LLANTO POR ARGENTINA Y ESPAÑA

LLANTO POR ARGENTINA Y ESPAÑA

Las alegrías del verano se esfuman ya en busca y rápido consumo de septiembre de 2018. España se encamina hacia su particular Rubicón catalán. Argentina se enfrenta a la repetida historia de las devaluaciones y la superinflación. En Oriente Medio las trompetas bélicas del Apocalipsis afinan el concierto próximo. La Iglesia Católica se nos revela como un picadero de solemnes pederastas mayoritariamente homosexuales. El mundo parece derrumbarse ante nuestros ojos, pero volvemos repetidamente la cabeza a la dosis diaria de complaciente droga televisiva, receta a base de reallitys y mentiras diversas que nos llena la cabeza de falsas promesas de futuro.

Por hablar de algo, antes de no poder hablar de nada, dado que en este momento el diario el Confidencial reporta explosiones (se duda de si han sido causadas por la aviación israelí) en el aeropuerto militar sirio de Mezze. Lo que implica la real y no inventada pertinaz intromisión (probable también, organización de  follones primaverales a través del bulldog que saca a pasear por el vecindario cuando le conviene); (léase aquí ejército USA) israelí en las guerras de Oriente Medio y la particular inquina que le profesa al Irán de los imanes. Digo que esta posible nueva agresión de la supuestamente víctima oficial de todos los desmanes de la segunda guerra mundial (solo se recuerdan los seis millones de judíos masacrados), condición esta, la de única víctima del racismo, que le protege vía casi todos los periódicos, periodistas y creadores o mejor conductores de borreguil opinión mundial, le protege insisto de cualquier crítica, lo que me remite después de la enésima digresión a lo que finalmente quería decir. Pero antes ¿cómo puede este pueblo singular que se dice elegido por Dios y con derechos depredatorios sobre territorios árabes, también otorgados por Dios o Yavé que además es históricamente endogámico, considerarse víctima de racismo? Y sigo, es decir que en Oriente Medio se libra una guerra religiosa que es posible que acabe como las que se relatan en los textos antiguos, con ciudades arrasadas por lluvias de fuego celeste, seguramente nuclear que si las cosas van como algunos estrategas militares prevén, o los religiosos de una y otra rama del difunto Abraham pronostican, acabarán con un territorio arrasado, yermo, pero felizmente despoblado de enemigos.



Antes de que eso ocurra y se cumplan las profecías de Fátima, de Akita, de la Salette, del Escorial y de todas las apariciones de la diosa que nos advierte que el único remedio es rezar el rosario, cosa esta también extraña, pues de los evangelios no se deduce tal método de protección ante la desdicha, pero en fin, de tales profecías, incomprensibles, pero siempre interpretables, parece adivinarse un próximo período de conflictos tremendos en las que los vivos envidiarán a los muertos.

Antes de todo eso y por hablar de algo, me intriga el sorprendente, por reiterado retorno de la formidable nación argentina (a la que sin conocerla, tanto admiro) a los problemas económicos que la aquejan sin que parezca posible remedio alguno.




Siendo, como parece, una nación bendecida por recursos naturales importantes (yacimientos petrolíferos) inmensas extensiones de tierra que deberían propiciar una envidiable riqueza agrícola y ganadera, una población culta y preparada; algo endémico, algo propio de este país parece no funcionar y conducirlo una y otra vez al fracaso, tal como le ocurre a España.

Puede ser la dependencia del dólar, dicho de otro modo, la interferencia anglosajona que siempre apeteció la expansión por esas inmensas y despobladas tierras que quisieron arrebatar al imperio español y posteriormente lo intentaron en la medida que les dejaron, a los propios argentinos. Caso Uruguay y caso las Malvinas (esos montoncitos de mierda en forma de islas o peñones, cagaditas del decrépito bulldog inglés que los british van dejando por todo el mundo, mientras les dejan), caso Hong Kong que demostró la impotencia de la prepotente Thatcher ante China para retener el montoncito asiático.

Así, engañados los argentinos, ajenos a la realidad, exactamente como los españoles. Son y somos gente convencida de pertenecer a la primera división del mundo desarrollado, cuando en realidad, como madame Bovary, están, estamos en manos de nuestros acreedores que pronto, si no lo están haciendo ya, nos entregarán a perversos fondos de inversión en deuda aparentemente incobrable. De momento a España ya le reclaman Cataluña y pronto algún que otro trozo de territorio convenientemente precocinado y preparado para el desguace a través del misterioso sistema autonómico que se inventaron los anglos para mejor gestionar el desastre patrio que ya preveían y que con falsas promesas de democracia y felicidad solo ha traído décadas de incertidumbre y progresivo endeudamiento, amén del actual suicidio vía aborto y llamada de Sánchez a la rápida invasión, no sea que pierda las próximas elecciones.

Solidaridad pues, con nuestros hermanos del otro lado del Atlántico y cierta admiración. De momento y al margen de las maniobras Macri y Bergoglio, dos desgracias internas, han conseguido parar la charcutería abortiva para suministro de fábricas de las más variadas cremas y productos increíbles. A veces sueño terribles pesadillas en que a base de compuestos desconocidos algunas factorías de comida enlatada nos convierten en caníbales de nuestra propia especie. En fin, será mejor dejarlo aquí. El miedo, el terror, la depresión de los tiempos oscuros que vivimos es demasiado insoportable.

En todo caso la ciencia económica no debe ser tan difícil. Solo hay que copiar. Como hicieron los japos con los productos fabriles europeos. Solo hay que copiar lo que los japos hicieron para echar a andar un país que perdió la guerra. O lo que hizo Alemania del oeste, o Francia. Las preguntas a que debe contestar cualquier sistema económico son tres. ¿Qué se necesita, cómo conseguirlo y cómo repartirlo?. Lo peor es endeudarse.

Que te hagan creer que estás en la élite vendiéndote campos de golf al tiempo que tú inocentemente abandonas campos y tierras de cultivo y te dejas arrastrar por las falsas promesas de la izquierda o de la derecha ultraliberal. Unos te esclavizan directamente y otros te venden al mejor postor para su propio beneficio. Solo hay un camino, trabajo, humildad y disciplina, como los japos o los alemanes. No hay otro.

P.D. Me huele que la desgracia argentina puede deberse a esto:

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