Translate

lunes, 10 de diciembre de 2018

ECONOMISTAS, GLOBALIZACIÓN, POPULISMO (II)

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno













Naturalmente necesitaban colaboración. ¿Para qué? En términos sencillos, la idea era simple, se trataba de trasladar toda la capacidad productiva de occidente a países menos exigentes en lo salarial. Hacer efectivo el principio de bronce de los salarios enunciado por Ricardo.

Antes de nada hay que entender que el economista no era el propietario de la empresa, ni siquiera el emprendedor que la había creado, en realidad era un simple asalariado. Recuerden a Sherman Mccoy en la “Hoguera de las vanidades” de Tom Wolfe, un recolector de migajas que se desprendían de las grandes transacciones en las que intermediaba. Migajas sustanciales, de acuerdo, pero las ambiciones de los nuevos amos del mundo exigían mucho más.

Volviendo la vista atrás recordaron la fructífera entente entre el liberalismo norteamericano (seamos serios. La guerra mundial la ganaron la Unión Soviética y los Estados Unidos). Francia y Gran Bretaña la perdieron en cuanto la Wermacht avanzó sobre Bélgica y Francia sin resistencia alguna por parte de los reputados ejércitos aliados, sobre todo del cuerpo expedicionario británico que a instancia de Churchill dejó tirados a los franceses y salió de estampida sin apenas haber disparado un tiro. Una derrota en toda regla que solo la intervención norteamericana pudo revertir.



La entente que permitió el triunfo bélico la firmaron los aparentes enemigos irreconciliables. El liberalismo USA y el comunismo radical soviético con la asistencia como invitado de piedra del sobrevalorado bobalicón Churchill que no tenía nada que decir y muy poco que hacer.

El marxista odia al industrial occidental por principio, por fe inquebrantable en el catecismo comunista. Quería destruirlo al precio que fuera. El economista aspiraba a apropiarse del beneficio empresarial sin que le importara demasiado el sentimentalismo patronal. “Doy de comer a tres mil obreros”, solía ser la frase corriente que el orgulloso propietario de pabellones y maquinaria, utilizaba con frecuencia. Paternalismo insoportable para el sindicalista marxista. Huelgas, peticiones de aumentos de salario salvajes, presiones políticas y terroristas. El empresario resentido decidió tirar por la calle de en medio. La gestión empresarial se trasladó a los contables, hasta entonces, meros colaboradores en el marco de poder empresarial.

Primer mandamiento de los encorbatados y pulcros habitantes de las alturas: nunca bajar a los talleres grasientos, ruidosos y malolientes, mejor convocar a maitines a los sindicalistas (todos educados en el marxismo más clásico). Allí, en las alturas del poder, los supuestos representantes de los trabajadores olían mal, pero disfrutaban de la malsana atención de los jerifaltes lo que otorgaba a estos la ventaja siniestra que suponía tener a su favor a los líderes obreros. Un auténtico caballo de Troya.

Acuerdos de subidas de salarios increíbles, rebajas de horas de trabajo. La nueva política empresarial resultaba tan ventajosa para los trabajadores que no había forma de entender lo que estaba ocurriendo. Y es que los economistas trabajaban a medio y largo plazo. A medio plazo introdujeron algunas mejoras tecnológicas que de inmediato requirieron el ajuste de personal. No somos competitivos, los salarios son muy altos. La competitividad era el “mantra” mil veces repetido. Los japoneses tienen las fábricas repletas de robots. Sobra personal. Los sindicalistas, sutilmente tentados con puestos en oficinas que pronto quedarían libres puesto que el ajuste que se proponía debía ser “no traumático” accedieron a firmar por el bien de la empresa y del trabajador.

En España se llamó reconversión industrial que en términos comprensibles pasó a ser demolición industrial. Cada vez menos trabajadores en las empresas, cada vez más sometidos a horarios salvajes. Trabajo nocturno, intensivo de mañana, de tarde. Todo convenientemente ratificado y publicitado por los sindicalistas, convertidos para entonces en eficaces colaboradores de la dirección.

Luego recorte salarial. Ya estaba por aquel entonces planeando el fantasma del mundialismo, del feminismo, de la desforestación, del hambre en el mundo. Los jerarcas encorbatados convocaban a los sindicalistas y les ofrecían participar en un programa, por ejemplo, de asistencia a una tribu cualquiera de la selva amazónica. Mostraban fotos de mujeres con los pechos planos y disecados por niños con la mirada desorbitada, con disentería y adheridos a ellos con fuerza desesperada. De aumento salarial nada, por supuesto. ¿Cómo se atreven ustedes a pedir aumentos de salarios ante estas tremendas fotografías? La trampa era evidente, pero para entonces el comité de empresa era ya una aristocracia menor dentro de la organización y las políticas sindicales se estaban haciendo mundialistas. Además todo el mundo sabía que el sindicato, cada vez menos popular, vivía de la subvención pública. Se aceptaba, por supuesto.

Y por fin, la jugada maestra, el jaque mate definitivo. Todo era inútil según los jerarcas de la empresa. Ante los bajos salarios chinos, hindúes, asiáticos, no había solución posible. Había que trasladar máquinas y tecnología. ¿Y nosotros?. Bueno, es evidente que el trabajo que ahora van a hacernos en las “kimbanbas”, es un trabajo repetitivo, poco creativo, impropio de gente con cierta inteligencia y capacidad como la que ustedes demuestran (guiños cómplices a los asombrados sindicalistas). De hecho, de ahora en adelante tendrán ustedes que abandonar el buzo, la grasa y el mal olor que se incrusta hasta el interior del alma y reconvertirse en probos colaboradores de la nueva empresa con mesa y ordenador personal para dedicar sus esfuerzos a la comercialización. El trabajo repugnante que lo hagan ellos, los chinos. Sonrisas picaruelas y cómplices entre los asistentes.

¡Ejem…! Un pequeño detalle. ¿Y con el personal sobrante?

Ningún problema. El gobierno apoya esta política de reconversión sectorial. Indemnización a cargo de la empresa, desempleo a cargo de las arcas públicas, complemento salarial hasta alcanzar la primera edad de jubilación posible y todos contentos.

Bien. No parecía mala idea, solo un pequeño inconveniente. Desertización industrial. La industria manufacturera se había revelado como la gran empleadora de ingente mano de obra occidental, además de haber acabado convirtiéndose en un trabajo, si no agradable, al menos más que soportable y convenientemente pagado. En adelante, según los inteligentísimos doctorados en Harvard y similares había que apostar por la economía de servicios y financiera. Ronald Reagan preguntaba asombrado a sus asesores económicos: ¿entonces, de aquí en adelante todos nos vamos a dedicar a cortarnos el pelo unos a otros?

El capitalismo financiero iba a sustituir al desfasado capitalismo industrial. La Tahtcher, ante el desplome del modo de vida británico se inventó el concepto de capitalismo popular. Todos debían convertirse en avezados inversionistas en acciones empresariales. Ahora bien. Es aquí donde comienza de verdad el descalabro de occidente. Ya antes, a poco de comenzar la depresión económica del 29 del siglo pasado un magnate de las finanzas norteamericano, cuyo nombre no recuerdo, se sienta para que el limpiabotas haga el trabajo de costumbre. Mientras lustra los zapatos del gran hombre, el “limpia” se obstina en pronunciar una conferencia acerca de las inversiones en acciones más interesantes y los prodigiosos beneficios que pretendía obtener al cabo de muy poco tiempo. El magnate paga el servicio, dedica una sonrisa de circunstancias al hombre y sale de estampida al banco para dar la orden de venta inmediata de todas sus acciones.


Luego llega el viernes negro.

Por cierto, recientemente, la familia Rothschild parece que ha dado orden de venta de todos los “fideicomisos” que detentaban en relación con el petróleo. Supongo que los famosos “fideicomisos” serán inversiones en este mercado concreto, lo que augura, según algunos agoreros algún desastre económico en un futuro no muy lejano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

11 M: REALISMO FANTÁSTICO ó MÁGICO.

  El gobierno del PSOE ha rescatado la memoria del 11M. Con su habitual manipulación a cargo de informadores sectarios que han tapado el...