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viernes, 4 de enero de 2019

LEYES DE GÉNERO Y MEMORIA HISTÓRICA. EUTANASIA DE OCCIDENTE

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno














En Andalucía se juega el ser o no ser de algún líder, de algún partido y quizá también de España. Según cuentan, el pacto PP C`S hace aguas por la oposición de Vox a las leyes de violencia de género y de memoria histórica que quieren mantener o legislar estos dos partidos. Asunto este que se vende como menor, pero que dice bastante del líder naranja (ya, evidentemente un veleta reconocido y aceptado), alguien que cambia de opinión según le dé la ventolera del día y dice mucho también del PP de Casado que se nos vende como una reconstrucción del partido de centro derecha de los tiempos de Aznar, pero que en la actual negociación parece tan desnortado y proclive a orientar las velas al viento cambiante como el de Rivera. Y uno se pregunta si para que legislen y gobiernen como el PSOE, merece la pena el cambio andaluz.


Dos leyes de corte marxista radical. La primera condena al hombre, al varón, por el solo hecho de serlo a ser ciudadano de segunda frente a la mujer. Convierte cualquier posible acercamiento a la hembra en sospechoso de malas intenciones, destruye la convivencia de toda una nación, fomenta los compartimentos estancos sin otra posible convivencia entre sexos que no sea la que conduce al coito en sí mismo y siempre que la hembra de la especie consienta y mantenga ese consentimiento antes, durante y después del ayuntamiento carnal.


El riesgo que asume el varón normal y corriente que pretende una relación amorosa y no digamos conyugal duradera en el tiempo se está convirtiendo en inasumible. Esa ley que otorga derechos absolutos a la mujer frente al hombre está además sustentada por una ideología hembrista de más que difícil entendimiento. Ideología que sostiene el derecho femenino a vestir o no vestir  (ir prácticamente desnuda) según le interese y sean cuales sean las intenciones últimas que sostienen la elección del vestido. 


Así tenemos, por ejemplo, que las botas altas de cuero, antes propias del varón ya están prohibidas de hecho para el hombre y solo las usan las mujeres. Ese detalle, aparentemente nimio, tiene su interés por cuanto ese calzado es signo de autoridad y poder. También los pantalones han pasado a ser prenda femenina sin que se haya abandonado la tradicional falda, minifalda y otros vestidos que sugieren seducción o atracción sexual hacia el varón. Es decir que la mujer a través del vestido que elige en cada momento puede emitir señales distintas. Si viste prácticamente como un hombre indica la voluntad de situarse en idéntica o superior posición de poder, si por el contrario opta por el sugerente vestido, el maquillaje, la depilación, peluquería todo ello unido significa el recurso a lo que tradicionalmente se conoce como “armas de mujer”.

El resultado es de una confusión absoluta tanto para los varones como para las mujeres. Nadie sabe exactamente cuál es el papel que se está representando en este teatro del mundo y acaba por desconocer los códigos adecuados de conducta que permiten una relación adecuada entre sexos.

Pero hay algo más, y ese algo es el futuro para la mujer, un futuro no de tanta libertad y poder como se presupone. Leemos que un partido de la liga italiana se va a disputar en Arabia Saudita bajo las estrictas normas religiosas de ese país. Las mujeres quedan relegadas a determinados lugares en el estadio y a las europeas que se les ocurra asistir se les recomienda que vistan conforme exige la religión islámica. Esto no sería preocupante en sí mismo, si no fuera por la actitud que suelen tomar nuestras políticas (cada vez más) con cargos importantes en el gobierno y la administración europeas, todas ellas furibundas feministas capaces de destruir a cualquier varón blanco y occidental que se encuentren por casualidad, mujeres estas que cuando visitan países árabes que lo exigen y aun no exigiéndolo optan sumisamente por vestir conforme a las estrictas reglas del país en cuestión, poniéndose pañuelos en la cabeza que taponan la exuberante cabellera rubia de sus comparecencias periodísticas en Europa, escondiendo las piernas que tan generosamente enseñan en occidente y disimulando el pecho que suele reventar en los telediarios nacionales, todo ello en gesto de extraordinario acatamiento coránico.

Esto indica que las leyes de género son oportunistas y temporales, tienen por finalidad última desarmar al varón occidental, destruir su virilidad, castrarle psicológicamente y volverle incapaz de cualquier resistencia ante el cambio brutal que se está barruntado en un futuro próximo. Los y las dirigentes occidentales trabajan para el enemigo, entregan a sus gobernados a una religión foránea, engañan a las mujeres (a la gran mayoría) a las que dicen “empoderar”, las invitan a la desnudez salvaje, al sexo descontrolado, las entrenan en contra de cualquier actividad tradicionalmente femenina, por supuesto aborrecen la maternidad y fomentan el aborto masivo de occidente para finalmente, y esto ocurrirá a corto plazo, entregar a la mayoría de ellas a las leyes islámicas que no tendrán el menor inconveniente en someterlas a la “sharia” y eso con suerte para ellas.

Las leyes de género son suicidas, lo mismo que las leyes de memoria histórica que buscan destruir nuestra herencia moral y religiosa para entregarnos sumisamente a la invasión que nos abruma y nos llevará en un futuro próximo a la desaparición.


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