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viernes, 18 de octubre de 2019

CATALUÑA 2019

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














CATALUÑA
Lo que sucede en Cataluña demuestra una sola cosa; la debilidad de eso que hasta hace poco se llamaba España. El nacionalismo catalán es, por su propia naturaleza, antiespañol. El catalán se identifica a sí mismo, no por lo que es, sino por lo que no quiere ser. No quiere ser charnego, odia todo lo que huela a español. En la actual revolución catalana cuyo disparo de salida lo ha dado la sentencia del Supremo además de nacionalismo radical propio de tribus que se consideran elegidas, hay otros componentes.

Por supuesto, la izquierda española en general está presente en las algaradas catalanas y en el resto de España apoya la revolución a través de los medios de comunicación. Sobre todo las televisiones, reconduciendo de cualquier forma, con cualquier argumento la opinión pública española hacia posiciones de comprensión o de relativización del problema que se le plantea a España y por ende a los españoles.



Españoles que se lo pasan bomba con las historias de Belenes, Rocíos, Milas, José Javier y demás participantes en esos programas pensados para arrasar cualquier sinapsis neuronal de un cerebro mínimamente desarrollado.

También está presente en Cataluña el gobierno y el partido que lo sustenta. El PSOE de Sánchez no va a hacer nada para frenar o reprimir la revolución catalana. Esto se deduce de la actitud del ministro del interior y del propio Sánchez que parecen estar a favor de ella.

Pues de eso se trata, una revolución de colores similar a las que han tenido éxito en países como Túnez, Libia y sobre todo Ucrania.
Y esto nos lleva a la sospecha de que hay terceros países implicados en la revuelta. Terceros países de los que algunos creemos que actúan a través de servicios secretos.

Rusia es uno de los mejores candidatos. De esta forma devolvería a la OTAN, sobre todo a Europa, en plena retirada de USA, las intervenciones occidentales en territorios que Rusia considera de su máximo interés.
España, por ejemplo, participó en su momento en los bombardeos a Serbia, tiene desplegadas unidades militares en la zona de los Balcanes y está, colea todavía, el asunto de Ucrania y su derivación en Crimea que tanto ha escocido a Putin.

Esto no descarta que países más cercanos y aparentemente aliados, la posición de Bélgica es curiosa, estén también fomentando el secesionismo catalán. Pero no solo países europeos. Marruecos tiene una especial inquina por lo español y podría montar en cualquier momento una marcha verde marítima hacía la costa andaluza. Eso si no lo ha hecho ya y desde hace años con la entusiasta colaboración de los pro-islámicos partidos izquierdistas españoles.

Lo que está por ver es en qué quedará todo este proceso. Proceso al que una y otra vez se refiere Mayor Oreja. Proceso que dice el ex ministro comenzó con la alianza de Zapatero y la organización ETA en su división política.

Habría que decir entonces que el proceso comenzó antes. Concretamente con los atentados del 11 M cuya autoría no se conoce y en los que, según Villarejo, participaron servicios secretos franceses y marroquíes. Nótese aquí que Aznar implementa una alianza con los anglosajones y que esa deriva molesta tremendamente a Francia. La bomba del 11 M supone la vuelta de España al redil francés.

Mayor Oreja denuncia un proceso, pero no termina de explicar cuál es el objetivo final de dicho proceso. Durante la intervención norteamericana en Irak, el presidente Busch habló una y otra vez de una “hoja de ruta”, es decir una lógica sucesión de acciones, bélicas y de otro orden, económicas y sociales por ejemplo, que deberían conducir a un escenario final. La “hoja de ruta”, al menos aparentemente era clara y el objetivo a conseguir, “países árabes pacificados con sistemas democráticos y económicos parecidos a los occidentales”, parecían bien definidos. Otra cosa es que dicha “hoja de ruta” respondiera a la realidad y también que, en definitiva, los objetivos previstos, con deserción del contingente español por medio, nunca se consiguieran.

Mayor Oreja no termina de definir el objetivo del que llama “proceso”. Si alguien como él, experto político y aparentemente sensato prohombre español, no nos dice cuál es la finalidad de este movimiento catalán, no queda sino elucubrar.

Y entonces tenemos.
a) Un país, una nación extremadamente débil con un gobierno llegado al poder de manera rocambolesca, cuyo presidente recibe al señor Soros a poco de sentarse en el sillón. Soros es un conocido especulador judío que promueve y financia todo tipo de organizaciones al servicio de eso que se ha dado en llamar el NOM.

b) España no solo es débil en lo político, sino que desde la crisis del 2007 y bajo el optimista biológico, más bien patológico, Zapatero y su sucesor Rajoy, no ha dejado de incrementar una deuda nacional que según los más reputados economistas es impagable.


c) La España actual es el resultado del postfranquismo. De una nación unitaria, con gobierno centralizado cuyos referentes ideológicos se sostenían en el catolicismo más conservador, pasa a ser una nación deshilachada en diecisiete comunidades autónomas con gobiernos cada vez más radicales y todas ellas en busca desesperada de identidades tribales similares a la vasca y a la catalana. Amén del cambio de paradigma ideológico que instituyó Zapatero con las leyes llamadas progresistas. Leyes de género y de memoria histórica, etc.

d) Tiene además varios idiomas oficiales que se sustentan en el odio a la lengua española  y algunas comunidades rescatan formas antiguas del español para convertirlas en idioma oficial de la comunidad con la misma finalidad. Ejemplo Asturias con el bable.


e) No hay un sistema educativo nacional, sino diecisiete. También es probable que acaben existiendo diecisiete sistemas de salud, diecisiete sistemas fiscales y demás.

f) Funcionan varias policías autonómicas.

g) La presión fiscal necesaria para sostener todo el sistema constitucional del 78 más las naturales depredaciones políticas que el sistema multiplica por diecisiete, son asfixiantes.

¿Cuál es pues, el objetivo último del proceso que denuncia Mayor Oreja, pero que nunca acaba por identificar?

Por lo que parece, se trata de desmantelar la España actual. El desentierro de Franco parece ir en ese sentido. Se trata de reescribir la historia ochenta años después de la derrota militar. Situar a España en el escenario de una victoria republicana en el año 1939 y recomenzar de nuevo.

La alianza de izquierdas y el nacionalismo irredento foralista-carlista se repite, ahora contra el cadáver de Franco y la España que subsiste todavía, por considerar que la misma existencia de España solo puede ser franquista.

Lo lógico es que la izquierda, si consigue asentarse en las próximas elecciones, termine por abolir la monarquía y recuperar la república, probablemente confederal, que sería la tercera y parecida a la primera república cantonal. Eso por lo que parece en el plano nacional. Pero existen otras posibilidades.

Puede consumarse la independencia catalana. El entorno europeo parece más bien favorable a ello.

Puede también producirse un enfrentamiento civil en Cataluña que España no está en condiciones de resolver, lo que propiciaría algún tipo de intervención europea. Probablemente Francia. La tremenda deuda nacional y los problemas que la independencia catalana van a generar en todo el Estado pueden acabar por hacer saltar la España que conocemos por los cuatro costados.

Andalucía en cuyo territorio tenemos poderosísimos ejércitos extranjeros podría quedar fácilmente en manos de estos dos países con unidades militares desplazadas, Reino Unido y USA. Incluso Galicia que ha derivado hacia posiciones extremistas antiespañolas podría quedar engullida por Portugal.

No parece probable, aunque no debería descartarse un pronunciamiento militar. Las consecuencias serían terribles y es mejor no ponerse en este supuesto.

El panorama se presenta pues, angustioso y sin que pueda preverse la próxima evolución del problema catalán.





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