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GRECIA NO PAGA II
El euro. Al principio no parecía una mala idea. Algunos comenzaron a hablar de la Europa de
dos velocidades. Era cierto, una moneda común exigía seriedad y responsabilidad,
cualidades que, vamos a ser sinceros, no
adornan a los países del Sur de Europa. Pero aquí, en España, gobernaba Aznar,
un tipo echado para adelante.
Alemania, Francia, Holanda, tenían
un plan anti Aznar. A pesar de las presiones, establecieron condiciones que
según experiencia de décadas, nunca cumplirían los PIGS, entonces, ¿para qué
alarmarse?
Pero como digo, llegó al gobierno un
señor serio y con bigote. Leyó las cláusulas de entrada en el Euro y acometió el reto. Había
que recortar los gastos e incrementar los ingresos. Algo de eso hizo. Además contaba
con la escuela española de los economistas avanzados, porque aquí, seriedad y
responsabilidad, no, pero títulos universitarios y máster en economía, había
para dar y tomar. Y estos tipos, de economía productiva no querían saber nada, todavía les incomodaba el olor a
grasa del mono de trabajo de sus padres, pero de contabilidad financiera,
sabían un huevo.
Probablemente, en el interior de sus pulcros despachos con secretaría para
el teléfono y el café, sumergidos en las pantallas fosforescentes de sus hojas
de cálculo digitales, idearon algún que otro truco contable. Contabilidad creativa,
se llamaba. Con estas historias acudiría, supongo, el señor Aznar a sus
reuniones europeas. Como se había hecho amigo, o estaba en el buen camino, del
emperador USA, es posible que los dirigentes de esos países serios de los que he
hablado al comienzo, le compraran, de
mala gana, la mercancía averiada del invento contable. Y si a
éste sí, pues a los demás también. Grecia, Portugal, Italia, se incorporaron al
lote envenenado.
Y todo fue, al principio, prosperidad y felicidad. Como digo, el euro, no
es, creo yo, mala idea, pero en manos de un español, siempre me pareció un arma de destrucción masiva.
Al margen de que la crisis que padecemos tiene otros orígenes, la burbuja
inmobiliaria, primero norteamericana y luego mundial, un virus que se extendió
a través de estas modélicas instituciones que conocemos como bancos y cajas de
ahorros, el euro llevaba en sí mismo la enfermedad que siempre ha aquejado a
las economías de los mentirosos. La inflación. Y si no, piénsese. Antes del
euro, un café ochenta pesetas, luego, de inmediato, ochenta céntimos, para
disimular, es decir, ciento treinta y
tres pesetas, y eso durante un corto período de tiempo. Al poco subió a un
euro, total, ¿qué más daba?. Para un español, se trataba de una unidad
monetaria. Además era una moneda metálica, no un billete, ¿a qué se parecía el
euro?, a la moneda de cien pesetas que un poco antes, era, en las transacciones
corrientes la moneda más utilizada, un pequeño detalle, era casi igual, (estos
malditos alemanes), que la de cien, pero valía…..ciento sesenta y seis pesetas.
Y, a continuación, para rematar el síndrome, la burbuja inmobiliaria, que
si nos hubiera pillado con nuestra miserable moneda en circulación, habría sido menos dañina.
Hasta entonces, una hipoteca de
cinco millones de pesetas era bastante corriente. Una de diez millones, pasaba
a ser una carga más que respetable que sólo los muy bien situados asumían, pero
una hipoteca de cien mil…….unidades monetarias, euros, no sonaba tan mal, además
con intereses regalados, se pagaban como mucho seiscientos euros mensuales. De acuerdo,
era un buen pellizco al salario medio de mil doscientos euros, pero si en el
matrimonio trabajaban los dos, y a cambio de esa cantidad, una vez vendido el
piso hipotecado anterior, con la plusvalía correspondiente, los dos, el matrimonio, podía situarse en el adosado de
los sueños nunca cumplidos…….pues, <<es una oportunidad, Marian>>,
y Marian y él, mientras veían en televisión las andanzas de Emilio Aragón que
con su sueldo de médico de familia, vivía en el adosado, mantenía una familia
respetable, y todo eso, pues……. Y ya lanzados a por los cien mil euros de
préstamo, por un poco más, …..¿tal vez?, muebles, coche…….. al final, en el
caso de nuestro comedido matrimonio, ciento cincuenta mil, que no suena tan mal
como veinticinco millones de pesetas.
Y así estamos. El pan cuesta ahora ciento sesenta y seis pesetas. Un desayuno
corriente quinientas pesetas. Los sueldos, antes de la crisis, mil doscientos
euros, doscientas mil pesetas mensuales, ahora, después del exitoso programa de
seriedad y recortes del señor Rajoy, recortes que sólo han afectado a los
trabajadores por cuenta ajena, por cierto, uno y una, cuando dejan de estar hipnotizados
por las falsarias trifulcas televisivas que enfrentan a hombres contra mujeres
para desviar la atención de lo evidente, digo que los mil doscientos euros mensuales
anteriores, son ahora, setecientos, y eso
para los que encuentran alguna de las mierdas de contratos laborales que se
ofrecen, los demás al paro. La RGI, para los extranjeros, lo cual me parece muy
bien, pero que los de aquí no, pues, ¿qué quieren que les diga?, no me parece
tan bien.
Pero lo peor de todo, lo que me enerva, lo que me produce un estado de
nervios desatados que no me abandona durante las cuarenta y ocho horas
siguientes a estas visiones terroríficas en televisión y periódicos, es que el
señor ministro de hacienda, Montoro, se descojone, y que la señora ministra de
trabajo, señora Fátima Báñez, se parta
de risa y que Rajoy y su vicepresidenta, digan que han hecho un gran trabajo y
que la economía el año que viene, siempre es el año que viene, va a remontar, y
que……….Y que luego, esa monstruosa hipoteca de veinticinco millones de pesetas
siga como estaba, mientras los ingresos de cuatrocientas mil pesetas mensuales,
sean ahora de….. Cercanas al cero,
porque, la prestación por desempleo ya se ha acabado.
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