Escándalo sexual en Haití. Ya pasó
antes con una ONG que respondía al nombre de ANESVAD. Vivía todavía la dulce y
bellísima princesa Diana que ante el
abandono del extraño príncipe azul enamorado de la malvada madrastra entretenía
el tiempo en ayudas a los desfavorecidos de un extremo al otro del mundo. Aparecía
en noticiarios televisivos, periódicos, revistas rodeada de niños africanos, o
en aldeas perdidas abrazando y siendo abrazada por gentes agradecidas. Quizá no
fuera efectivo, pero era bonito.
A alguien aquello le indignaba y
puso en marcha una campaña de anuncios televisivos en la que enfermos, niños
sobre todo, afectados por la úlcera de Buruli, una variante de la lepra nos
miraban desde algún lugar remoto con rostros demudados por el hambre, por la
enfermedad, por el sufrimiento, por el abandono, todo muy emotivo, muy
impactante. Una vez terminado el repaso a los terribles efectos de la úlcera un
señor malencarado, agresivo, con algo parecido a una ira
apenas contenida ocupaba toda la pantalla y espetaba lo siguiente: «te lo tiene que pedir la princesa
Diana para que hagas algo».
Anuncio desagradable, pero
gravemente acusador. Nunca se me ocurrió dar ni un céntimo a semejante ONG,
pero no dejaba de sentir esa sensación de culpabilidad que tan corriente se ha
hecho en los países que más o menos satisfacen con holgura las necesidades de
sus ciudadanos.
Obsérvese el resultado obtenido:
No crean que ANESVAD desapareció.
Sigue funcionando con mayores controles internos, lo que evita el desvío de
fondos a cuentas privadas. Al menos ya no pone en marcha campañas de
sensibilización tan desagradables como aquellas que nos llevaban a cambiar de
canal.
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