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lunes, 16 de julio de 2018

PROGRESO HACIA ATRÁS

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno














— ¿Hacia dónde iba usted cuando retrocedía?
— Hacia atrás, siempre voy hacia atrás cuando retrocedo.
Sonríe cáustico “Rooster" Cogburn, alguacil interpretado por John Wayne en 1969 y plagiado, lo mismo que la película completa, por Jeff Bridges interpretando el mismo papel y los hermanos Coen que tienen bula para la copia descarada de la película original. No es, sin embargo, el motivo de este artículo analizar lo que en cine se llama “homenaje” cuando se copia una película de éxito o, como en este caso, se fotocopia descaradamente y su equivalente en literatura que recibe el descorazonador epíteto de plagio.



No obstante no llego a comprender la desmesurada y simplona propaganda que acompañó al estreno de esta segunda versión de “Valor de ley” con toda la crítica cinematográfica entregada a “la soberbia actuación de Jeff Bridges”, quizá porque en su momento y con los mismos hermanos dio vida al “nota”, singular y progresista personaje drogadicto, o a la "insuperable" interpretación de Mattie Ross a cargo de Hailee Steinfeld y por supuesto, la  "genialidad" de la película, repito, copiada descaradamente por los Coen que ni siquiera tuvieron la delicadeza de recurrir al manido término “homenaje” con el que los repetidores de éxitos anteriores intentan al menos dejar un mensaje de reconocimiento al original.

Pero ya se sabe, John Wayne era muy de derechas, Bridges es un ejemplo de progresía reconocida, Hathaway un artesano del cine, los Coen por el contrario tienen su apellido y han filmado notables películas, cosa que nadie discute, y Kim Darby magnífica intérprete de la primera Mattie Ross era quizá para la crítica actual excesivamente pelirroja y anglosajona frente a la morenaza nueva intérprete. Personalmente me quedo con la original y dejo a salvo alguna que otra escena como la poética cabalgada nocturna a la luz de las estrellas para salvar a la chica que recuerda el sonámbulo deslizamiento nocturno de la barca en “La noche del cazador” de Charles Laughton.

Pero el asunto va de progreso y retroceso. Y entonces tenemos un gobierno de avance y una ideología supuestamente progresista que entiende la ingeniería social como progreso cuando solo se trata de masonería comúnmente aceptada. Y es que la palabra masón viene del francés, constructor o albañil. Y es que la masonería especulativa actual proviene de la masonería operativa antigua cuando el concepto era equivalente a lo que hoy se conoce como corporativismo y los masones originales eran simplemente grupos de trabajo que tenían sus propias y discretas reglas para proteger su conocimiento en cuanto a construcciones medievales. De esa forma garantizaban sus privilegios y se ponían a salvo de albañiles y arquitectos advenedizos que pudieran sustraerse al poder de los gremios. Luego, en el discurrir del tiempo los masones operativos aceptaron a los especulativos (filósofos anticatólicos fundamentalmente) que así podían reunirse al amparo de los masones operativos y a salvo de la vigilancia política y religiosa.

Si los masones originales tenían como finalidad la construcción de edificios para lo cual, es evidente, necesitaban en ocasiones derribar viejas construcciones y despejar el solar de obstáculos, los especulativos hacen ahora lo mismo solo que su campo de trabajo es el conglomerado social. Por eso el llamado progresismo no va hacia delante, sino hacia atrás. “Siempre voy hacia atrás cuando progreso”, podría decir ahora, Sánchez o Iglesias o Calvo y su objeto es el derribo de las viejas estructuras sociales, entiéndase aquí la necesaria modificación de la historia para tales fines. Edificios antiguos que deben caer para dejar la nación como un solar y sobre los escombros puedan construir una nueva sociedad como los masones operativos construían nuevas catedrales.

Ese y no otro es el significado de la visita de Soros a Sánchez, su empleado de confianza en España. Ese es el significado de la arremetida de Alemania contra Grecia en su momento y contra España en el actual. Leyes de revisión histórica, de género, de relación sexual previo contrato, de transexualidad preconizada, de aborto libre y tantas otras no son, como algunos creen, leyes de progreso, sino de demolición de la sociedad actual, de la España actual.

Inmigración masiva, islamización salvaje con el aplauso de la jerarquía católica totalmente invadida por la masonería satánica, tienen por único objeto la demolición y posterior reconstrucción de la nueva sociedad cuyos ejemplos más recientes son Venezuela y Nicaragua.

Mientras tanto, el personal se entretiene con las cosas del mundial y los líos de Trump y Putin (poco fiables, tanto uno como el otro), Cristiano y el traspaso a la Juve y las cosas de Cataluña y País Vasco que contribuyen en lo que pueden a ese proceso de demolición del que hablamos aquí. Cuando alguien lo denuncia las brigadas de “trolls”, (auténtico terrorismo de baja intensidad, pero tremendamente efectivo), contratadas por los Soros de las logias masónicas comienzan el bien pagado ataque a quienes ven lo que está ocurriendo y se esfuerzan en alertar a los que, narcotizados por la televisión y la prensa, amén de la fiesta salvaje sanferminera y el verano de chiringuitos, cerveza y tapas, se obstinan en continuar la juerga, mirar para otro lado y cerrar los ojos a un futuro terrible y cercano.





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