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ELSA, LA LEONA QUE CAMBIÓ EL MUNDO
Se trata de un documental
emitido recientemente por la segunda cadena de TVE. Sobre los años sesenta se
estrenó una película tuvo un gran éxito de taquilla. "Nacida libre".
Un matrimonio, él guarda
de una reserva natural y su mujer, se empeñan en devolver la libertad a una
leona criada en cautividad. Un canto a la naturaleza, una lucha difícil que al
final se ve coronada por el éxito. En la escena final Elsa que ha conseguido integrarse
en una manada de leones salvajes aparece junto a un poderoso macho y sus
cachorros. Suena la pegadiza banda sonora, "The End", emoción a
raudales en la sala, algunas lloran a moco tendido y algunos se contienen, eran
los años sesenta.
El documental de la BBC,
sin embargo, cuenta otra cosa, aunque lo hace con el tradicional tacto británico.
El cine, es sabido, es en
sí mismo un arte, una técnica, una industria engañosa. El documental, un género
dentro de la cinematografía, pretende, no siempre lo consigue, ser veraz. Del viejo,
viejísimo recuerdo de la película, del estudio de alguna documentación y de los
no muy claros testimonios y afirmaciones (Nacida libre era un cuento de hadas) que como por descuido se deslizan a lo largo del documental, puede, creo yo,
componerse una historia al menos tan creíble como el "cuento de la leona que recobra la libertad".
Y la historia debe
comenzar con Clark Gable en "Mogambo", es decir, con el gran cazador
anglosajón blanco que depredó durante largos años en las inmensas sabanas y
selvas africanas. (De vez en cuando se acoplaba y se acopla a esta actividad
algún que otro conocido y destacado español, harto de la caza del jabalí y del rececho al rebeco).
Hablamos del cazador
profesional. Durante las primeras décadas del siglo XX estos temibles “sniper” acumularon
en su haber cifras escalofriantes de leones abatidos. Los más destacados
superaban con facilidad los trescientos ejemplares cobrados como trofeo de
caza, aunque justificaban sus cacerías
argumentando el perjuicio que causaban en la ganadería y en las demandas de la
población autóctona para eliminar el peligro que suponía la cercanía a los poblados de aquellos
animales.
George Adamson el guarda
que recoge a Elsa después de haber matado a su madre, había sido cazador para
reconvertirse luego en guarda a cargo de una reserva natural, historia compartida
con otros grandes cazadores que a mediados de siglo comenzaron a comprobar con
alarma que cada vez había menos leones.
Estos personajes pudieron
haber llegado a una lógica conclusión, la masacre indiscriminada había terminado
por mermar la no mucho antes, enorme población de leones. Como conocedores de
la vida animal africana, debieron comprender que el león, por ser el gran
superpredador africano y habitar espacios abiertos no tiene costumbre de
esconderse, lo que le convertía en un animal muy fácil de cazar. En segundo
lugar, es, por su propia singularidad y a pesar de su apariencia poderosa, un animal
frágil.
Curiosamente es un gran gato
que tiene costumbres de cánido, es decir, vive y caza en grupo. El éxito de la
especie se ha debido precisamente a su complicado y poco felino comportamiento,
lo que ha requerido además un curioso dimorfismo sexual, único entre los
grandes félidos y la especialización de funciones. El macho, más tosco y menos ágil
que las hembras, es, sin embargo, garantía de éxito de las manadas. Dos leones
de espesa melena mantienen a raya a otros leones y sobre todo al gran enemigo
de la especie, la hiena.
La cabeza disecada para
adorno de las estancias africanas de “Bwana Gable” no sólo disminuía en un
ejemplar la población de felinos, sino que además desquiciaba manadas enteras
que podían quedar expuestas al ataque de las hienas.
Sin embargo los cazadores
a punto de transmutarse en celosos guardianes de vida animal y hacerse cargo de las
reservas de caza, luego reconvertidas en parques nacionales, llegaron a otra conclusión
acerca de las causas de la alarmante disminución de las antes abundantes piezas
de caza.
Podemos imaginar una
apacible reunión crepuscular de rubicundos anglos, pantalón corto, sombrero
encintado con motivos africanos colgado de algún perchero, camisa caqui con
algún bolsillo recosido formando pliegues
tubulares en los que guardar balas de
calibre bestial, nunca mejor dicho.
Alguna dama matadora
también, parecida a la Ava Gardner de "Mogambo". Unos sentados en el porche alrededor de una
sólida mesa construida con madera de acacia, otros de pie admirando la
imponente puesta de sol africana. El dueño de la casa reclama en un impecable “suajili”
la presencia del sirviente negro que escancia generosas dosis de “whisky” escocés.
Ya de noche, el “whisky”, circula “fifty fifty”, con la hemoglobina globular por
el entramado cerebral de nuestros amigos.
Los ojos purpúreos, turbios, medio
cerrados, la nariz roja, brillante sobre la piel lechosa, como un faro en la
oscura noche de la sabana. Nuestros flemáticos anglos, toda la tarde perdida en
educadísimas ceremonias de conversaciones ocurrentes, frases lapidarias teñidas
de la inteligentísima ironía inglesa, acaban por recordar el motivo de su
reunión.
<<George>>
<<Dime Adam>>
<<Martin>>
<<Dime Adam>>
<<Anthony>>
<<Dime Adam>>
<<Winston>>
<<Dime Adam>>
<<Scarlett
O´hara>>
<<Dime Adam>>
Adam suspira. El vaso que
contiene una generosa ración de líquido ambarino inicia un titubeante viaje
desde la mesa. Adam, enfoca a duras penas, entre siniestros gruñidos de leones,
carcajadas de hienas, mugidos de búfalos y zumbidos de insectos gigantes a la
luz de la farola que ilumina la reunión. Consigue por fin orientarse y sorbe la
generosa ración que desciende como una catarata de fuego sobre el estómago ya
muy castigado. Eructo monumental. Los demás entretenidos en sus propios
problemas estomacales ni se dan cuenta.
Adam, recobra el hilo
perdido.
<< Os dais cuenta,
mis amigos, cada vez hay menos leones>>.
Asentimiento general.
<<Y más
negros>>. Sentencia Winston, al tiempo que lanza una mirada turbia al
sirviente <<massai>> que empieza a percibir un cambio preocupante
en la actitud de aquellos tipos que no mucho antes parecían tan simpáticos.
A Scarlett O´hara se le
traba la lengua más de lo debido, pero consigue hacerse entender.
<<Tenemog que salvag
a los pobgges leonesgs, como ggea>>
Todos están de acuerdo.
Se amodorran primero, se duermen después, roncan a continuación. Los leones
lejanos, asustados dejan de rugir. El sirviente “massai”, recoge con gesto
preocupado los restos de la borrachera.
Intuye que se avecinan
tiempos de cambio.
Continuará.
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