FIN
DE LAS PENSIONES.
Estos tipos que nos gobiernan, éstos que nos
han arruinado, los que han vendido la industria nacional a precio de saldo, los
que nos han vendido a nosotros, siguen, insisten, no dudan, lo quieren todo,
todo, a costa de lo que sea, para ellos.
LEER AQUÍ
No son los gobiernos, marionetas bien pagadas eso sí, no son los sistemas, liberal, ultraliberal, comunista, socialista. Son las personas. Tienen nombre y apellidos. Algunos se han forrado, otros esperan hacerlo pronto, muchos, simplemente son sermoneadores a sueldo, no demasiado tal vez, pero, después de todo, viven bien. No se manchan las manos, conducen vehículos decentes, tienen algún piso modesto a su nombre, o en alquiler. Algunos, son felices padres de familia, todos con su ego inflado, su autoestima por las nubes, vuelven una y otra vez a la carga.
Ahora dicen que las pensiones son
insostenibles. El recorte se acerca, es inevitable. No dan ninguna noticia,
advierten al gobierno acerca de lo que tiene que hacer. No son tipos racionales que lo saben todo, como nos quieren hacer creer. Son sacerdotes del nuevo culto al beneficio sin
límite. La nueva religión tiene su propia jerarquía. Cardenales, obispos,
frailes predicadores y seminaristas estudiando en las escuelas de negocios.
Hay que recortar las pensiones. Son
insostenibles. Es su nuevo objetivo. Lo conseguirán. Dentro de muy poco.
Obsérvese que estos panegiristas del
ultraliberalismo no dicen nada del hipertrofiado Estado Autonómico, ni del
insensato número de funcionarios cada vez más numerosos. ¿Por qué? Eso les podría acarrear problemas. Los políticos, los
sindicatos, las asociaciones de funcionarios independientes, en cuanto se alude
al innecesario gasto que los sostiene, arremeten con furia contra cualquiera
que tenga semejante atrevimiento. Entonces sólo les quedan los vejetes. Viejos, viudas, pensionistas diversos, todos muertos
de miedo ante las amenazas cada vez más fuertes, cada vez más agresivas.
Recorte, eutanasia. Débiles por la enfermedad incurable de los muchos años de
vida, no pueden, ni encuentran quién les defienda.
Presa fácil para los depredadores, los amos
del mundo.
Estos economistas periodistas, transmisores obedientes de las órdenes, de los deseos, de la más leve sugerencia de los genios a los que admiran y a los que se someten, léase por ejemplo, Warren Buffet, son los que se derriten de gusto en cuanto huelen la cercanía física de
nuestros prohombres al frente de fondos de inversión, a quienes consideran los auténticos campeones del nuevo orden mundial.
Campeones que manejan la economía
contable, la de las velitas y los diagramas. Son jugadores de casino, lo dice
Gordon Gekko en Wall Street, «nosotros no queremos hacernos ricos. Queremos
ganar a quién se nos enfrenta». Es un juego de ventajistas, de trileros.
Los que piden el recorte de las pensiones ahora, son sus monaguillos, sus
panegiristas. Miserables mercenarios al servicio de la mentira, la
especulación, el robo, la destrucción asegurada de vidas y haciendas. No tienen
conciencia, ni límite, son lobos con piel de cordero, muchos no llegan ni a
eso, hienas carroñeras al servicio de tigres y leones con las fauces rebosantes
de sangre.
Ahora, resulta que las pensiones no son sostenibles, ahora, han descubierto que el sistema es de reparto, ahora, lo que les interesa es acabar con los viejos. Antes,
cuando los cotizantes eran muchísimos más que los pensionistas, el sistema no
era de reparto, si lo hubiera sido, los jubilados de aquel entonces se habrían
forrado. Entonces el sistema no era insostenible, simplemente los excedentes de
la Seguridad Social se utilizaban en los presupuestos del Estado para lo que
hiciera falta.
Para qué seguir. Están ahí, sabemos quiénes
son y al servicio de quién trabajan. Los periodistas a las órdenes del
ultraliberalismo están bien pagados. Una vez que han vendido toda la industria
nacional, una vez que nos han convertido en camareros del mundo, una vez que se
han inventado la marca España, marca de risa, les queda un último servicio que prestar. Para ello, se ciscan en el sistema legal tanto como haga falta.
Porque según estos paladines de la nueva economía, un país serio es aquél que respeta los contratos firmados, «siempre que no se refieran a contratos de trabajo y compromisos por pensiones debidas, por supuesto». Un país serio, simplemente pasa de estas minucias.
Ya sólo les queda acabar con los
viejos y los pocos derechos que han generado después de una vida de trabajo.
En ello están.
No hay comentarios:
Publicar un comentario