¿ARMAGEDÓN EN 2018?

EL LIBRO DE LA REVELACIÓN

¿Nos dirigimos al Armagedón? Netanyahu amenaza ya sin ningún disimulo a Irán. «Está engañando al mundo», dice, y luego, mediante un “power point” más o menos sofisticado demuestra, al menos lo intenta, que Irán lleva adelante un programa de fabricación de armamento nuclear que no puede, Netanyahu, es decir, Israel, es decir, Estados Unidos, o sea, el lobby judío internacional, aceptar de ninguna manera.

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El problema siempre ha sido el mismo, Israel y su aparición en la escena internacional como estado reconocido nada más acabar la segunda gran guerra.

Se justifica semejante surgimiento de varias maneras: como un derecho histórico, lo cual es problemático puesto que según ese argumento cualquier grupo más o menos organizado podría reclamar la delimitación de fronteras y el derecho a establecer un nuevo estado en base a una historia reconocida. Roma podría reclamar el mismo territorio bajo el mismo argumento, y si Israel dijera que antes que Roma estaban ellos, otras naciones podrían decir que antes que Israel estaban los filisteos fueran estos quienes fueran.

El segundo argumento es religioso, según esto Yahvé o Jehová, el mismo que separó las aguas del mar Rojo, en vez de bajar el dedo y despejar la tierra prometida otorgó a Moisés el derecho de conquista a sangre y fuego sobre el territorio que hoy ocupa Israel.

El tercer argumento es emocional y se deriva del holocausto provocado por el nazismo, vendría a ser algo así como: «necesitamos un estado propio porque en caso contrario nos exterminan». Periódicamente el cine y la televisión ahondan en el drama sufrido por el pueblo judío a causa de las políticas nazis. Sin embargo otros pueblos han sufrido de forma parecida y la comunidad internacional no acaba de reconocerles ningún derecho a disponer de una soberanía propia, por ejemplo el pueblo gitano o el kurdo y algunos otros.



La situación actual es que Israel dispone de armamento nuclear por lo que es lógico que sus enemigos quieran también tener su propio arsenal. La Unión Soviética respondió al avance nuclear norteamericano con un programa propio de armamento disuasorio. Netanyahu desvela el programa nuclear iraní y en su momento EE UU desveló el programa iraquí sin que luego apareciese semejante arsenal por ningún lado.
Sería conveniente conocer el arsenal nuclear israelí tanto como el iraní. Por supuesto nuestros analistas siempre llegan a la gran justificación: «Israel es el único país democrático de la zona por lo que tiene, se supone, derecho a disponer de armas disuasorias teniendo en cuenta además que es un pequeño país de seis millones de habitantes rodeado por cientos de millones de pérfidos musulmanes que quieren destruirlo».

Es un país, en todo caso particularmente democrático. La ciudadanía de pleno derecho judía depende, no del lugar de nacimiento, sino de la sangre y de la religión lo que aumenta la población repartida por el mundo a unas cuantas decenas de millones. ¿No suena esto a racismo? Si los nazis creían ser raza superior en base a determinados mitos, los judíos se creen superiores en base a que son el pueblo elegido.

A estas alturas ya ha quedado suficientemente claro que el famoso ISIS es un grupo fanático musulmán que solo ha atacado a musulmanes, países árabes que curiosamente tenían gobiernos poco radicales, este curioso grupo guerrillero por el contrario, nunca ha atacado a Israel ni ha puesto en cuestión sus intereses. Dicen los mal pensados que detrás de ISIS están Israel y Estados Unidos. En Siria no han podido con El Assad (genocida según los medios europeos al servicio de la causa) dirigente que protege a los escasos cristianos que han sobrevivido a las masacres del ISIS. Es curioso que los países de Europa que no hace mucho tenían cierta sensibilidad cristiana sean los más furiosos enemigos del gobierno sirio actual, y por el contrario alaben a los degolladores de cristianos y ciudadanos estadounidenses como libertadores cuando no son más que un grupo de mercenarios salvajes entrenados y armados por las dos potencias que cobardemente les mandan por delante.

La intervención rusa ha puesto fin a los delirios de destrucción de todos los países antes rivales de Israel a los que se pretendía convertir en caóticos estados dominados por intereses tribales propios de la edad media (más o menos lo que ocurre ahora con España) y ahora Netanyahu descubre el juego al que han sometido a todo el mundo árabe y a occidente. Va a por Irán, quiere que EE UU se involucre y quiere hacernos creer que Irán es un peligro para nosotros. Ahora bien ¿por qué se mete España en una guerra que no le concierne? ¿Amenazó antes o amenaza ahora Siria o Irán o cualquier otro país reconocido a España? ¿Y Rusia? Que sepamos ninguno de estos países ha dicho nada de atacar a España. Curiosamente los únicos que tienen ejércitos desplegados en esta pobre nación son norteamericanos e ingleses. Hay que echarle mucha imaginación para creer que son aliados de España, y visto lo ocurrido con Alemania, también hay que ser ingenuo para seguir pensando que Europa protegerá la unidad nacional.

Pero lo realmente preocupante son las amenazas israelíes a Irán. Están buscando la guerra y no será una guerra como la de Iraq. Irán es en la actualidad lo que los el imperio parto o los germanos fueron para Roma. El límite. Nunca pudieron vencer al imperio parto y si Israel desencadena la guerra contra Irán es posible que nos veamos inmersos en la guerra final, la que parece que Israel busca denodadamente para confirmar los delirios bíblicos que todos, por nuestra educación cristiana, hemos acabado asumiendo. Dependerá de Trump y lo que él signifique en este momento. Puede estar amenazando con romper el pacto nuclear firmado por Obama como estrategia para llegar a otro acuerdo más ventajoso o solo para contentar al lobby judío americano, o puede que sea un muñeco en manos de esas fuerzas ocultas (el estado profundo) que se rumorea es el que realmente tiene el poder en USA. El precipitado reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel (cuestión religiosa también) por parte de Trump más bien nos inclina a creer en la segunda posibilidad por lo que la guerra está más cerca de lo que imaginamos.