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sábado, 4 de enero de 2020

CÉSAR VIDAL: DECEPCIÓN

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal














Corrían aquellos años...o tiempos...o épocas no tan lejanas...supongo, puesto que yo las recuerdo. Tiempos en que la radio vespertina daba paso a un programa que llamaban “La linterna”. Las mañanas de la COPE amanecían llenas de voces atronadoras, adjetivos descalificativos y advertencias apocalípticas. Era el reino de Federico, el broncas, el “Mou” de las ondas. Despertares tormentosos y tertulias políticas que ponían los pelos de punta. La orquesta “heavy” de Federico ponía a los oyentes entregados en estado frenético. Terminado el programa las farmacias dispensaban ansiolíticos a mansalva para que los oyentes cautivados pudieran bajar unos grados el peligro de infarto a que la indignación provocada por la realidad nacional, según Federico y compañía, les conducía día tras día. No había competencia posible que soportara la carga de oxígeno líquido con que Federico llenaba los cohetes radiofónicos que impulsaban hasta la estratosfera de la tensión personal y política a los seguidores impenitentes del pequeño gran comunicador turolense.

Las crepusculares emisiones de “La linterna” eran, por el contrario, un relajante baño en un estanque de agua cristalina y cálida. Don César Vidal hablaba con voz profunda, casi hipnótica. Presentaba el programa con un estribillo que no por repetitivo dejaba de ser sugerente. “Corría el año...” y explicada la anécdota histórica, aplicaba la lección, la moraleja extraída desde la profundidad de los tiempos a algún suceso o hecho análogo que se hacía noticia de actualidad.

La denuncia política, la precisión de los hechos, la estructura interna misma de lo que se contaba era tan letal y desagradable para determinados políticos como la que Federico expulsaba por las mañanas, solo que contada de forma tranquila, sin excesos verbales, con exquisita corrección y elección del lenguaje, de las palabras y siempre sin que nadie pudiera, ni de lejos, sentirse insultado.

A continuación, las noticias culturales, las entrevistas a actores, actrices entrañables, muchos y muchas de ellas rescatadas desde los tiempos cavernarios del añorado Estudio 1 de TVE nos sumían a muchos de sus oyentes en un estado de tranquilidad casi sofrónico. Solo destellaban de vez en cuando los rayos y truenos de las tormentosas requisitorias de Roberto Centeno en la “Linterna de la economía”. “Sosiéguese don Roberto...”, debía intervenir de vez en cuando el bueno de don César, yo creo que alarmado, ante el aumento de tensión a que se veía sometido el tertuliano.

Por eso me sorprende el César Vidal exiliado, según dice él mismo, para huir de algún atentado e incluso el César Vidal víctima de acoso laboral a que el propio Federico y sus secuaces de Es radio sometieron. Acoso que acabó expulsando finalmente al único comunicador que podría sostener la emisora si, por cualquier circunstancia, Federico la abandonara. Según cuentan y él mismo lo certifica, en alguna reunión de accionistas estuvo a punto del colapso cardíaco, del que solo la suerte o la intervención del buen Dios en el que cree, le libró.

Me sorprende, digo, la reacción del historiador metódico y reconocido, contra el ensayo “Imperiofobia”, pero mucho más las faltas de respeto y los insultos que lanza contra su autora. Uno podrá estar o no, de acuerdo, con las tesis que “Imperiofobia” sostiene. Pero insultar de esa manera a una persona, sea esta cual sea, me parece, y tengo que decirlo con tremendo sentimiento de decepción, más propio de rastreros activistas políticos o ideológicos, que de una persona a la que siempre creí dotada de una especial sensibilidad y respeto personales, para decir la verdad, la suya al menos, sin recurrir al insulto barriobajero.

Mucho menos en el caso de tesis históricas controvertidas como la que es objeto de semejantes descalificaciones, repito, no ya científicas, sino personales.

Ejemplo...«En el caso de los judíos, contemplaban horrorizados que el panfleto tuviera el descaro desvergonzado de defender instituciones tan viles como la Inquisición mientras el integrismo más casposo le brotaba por los cuatro costados.  No puedo reproducir lo que me dijeron todos ellos – personas además muy instruidas – porque a más de uno le rebrotaría el sarampión antisemita, pero tengo que señalar que razón no les faltaba.  Por lo que respecta a los historiadores de profesión, insistían especialmente en que era bochornosa la manera en que Elvira Roca – que no es historiadora ni cosa parecida - falseaba la Historia de América y de Europa.  Varias voces me pidieron que examinara el texto y escribiera una refutación.  Lo leí y, sinceramente, me pareció un excremento envuelto en bilis e ignorancia...»

«con las mujeres pasadas de años me pasa como con los niños, que por muy brutos que sean, por educación, prefiero dejarlos a su aire.  Con todo, existe una justicia cósmica y el catedrático José Luis Villacañas ha escrito una magnífica obra – Imperiofilia y el populismo nacional-católico – en la que tritura a Elvira Roca demostrando sobradamente que no pasa de ser una panfletaria de ínfima condición.  »

«Elvira Roca no pasaría un examen de Historia salvo que lo leyera Torquemada y, en su calidad de gran inquisidor, decidiera darle al menos un cinco por colaborar. Y es que, como muy agudamente ha señalado Villacañas, a Elvira Roca la Historia real le trae sin cuidado porque realmente ni la conoce ni le importa.  De lo que se trata es de sustentar una versión falsa e interesada del devenir español situado en el yunque – o en el Yunque - e impuesto a martillazos de deplorable demagogia….»

Como ejemplo de lo que estoy denunciando, creo que es suficiente. El artículo al completo está en esta dirección:

AQUÍ

No puedo, sino lamentar que un hombre al que he admirado por muchas razones, haya escrito semejante artículo. No se trata de una refutación académica que siempre es razonable. No todo el mundo va a estar de acuerdo con lo que doña Elvira sostiene. Lo que, sinceramente, me indigna es al ataque personal, eso que  los eruditos llaman  descalificación “ad personam”.

 «Mujer pasada de años».

¿De verdad César Vidal. El César Vidal de las noches de “La linterna”, ha escrito eso?

«Panfletaria de ínfima condición...».

Increíble que para refutar una tesis histórica, (yo no estoy ni lejanamente cualificado para hacerlo en uno u otro sentido, pero más de uno y de dos reputados intelectuales y reconocidos miembros de la élite cultural española la apoyan), César Vidal tenga que recurrir al insulto tabernario propio de picapedreros, con todo el respeto para ellos, del siglo XIX.

No hay mucho más que decir. El artículo retrata a un, para mí y hasta ahora, César Vidal desconocido.


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