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sábado, 31 de enero de 2015

GRECIA NO PAGA







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GRECIA NO QUIERE PAGAR.

El euro.

El dinero es, simplemente una equivalencia, un valor simbólico. En los primeros intercambios económicos cuando la humanidad que conocemos alboreaba, los agricultores ofrecían sus productos, los pastores, sus quesos y ovejas, los tejedores, sus vestidos. ¿Cómo intercambiar una túnica por una oveja, si quién vendía la túnica necesitaba patatas para comer y el único que precisaba el vestido era precisamente el pastor? Entonces los hombres y mujeres de la antigüedad se ponen de acuerdo. Utilizarán el oro. Un mineral estable, maleable, divisible y que con el paso del tiempo no se oxida, no se degrada y puede conservarse fácilmente. El siguiente paso consiste en sumar el valor de todos los productos del mercado y relacionarlo con una determinada cantidad de oro. Esa cantidad se divide, por ejemplo, en monedas y se distribuye entre los que acuden al mercado. Ya está. Se ha solucionado por fin el problema de intercambiar una oveja por una túnica. La oveja valdrá cien monedas y la túnica cuarenta. El pastor vende a quién necesite la oveja y paga cuarenta al tejedor, todavía le queda más de la mitad de la oveja para intercambiarla por lo que necesite.

El invento es bueno. Tan bueno que los políticos, enseguida le echan el guante.



Ahora situémonos en la antigua Roma. Un senador advierte, <<la cosecha de trigo de este año va a ser muy pobre>>, pánico en las gradas. El populacho es manejable, excepto sí……tiene hambre. El hambre es  síntoma de que la primera necesidad para sobrevivir de un organismo biológico no se está satisfaciendo y entonces……. El hombre, el ser humano, cualquier animal, se convierte en un peligroso desequilibrado. Un escalofrío de terror recorre el senado. En ese momento un senador más inteligente que la media de sus compinches, precursor del <<lobo de Wall Street>>, ofrece una imaginativa solución. Añadiremos algo de plomo a las monedas de oro que acuñamos, no  a todas, para que no se note, pero sí a un porcentaje de ellas.

<< ¿Cómo? ¿Qué  dice éste?>> pasmo senatorial. Nadie entiende nada. El lobo se explica:

 << Tenemos un millón de ciudadanos que bordean la pobreza absoluta  en la ciudad. Según nuestros cálculos, sólo vamos a poder ofrecer quinientas mil barras de pan. Si damos media barra a cada uno que es lo único que podemos hacer, se van a volver locos y nos van a aporrear aquí mismo, se impone pues, desviar la responsabilidad  y alimentar al populacho, o al menos que lo parezca. Cada barra de pan cuesta una moneda de oro, cuya acuñación es potestad del estado “BCE de entonces o banco de Roma”. Mezclaremos en algunas monedas algo de plomo “le daremos a la máquina de hacer billetes actual”, tendremos entonces un millón de monedas, si bien en realidad sólo corresponderán a quinientas mil auténticas, que repartiremos, con lo que cada ciudadano, en teoría al menos, podrá comprar su barra correspondiente>>.

Carraspeos nerviosos en la concurrencia. Un senador del bando contrario “oposición”, interviene: <<efectivamente, nuestros ciudadanos, muy agradecidos de que les hayamos proporcionado la moneda “subvención, RGI, actual”, acudirán a la panadería y es evidente que al principio, cuando las estanterías estén repletas, nadie se dará cuenta, pero con el paso del tiempo, seguirán acudiendo los confiados ciudadanos con sus monedas oficiales y el panadero acabará percatándose de que cada vez tiene menos pan para atender la demanda, recordemos que sólo dispondremos de quinientas mil barras para un millón de personas, eso no va a cambiar, luego con la lógica correspondiente, el panadero subirá el precio (inflación) de las barras restantes para no quedarse sin suministro. ¿Qué ganamos con ésto?>>. <<Tiempo>>. Contesta el lobo. <<Además, en el momento en que los panaderos comiencen a subir los precios, ellos serán los culpables. La masa enfurecida se lanzará contra las panaderías y nosotros tendremos que interponernos entre unos y otros para restaurar la paz y la convivencia cívica como nos corresponde. 

Con un poco de suerte, entre un lío y otro habrá pasado el suficiente tiempo para que la próxima cosecha, que esperamos sea mejor, nos permita entregar graciosamente a nuestros agradecidos ciudadanos su barra correspondiente>>. Murmullos en el recinto senatorial. Parece que va a haber acuerdo. Algunos de los asistentes vislumbran interesantes oportunidades en el plan del lobo. En cuanto termine la sesión van a adquirir a los comerciantes todo el trigo que puedan a medio euro, perdón, quiero decir a media moneda de oro (van a invertir en futuros) plomizo la barra, lo van a guardar hasta que el hambre desespere a la muchedumbre y luego van a soltar el pan cocido a diez euros, perdón, a diez monedas de oro plomizo la pieza. Corren ya, escaleras de acceso al sagrado recinto senatorial abajo, frotándose las manos. 

<<Nos vamos a forrar>>, se dicen unos a otros, <<Este lobo es un lince>>. Risotadas. Fin de la primera parte.


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