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viernes, 28 de junio de 2019

DERECHO DE SANGRE

Viajeros del tren nocturno
Lluvia mortal



















Las herencias han determinado la historia. Jacob con ayuda de su madre engañó al viejo Isaac y arrebató la bendición paterna que correspondía a Esaú, el legítimo heredero.El destino del el Corte Inglés se decide ahora en los tribunales. La demanda contra las herederas del difunto don Isidoro Alvárez tiene como soporte principal una extraña adopción, aparentemente legal,  de dos huérfanas que en el momento en que pasaron a ser hijas legítimas de don Isidoro tenían ya entre treinta y ocho y cuarenta años.


El sobrino descabalgado de la presidencia tiene derecho de sangre, las herederas, por el contrario solo un derecho más o menos legal y bastante comprometido a estas alturas del proceso.

Herencia. Bendición paterna. Hijos de sangre o hijos adoptados. Estos han sido los pleitos corrientes hasta este preciso momento.
Sin embargo la ciencia interfiere ya, pronto lo veremos, en el sistema de propiedad y reparto de bienes que ha regido la historia hasta el presente.

Madres de alquiler. Abuelas que gestan a sus propios nietos. Padres desconocidos de hijos concebidos en placas de laboratorio. Posibles padres de cientos de hijos que no saben que son hermanastros, incluso hermanos desconocidos de madres donantes de óvulos que darán lugar si no lo han hecho ya a matrimonios incestuosos.

La pregunta, las preguntas se amontonan inquietantes. ¿De quiénes son los hijos?, ¿de dónde proceden las nuevas generaciones?, ¿habrá laboratorios de reproducción científica masiva ante el giro femenino a la igualdad con el hombre y la renuncia al instinto maternal?

Todo esto me intrigaba ya cuando escribí Lluvia Mortal. Cada vez es más evidente que las relaciones paterno filiales o materno filiales, cómo se quiera, son totalmente distintas a las que se daban apenas hace cuarenta años.

Madre no hay más que una, era proverbio evidente. Algunas comunidades religiosas fundamentan la pertenencia a las mismas precisamente en la ascendencia materna. Eso era lo seguro, mientras que la paternidad siempre ha sido más dudosa.

Quizá Jacob, tan distinto de Esaú, era hijo de otro padre, solo ella, la madre lo sabía. La herencia, el derecho sagrado lo transmitió ella.

Pero ahora, en el siglo XXI, todo se tambalea. Madre biológica, madre gestante, óvulo donado de procedencia indeterminada. Óvulo fecundado por esperma anónimo. ¿De quiénes serán hijos, nuestros nietos? ¿Cómo determinará el futuro el derecho a la herencia?

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