del 36 en modo virtual. El ejército de fantasmas republicanos convocado por “Aragorn, Sánchez y demás” carga contra los “orcos” de Vox y demás insoportable ultraderecha. España camina hacia su desmembración en ocho reinos. Ocho nuevos Estados dentro del territorio nacional. Los ha  contabilizado el alegre bailarín Iceta, submarino nacionalista catalán en el PSOE  y miembro del club LGTBI, al mando de la nave fantasmagórica que navega entre el asombro y la sonrisa cómplice de la Europa que nos iba a salvar de todos los golpes de Estado.

Singular importancia en la destrucción nacional tiene eso que hemos dado en llamar «Estado de Derecho». El sistema judicial español es, en estos momentos, incomprensible. Las sentencias dependen del clamor popular convenientemente filtrado y precocinado por los medios de comunicación, en especial, las televisiones. Depende también de la adscripción ideológica del magistrado, magistrada de turno.  La ley escrita ya no rige como fuente última del derecho español. La opinión del juzgador (juzgadora en la mayor parte de los casos), prevalece; siempre atenta al ejercicio tranquilo de la funcionarial y vitalicia profesión con fines de semana libres y vacaciones de verano. Amén de con la vista puesta en la promoción posible dentro del escalafón judicial. Sentencias sugeridas por el ejecutivo de turno, por el poder prevalente que deja fuera de incómodas comparecencias a Pujol y otros privilegiados de esta nación y, por el contrario, se ensaña hasta el delirio con jóvenes españoles por creer que todo el monte sexual publicitado por televisiones, internet y otros medios de comunicación, es orégano.

Y por último y no menos importante, la abolición de la religión católica tradicional, prostituida por un engendro guitarrero y cantarín que a raíz del concilio Vaticano II ha acabado por entronizar en los jardines del Vaticano a ídolos selváticos adorados por indígenas amazónicos acompañados por eminentes obispos y cardenales que niegan la divinidad de Cristo, adoran la religión judía, la islámica, la budista y cuántas más mejor, siempre que no sea la cristiana. El singular fenómeno, trasladado a España ha dado a luz una serie de nuevas religiones nacionalistas, adoradoras de “amalur”. Religiones de raíz druídica, montaraz y boscosa que han expulsado al Santísimo a un lateral de los templos y reducido a nuestra Santísima Virgen a la condición de leyenda resultante y heredera de antiguas creencias matriarcales.

El desastre, pues, es inminente y probablemente, si no media intervención sobrenatural en atención a los servicios prestados en el pasado por esta pobre nación, inevitable. La Vírgen del Pilar nos proteja.

viernes, 13 de diciembre de 2019

BORIS JOHNSON GANA

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














Parece que Boris gana. Es posible que finalmente se consolide el Brexit. Para disgusto mayúsculo de la progresía internacional y sobre todo de la progresía interna española. Los corresponsales de TV en la Gran Bretaña, muy preocupados por el posible triunfo del rubio, advertían una ligero repunte de las posiciones antibrexit y sonreían esperanzados. Muy atentos todos ellos a las encuestas de siempre, las de Tezanos y compañía. Pero ya se sabe que los ingleses son muy suyos. Los políticos british prometen cosas y a diferencia de los españoles, las cumplen. Cameron se lió a prometer referendums y casi se le va de las manos el de Escocia. Un susto de muerte. Pero sí se le fue el del Brexit. Los británicos quieren largarse de esta Europa invadida por el Islam en lo político y por Alemania en lo económico.

Hoy habrá llanto y sentimentalismo a paletadas en nuestros telediarios. Los british se van definitivamente. Hay que reconocerles agallas. Se largan antes de que el venenoso europeismo acabe por reducir a escombros la UK como está ocurriendo en España. Seguir en la UE equivale a referendums de independencia hoy sí y si no se consigue, mañana de nuevo.

Muchos esperamos que de una vez por todas alguien rompa el engendro insostenible de una unión compuesta de veintisiete países totalmente distintos. No hay idioma común, no existe una cultura compartida. Solo un tinglado económico de libre comercio de las cosas, mientras la libre circulación de ciudadanos es una entelequia imposible. Solo las élites intelectuales, solo los mejores de entre los españoles pueden encontrar trabajo en Alemania o en Austria y similares. El grueso de nuestros jóvenes languidece entre sexo descontrolado, drogas y fiestas de fin de semana organizadas por el consistorio.

El euro ha sido un disparate para España. Ni siquiera se tuvo la prevención de traducir la nueva moneda a la realidad de un país incapaz de competir con la potencia industrial y económica alemana. Si hubiéramos contado en céntimos, si en vez de un euro hubiéramos dicho cien pesetas nuevas equivalentes a cien céntimos de euro, todo habría ido mejor. Antes del euro, un café costaba ochenta pesetas en algunas partes de España, en otras cien. A partir del euro pasó a costar una moneda muy similar en apariencia a las de cien pesetas anteriores, solo que la moneda equivalía a ciento sesenta y seis pesetas reales.

El dislate se solucionó poniendo en el mercado lo que en España teníamos de más valor. Nuestras viviendas. Nuestro patrimonio material acumulado a lo largo de décadas de trabajo y emigración de nuestros abuelos, todos ellos con morriña y vocación de vuelta a la tierra madre. Un piso costaba cien mil euros. Psicológicamente cien mil era una cantidad aceptable. Si en vez de cien mil se hubiera hablado de diez millones de pesetas nuevas, de céntimos de euro, la percepción psicológica del riesgo hubiera sido más realista.

Veremos lo que ocurre ahora. La UE contraatacará. Los mal pensados pensamos que hay algo maligno dentro de esa organización. Escupe sentimentalismo unionista a paletadas. Emite euros a mansalva a gobiernos incapaces como los que padecemos desde hace tiempo en España. Pero hay alguien detrás que espera cobrar la deuda con intereses usureros. Y si no al tiempo. Al poco tiempo. Veremos lo que pasa en el partido de fútbol entre el Barcelona y el Madrid. Si hubiera cierta sensatez en este país, el partido se jugaría en Cáceres, o no se jugaría, o se haría algo para que los barcelonistas jugaran la liga francesa. Cualquier cosa antes de dejar que ocurra alguna desgracia irreparable. En el Reino Unido tienen a Boris, en España tenemos a Sánchez. Una gran diferencia.




martes, 10 de diciembre de 2019

LLUVIA MORTAL

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal















VER AQUÍ



Pues este post va sobre la novela "Lluvia Mortal". La publiqué en Amazon en su momento con un seudónimo (preveía que me iban a machacar) y efectivamente, así fue. Dos comentarios malvados, furiosos, agresivos, violentos. Me pareció.

En internet y en Amazon kindle por extensión, pululan malas personas, malos sentimientos y malvados profesionales. Odiadores vocacionales. Si la novela está ambientada en el País Vasco ¿qué culpa tengo yo de que la palabra España esté proscrita? Allí todo el mundo habla del "Estado" y a veces del "Estado español" como mucho. Tampoco tengo la culpa de que se utilice un lenguaje extraño compuesto de un noventa por ciento de castellano, salpimentado de palabras euskéricas que responden a una especie de acuerdo tácito según el cual; cuando las utilizas te identificas con la corriente general de opinión políticamente correcta. Si dices "policía vasco" eres maketo, si por el contrario dices "ertzaina" se te perdona la vida. Es así, no hay nada más, ni nada menos.

En todo caso quizá mi novela sea mala, malísima, no lo niego, pero las dos críticas que aparecen en Amazon más parecen producto de una congénita sangre venenosa que de otra cosa. Tal vez se trate de escritores de la plataforma que quieren hundir la posible competencia. Todo es posible.

De todas formas corregí la novela para que nadie se sintiera ofendido en este extraño país. Cambié la portada y omití las expresiones vascas. Siempre pensé que la novela no era tan mala como decían. Lo sigo pensando aunque es posible que esté equivocado.Incluso pedí un presupuesto para su posible corrección profesional. Mucho dinero, demasiado. Me pareció.

Pues casualmente hoy he encontrado dos valoraciones en Goodreads. Francamente no sé cómo mi novela en su primera versión ha llegado hasta esa plataforma ni sé tampoco cómo funciona.

Sorprendentemente una valoración es de dos estrellas (deprimente) y otra de cinco estrellas. Vete a saber.

En todo caso agradezco esa valoración.

sábado, 7 de diciembre de 2019

ÚLTIMO ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN DEL 78

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal




















Se celebra hoy el día de la Constitución del 78. El régimen ha durado 41 años exactamente. La parte más importante del texto legal es la que consagra las autonomías, a las que además designa en el preámbulo como nacionalidades o regiones que integran la indisoluble unidad de la nación española. Este galimatías jurídico es, en sí mismo, una contradicción evidente. La unidad es indisoluble, pero se disuelve a continuación.

También dice algo del papel del rey al que define como «símbolo de su unidad y permanencia».

Hay otras dos partes fundamentales en el texto. Una es la del Título VIII que establece el reparto de competencias entre autonomías y el gobierno central y otra la que a imitación de otras constituciones pone en marcha un tribunal de excepción que, por encima del Tribunal Supremo, tiene competencias extensas.  En última instancia lo convierten en un tribunal de apelación a las sentencias del sistema judicial ordinario. El Tribunal Constitucional es, por encima de cualquier otra cosa, un Tribunal político.

Esto hace de la Constitución del 78 un auténtico régimen que nace precisamente del propio franquismo y que finalmente se convierte en un sistema con caducidad no definida, pero si determinada por el paulatino encogimiento del Estado Central y la transferencia interminable de competencias a las autonomías.

Ahora, cuarenta y un años después de la promulgación de la Constitución podemos extraer algunas consecuencias de la misma. En primer lugar se hace evidente que el texto legal está consensuado por los restos políticos del régimen franquista que se apresuran a reconvertirse en partidos similares a los europeos occidentales y por los partidos que recogen las ideas de los perdedores de la guerra civil del 36.

Entre estos últimos, el PSOE hereda la ideología socialista, es decir marxista posiblilista de los primeros tiempos del comunismo para insertarse como partidos democráticos en las naciones liberales de Europa.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

OTAN

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal


















La OTAN, organización de defensa mutua que orquestaron los norteamericanos en tiempos de la guerra fría para oponer una fuerza conjunta al ejército soviético. Paralelamente la Unión Soviética organizó el denominado Pacto de Varsovia. Ambas organizaciones aseguraban a Estados Unidos por un lado y a la Unión Soviética por el otro el control de las zonas de Europa que una y otra superpotencias se habían adjudicado al final de la segunda Gran Guerra.

El derrumbe del comunismo en Rusia animó a la OTAN a pasar de supuesta organización defensiva a iniciar actividades ofensivas sobre países aliados de la gran Rusia. Serbia fue atacada con escasa justificación por la entente occidental que finalmente provocó el desmantelamiento de la federación yugoslava y sangrientas guerras asociadas a siniestras maniobras políticas del bloque occidental.

La OTAN languidece ahora, a la llegada del presidente norteamericano que ha exigido con lógica matemática una mayor implicación defensiva por parte de los países aliados. A Europa le interesa la OTAN siempre que la factura la siga pagando el gran hermano norteamericano. Pero el centro de gravedad mundial se está desplazando. La vieja Europa languidece entre la hordas musulmanas y el cepo mental climático, feminista, homosexualista y similares que mantiene en estado de coma cerebral a sus ciudadanos. Incapaces de hacer algo, los viejos europeos se dejan zarandear por el gremio culturaloide de actores, actrices, escritores, cantores y demás cigarras que están esquilmando el hormiguero que ingenuamente les acoge.

Los principios morales, simplemente ya no existen arrasados por la cultura preeminente cuyo apellido más apreciado es la palabra "corrosivo". Si algo es corrosivo tiene grandes posibilidades de triunfar en esta Europa enferma que, muerta de miedo, apenas respira con ventilación asistida.

Se reúne la plana mayor de la OTAN y el amanerado primer ministro canadiense, conocido homosexual y homosexualista, se burla de Trump, presidente electo norteamericano al que han votado los ciudadanos con sentido de común del gran país del norte. Trump, como siempre, dice lo que piensa y califica al canadiense como un hipócrita. Acto seguido abandona la cumbre.

Y nuestros alegres dirigentes parecen ignorar que al otro lado del antiguo muro, la potencia rusa ha resurgido como ave fénix de sus cenizas. Hacen cábalas acerca de PIBs de un lado y otro, de número de habitantes y llegan a la conclusión de que Rusia es un estado sin importancia que puede ser atacado, asunto de Ucrania y Crimea, con total impunidad.

Pero Putin no es Trudeau, el psicodélico dirigente canadiense, ni Macron el niño de mamá francés, ni mucho menos Sánchez. Tampoco es Trump, que habla mucho y muy alto, pero al que le cuesta tomar decisiones, quizá porque no puede, atrapado como está por la banda demócrata del congreso y la pandilla de periodistas, heroicos luchadores contra el presidente, siempre, eso sí que se trate de un republicano.

Putin, tiene lo que hay que tener. Sabe cómo se juega el gran juego y es, probablemente, el artífice de que a raíz del 11 S, el mundo musulmán dejara de consideran el gran enemigo a Rusia para pasar a odiar (es condición genética musulmana el odio) al gigante norteamericano.

Viendo las cosas en perspectiva, la invasión norteamericana de Afganistán fue una magnífica jugada de Putin. Los talibanes fueron derrotados y dejaron de aleccionar y atraer a sus filas a ingentes masas de islamistas circundantes a la gran Rusia. Además, semejante error estratégico consiguió enterrar en la memoria, siempre olvidadiza de las tribus de Mahoma que el gran enemigo de Afganistán fue la Rusia comunista, Rusia imperial al fin y al cabo.

Putin aprovechó el desaguisado de Busch y compañía y se dedicó con tiempo y tranquilidad proporcionados por la estupidez de los USA a rearmar la economía y el ejército ruso.
Ahora, con el amigo americano batiéndose en retirada por las burlas, uno se pregunta hasta qué punto estará el mandatario USA interesado en seguir manteniendo una alianza que, en definitiva, es el ejército norteamericano desplazado a Europa y ninguna otra cosa.

Y uno se pregunta también si el zar de todas las Rusias no estará preparándose para asestar el golpe definitivo a esta Europa sojuzgada al poder alemán. Cualquier día amaneceremos con las tropas rusas avanzando a velocidad de crucero sobre la vieja, enferma, claudicante Europa del oeste y veremos a nuestros optimistas dirigentes, convenientemente acordonados por la policía, abordar aviones Falcon en dirección a Nueva York.

Desde el aire, jocosos, entretenidos, se estrecharán manos y se darán abrazos al tiempo que siguen descojonándose de todos nosotros.

11 M: REALISMO FANTÁSTICO ó MÁGICO.

  El gobierno del PSOE ha rescatado la memoria del 11M. Con su habitual manipulación a cargo de informadores sectarios que han tapado el...