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viernes, 10 de enero de 2020

EL AUTÉNTICO SIGNIFICADO DEL ASESINATO DE SOLEIMANI

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














El asesinato de Soleimani abre una nueva estrategia en los conflictos bélicos. Hace años vi un documental en TV. Quizá fuera solo una noticia con acompañamiento de video, no lo sé con seguridad. El caso es que podía verse una impoluta sala repleta de mesas, sillas y en cada mesa una pantalla de ordenador. Frente a cada una de ellas un militar, o una militar. Vestían el tradicional uniforme USA de camuflaje, sin que se pudiera entender qué función tenía camuflarse en aquel remoto lugar de los Estados Unidos, según creo, en que se grabaron las imágenes.

En uno de los ordenadores una joven observaba el tranquilo paseo de un hombre en el desierto de Afganistán. Mientras sorbía un café jugueteaba distraídamente con el “jostick”. Las imágenes estaban siendo tomadas desde arriba, quizá desde un “dron” o un satélite. Enfocaban con gran precisión al confiado paseante. Era alto, muy delgado,con barba, turbante anudado a la cabeza y para su desgracia, parecía Bin Laden, cuando Bin Laden todavía se ocultaba en algún lugar desconocido. Alrededor del hombre la pantalla dibujaba un cuadro y estrellas o apóstrofes en cada vértice, un cuadrado mucho menor oscilaba en torno a su cabeza. La joven militar, creo que recibió alguna comunicación, apretó el botón del “jostick” y el hombre fue inmediatamente fulminado.

Por supuesto fue un error. Aquel desconocido no era Bin Laden. Es posible que ni siquiera tuviera relación con ningún grupo armado. Quizá solo fuera un hombre tranquilo que disfrutaba del paseo. En todo caso murió por algún disparo efectuado desde un “dron”. A la militar, el reportero le preguntó algo respecto al posible error y como respuesta un encogimiento de hombros y una sonrisa.

Pero eso fue hace algunos años. Parece que la tecnología ha mejorado. Ahora los militares norteamericanos están seguros del objetivo, ya no confunden caras o siluetas. Y entonces podemos entender el significado profundo del asesinato de Soleimani. Es un aviso, un aviso a navegantes.

Hasta ese preciso momento en que Soleimani muere, los grandes, los poderosos de las naciones, podían sentirse relativamente seguros. Las vidas físicas de los jerarcas, de los que ordenan atentados y acciones militares suelen estar a buen recaudo, lejos de los escenarios bélicos y protegidos por guardias pretorianas de fidelidad contrastada. La absoluta invulnerabilidad del líder es imposible, siempre ha existido un riesgo. Muchos dirigentes políticos han muerto asesinados, pero el riesgo era más bien remoto y asumible. Los servicios de protección personal han mejorado desde el asesinato de Kennedy y todos los presidentes posteriores han culminado sus años de mandato con vida. El atentado contra Reagan falló finalmente. Es de suponer que otros líderes de países en conflicto habrán sabido organizar sus propios servicios de protección de manera eficiente. El propio Soleimani debía de contar con una guardia personal extraordinariamente preparada. Tal vez incluso contaba con asesoramiento de los servicios secretos de Putin. Todo ha resultado inútil.

Trump y sus asesores militares no responderán al ataque con misiles porque ya esperaban que se produjera. Simplemente se ríen para sus adentros. El mensaje estaba destinado a los jerarcas iraníes y a otros que desde este momento deben andarse con mucho ojo.

Para qué iniciar una aparatosa y costosa guerra si puede liquidarse el asunto con tanta facilidad. Un enemigo es peligroso en la medida en que sus dirigentes están capacitados para la dirección y toma de decisiones. Sin Hitler es probable que Alemania no se hubiera lanzado a la guerra.

No todos los hombres o mujeres son buenos al mando de ejércitos o grupos armados. Soleimani parece que era un extraordinario líder y con su muerte la eficacia de los grupos que él dirigía habrá seguramente disminuido. A esto debe añadirse el profundo sentimiento de inseguridad personal que el asesinato ha producido y producirá en adelante en todos aquellos enemigos jurados de USA y sus aliados, singularmente Israel. Ali Jamenei sabe ahora que cualquier paseo por las calles de Teherán puede ser el último. Lo mismo ocurre con elementos como Maduro o el propio Qim Jong. Todos ellos habrán sacado las conclusiones oportunas. En algún remoto lugar, en una sala aséptica y repleta de sofisticada tecnología alguien frente a una pantalla de ordenador les está viendo. Están siendo seguidos en todos y cada uno de sus movimientos. A estas alturas, quizá ni el interior de los palacios presidenciales, mezquitas o instalaciones militares sea seguro. Algún avance de reconocimiento facial, o de captación de calor corporal estará siendo utilizado para enviar coordenadas personales al espacio y luego al ordenador frente al cual un militar, en caso de que llegue la orden, solo tendrá que apretar el botón mientras se bebe un café caliente.

sábado, 4 de enero de 2020

CÉSAR VIDAL: DECEPCIÓN

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














Corrían aquellos años...o tiempos...o épocas no tan lejanas...supongo, puesto que yo las recuerdo. Tiempos en que la radio vespertina daba paso a un programa que llamaban “La linterna”. Las mañanas de la COPE amanecían llenas de voces atronadoras, adjetivos descalificativos y advertencias apocalípticas. Era el reino de Federico, el broncas, el “Mou” de las ondas. Despertares tormentosos y tertulias políticas que ponían los pelos de punta. La orquesta “heavy” de Federico ponía a los oyentes entregados en estado frenético. Terminado el programa las farmacias dispensaban ansiolíticos a mansalva para que los oyentes cautivados pudieran bajar unos grados el peligro de infarto a que la indignación provocada por la realidad nacional, según Federico y compañía, les conducía día tras día. No había competencia posible que soportara la carga de oxígeno líquido con que Federico llenaba los cohetes radiofónicos que impulsaban hasta la estratosfera de la tensión personal y política a los seguidores impenitentes del pequeño gran comunicador turolense.

Las crepusculares emisiones de “La linterna” eran, por el contrario, un relajante baño en un estanque de agua cristalina y cálida. Don César Vidal hablaba con voz profunda, casi hipnótica. Presentaba el programa con un estribillo que no por repetitivo dejaba de ser sugerente. “Corría el año...” y explicada la anécdota histórica, aplicaba la lección, la moraleja extraída desde la profundidad de los tiempos a algún suceso o hecho análogo que se hacía noticia de actualidad.

La denuncia política, la precisión de los hechos, la estructura interna misma de lo que se contaba era tan letal y desagradable para determinados políticos como la que Federico expulsaba por las mañanas, solo que contada de forma tranquila, sin excesos verbales, con exquisita corrección y elección del lenguaje, de las palabras y siempre sin que nadie pudiera, ni de lejos, sentirse insultado.

A continuación, las noticias culturales, las entrevistas a actores, actrices entrañables, muchos y muchas de ellas rescatadas desde los tiempos cavernarios del añorado Estudio 1 de TVE nos sumían a muchos de sus oyentes en un estado de tranquilidad casi sofrónico. Solo destellaban de vez en cuando los rayos y truenos de las tormentosas requisitorias de Roberto Centeno en la “Linterna de la economía”. “Sosiéguese don Roberto...”, debía intervenir de vez en cuando el bueno de don César, yo creo que alarmado, ante el aumento de tensión a que se veía sometido el tertuliano.

Por eso me sorprende el César Vidal exiliado, según dice él mismo, para huir de algún atentado e incluso el César Vidal víctima de acoso laboral a que el propio Federico y sus secuaces de Es radio sometieron. Acoso que acabó expulsando finalmente al único comunicador que podría sostener la emisora si, por cualquier circunstancia, Federico la abandonara. Según cuentan y él mismo lo certifica, en alguna reunión de accionistas estuvo a punto del colapso cardíaco, del que solo la suerte o la intervención del buen Dios en el que cree, le libró.

Me sorprende, digo, la reacción del historiador metódico y reconocido, contra el ensayo “Imperiofobia”, pero mucho más las faltas de respeto y los insultos que lanza contra su autora. Uno podrá estar o no, de acuerdo, con las tesis que “Imperiofobia” sostiene. Pero insultar de esa manera a una persona, sea esta cual sea, me parece, y tengo que decirlo con tremendo sentimiento de decepción, más propio de rastreros activistas políticos o ideológicos, que de una persona a la que siempre creí dotada de una especial sensibilidad y respeto personales, para decir la verdad, la suya al menos, sin recurrir al insulto barriobajero.

Mucho menos en el caso de tesis históricas controvertidas como la que es objeto de semejantes descalificaciones, repito, no ya científicas, sino personales.

Ejemplo...«En el caso de los judíos, contemplaban horrorizados que el panfleto tuviera el descaro desvergonzado de defender instituciones tan viles como la Inquisición mientras el integrismo más casposo le brotaba por los cuatro costados.  No puedo reproducir lo que me dijeron todos ellos – personas además muy instruidas – porque a más de uno le rebrotaría el sarampión antisemita, pero tengo que señalar que razón no les faltaba.  Por lo que respecta a los historiadores de profesión, insistían especialmente en que era bochornosa la manera en que Elvira Roca – que no es historiadora ni cosa parecida - falseaba la Historia de América y de Europa.  Varias voces me pidieron que examinara el texto y escribiera una refutación.  Lo leí y, sinceramente, me pareció un excremento envuelto en bilis e ignorancia...»

«con las mujeres pasadas de años me pasa como con los niños, que por muy brutos que sean, por educación, prefiero dejarlos a su aire.  Con todo, existe una justicia cósmica y el catedrático José Luis Villacañas ha escrito una magnífica obra – Imperiofilia y el populismo nacional-católico – en la que tritura a Elvira Roca demostrando sobradamente que no pasa de ser una panfletaria de ínfima condición.  »

«Elvira Roca no pasaría un examen de Historia salvo que lo leyera Torquemada y, en su calidad de gran inquisidor, decidiera darle al menos un cinco por colaborar. Y es que, como muy agudamente ha señalado Villacañas, a Elvira Roca la Historia real le trae sin cuidado porque realmente ni la conoce ni le importa.  De lo que se trata es de sustentar una versión falsa e interesada del devenir español situado en el yunque – o en el Yunque - e impuesto a martillazos de deplorable demagogia….»

Como ejemplo de lo que estoy denunciando, creo que es suficiente. El artículo al completo está en esta dirección:

AQUÍ

No puedo, sino lamentar que un hombre al que he admirado por muchas razones, haya escrito semejante artículo. No se trata de una refutación académica que siempre es razonable. No todo el mundo va a estar de acuerdo con lo que doña Elvira sostiene. Lo que, sinceramente, me indigna es al ataque personal, eso que  los eruditos llaman  descalificación “ad personam”.

 «Mujer pasada de años».

¿De verdad César Vidal. El César Vidal de las noches de “La linterna”, ha escrito eso?

«Panfletaria de ínfima condición...».

Increíble que para refutar una tesis histórica, (yo no estoy ni lejanamente cualificado para hacerlo en uno u otro sentido, pero más de uno y de dos reputados intelectuales y reconocidos miembros de la élite cultural española la apoyan), César Vidal tenga que recurrir al insulto tabernario propio de picapedreros, con todo el respeto para ellos, del siglo XIX.

No hay mucho más que decir. El artículo retrata a un, para mí y hasta ahora, César Vidal desconocido.


jueves, 2 de enero de 2020

LA FIERA VATICANA

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














El careto papal. El careto es la expresión facial. A veces me veo atacado. Por ella. No diré quién es ella. La composición caretal es variada. En general, sufriente. La enfermedad apareció en el exacto momento en que murió. Y a partir de ahí… hasta hoy. Sin tregua, sin descanso, sin perdón. El careto es eterno. Se sucede a sí mismo y lo temo más que al diablo. El peor es el careto acusador culpabilizador. Uno es culpable aunque se demuestre lo contrario.

Ellas se casan pensando que ellos van a cambiar y ellos pensando que ellas no van a cambiar. Pregunten a Felipe. El careto de ella es inerte, marmóreo, fratasado y sumergido en espesa capa antártica de productos faciales, pero…

Más que probablemente emergerá en la intimidad. El cuento de la cenicienta fue maravilloso mientras fue solo fantasía para consumo de soñadoras. Ahora es aterrador.

Viene esto a cuento del terrible manotazo papal. El anticristo no soporta a los demás, tampoco a las demás. La cólera del jerarca que baja hipócritamente a las cloacas del pueblo llano y corriente. A darse el baño de barro propio de elefantes que de vez en cuando deben compartir charca y barrizal con especies inmundas. Pero la humilde gacela que reclama atención real y no sonrisa impostada pone al descubierto la cruel realidad de la fiera.

El terrible manotazo seguido del aterrador careto. Crimen de género si el autor fuera Juan Nadie. Detención y cárcel sin posible fianza. Pero se trata de la fiera. Del impostor vaticano. Del mentiroso que tenía preparado discurso de año nuevo contra el maltrato a la mujer. Rayos y truenos en el interior de la cueva. Nueva impostura pidiendo perdón, mientras el careto emite ondas asesinas.

Es imposible escapar del careto, del propio y del ajeno. Ellos saben de ti y tú sabes de ellos. Te conocen y los conoces. Tienes que huir, esconderte. No hay salida.

Dicen haber encontrado la forma de leer el pensamiento a través de un gorro de baño repleto de agujas conectadas a la piel del cráneo.

Sinceramente, no hace falta tanto alarde tecnológico. Simplemente, miren el careto.



11 M: REALISMO FANTÁSTICO ó MÁGICO.

  El gobierno del PSOE ha rescatado la memoria del 11M. Con su habitual manipulación a cargo de informadores sectarios que han tapado el...