La economía del Nilo
En Italia, como consecuencia de las últimas elecciones, ha habido una remota posibilidad de conformar un gobierno contrario, en general, a las políticas de la U.E.
Sin embargo el presidente de la república al que se considera uno de los empotrados por el NOM o el mundialismo arrasador de naciones y estados con capacidad de bloqueo parece, porque desconozco las sutilezas de la constitución transalpina, ha vetado el nombramiento de un ministro de economía que viene advirtiendo desde hace tiempo de las indeseables consecuencias que para el país ha tenido la asunción del euro como moneda oficial.
Y esto me recuerda un antiguo pasaje bíblico muy conocido, pero mal entendido en el que José hijo de Jacob recala en condición de esclavo en Egipto para acabar convirtiéndose en primer ministro del faraón. Todo el mundo conoce el sueño de las vacas flacas y de las espigas arrasadas que acaban por comerse a las anteriormente vacas gordas y espigas florecientes. En ambos casos tanto las vacas flacas como las espigas agostadas surgen del Nilo. Era evidente que el poder y la riqueza de Egipto dependían del gran río. El sueño faraónico, a la vista de lo que luego ocurrió ponía de manifiesto dos cosas, primero que el faraón conocía los ciclos económicos del país, ciclos que se repetían a intervalos aproximados de siete años y segundo que deseaba aprovecharse de ello y no sabía cómo, lo que convertía plácidos sueños en pesadillas recurrentes.
Los ministros y sacerdotes egipcios no fueron capaces de interpretar que lo que subyacía en el inconsciente del monarca no era otra cosa que ambición. Todos conocían en Egipto los ciclos más o menos fijos de años de buenas cosechas y de malas subsiguientes siempre relacionadas con el nivel que por motivos para ellos ignotos alcanzaban las crecidas anuales del río. Los agricultores egipcios también lo sabían y guardaban en sus silos el grano necesario para pasar esos malos siete años que seguían implacables a los siete de buenas cosechas.