CUARTA GUERRA MUNDIAL I
El atentado islamista en Barcelona nos enfrenta
de nuevo a una amarga y a la vez rechazada realidad. Estamos en guerra y es una
guerra larga de fundamento religioso con vocación de conquista y dominio.
Guerra que es casi seguro ya hemos perdido.
¿Cuándo comenzó todo? Es difícil
poner fecha concreta. Después de la segunda conflagración mundial cayó en desuso
el protocolo diplomático que daba lugar al inicio de hostilidades entre países.
Los conflictos posteriores, sin declaración de guerra previa, se dejaron a
cargo de los ejércitos profesionales de los países más poderosos. Aún
moviéndonos en la nebulosa de los motivos últimos que provocaron las guerras de
Corea y de Vietnam, si parece claro que a la segunda guerra le siguió una nueva,
sería la tercera guerra mundial entre las grandes potencias vencedoras de la
segunda, Estados Unidos y la Unión Soviética. Lo más novedoso del conflicto es
que ambos países combatieron sin enfrentarse directamente evitando así la
utilización del armamento nuclear que garantizaba lo que llamaron el MAD,
destrucción mutua asegurada y generando la falsa sensación de que en occidente
por fin se había alcanzado una paz duradera.
Una de las tácticas más desestabilizadoras que
utilizaron fueron los grupos terroristas
que ensangrentaron las calles en las naciones europeas durante muchos años.
Italia tuvo sus Brigadas Rojas, España ETA, GRAPO, FRAP, triple A, Alemania la Bader Meinhoff,
el Reino Unido el problema del IRA, etc. Como era difícil dar una respuesta
militar a estos desafíos, después de todo se suponía que estábamos en paz,
siempre se trató a los grupos terroristas como delincuentes comunes
aplicándoseles la ley general lo que dificultaba extraordinariamente la lucha
contra ellos.
Por lo que respecta al terrorismo
islámico, primero fue el relacionado con el conflicto árabe israelí y el que
ahora padecemos es probable que tenga muy poco que ver con las acciones, la
estrategia y el significado de los primeros ataques terroristas a cargo de las
organizaciones palestinas.
Orientarse en el farragoso mundo
de los pueblos de religión islámica es tan complicado para un occidental como
probablemente lo sea para un afgano comprender las diferencias entre un alemán
y un español o entre el cristianismo protestante, el católico y el ortodoxo.
Pero al menos debemos intentarlo y a este respecto y por lo que se refiere al
terrorismo islámico actual, su génesis y su expansión, me viene a la mente una
y otra vez una novela de ficción que Larry Collins escribió en el año 1988,
“Laberinto”.
Así, de entrada, no parece muy
apropiado elegir como guía para la explicación de acontecimientos recientes una
novela, novela de ficción además que se escribió a finales del siglo pasado.
Ahora bien, esta narración se encuadra dentro de lo que entonces se conocía
como tecnonovela. Novela de estilo periodístico que tuvo ventas masivas por lo
que tenía de entretenimiento y veladas sugerencias acerca de la realidad que se
vivía, amén de que los autores parecían
tener conocimientos sobre la alta política y eran capaces de acceder y manejar cantidades
extraordinarias de documentación. Entre los grandes novelistas de este género que
podemos llamar de realismo ficcionado, estaban, entre otros Frederic Forsayth
(del que recientemente hemos sabido que colaboraba, o directamente estaba en
nómina de los servicios secretos ingleses) y este Larry Collins autor de “¿Arde París?”, “O llevarás luto por mí” y
otras obras al alimón con Dominique Lapierre.
Quizá Laberinto que escribió en
solitario no sea de las más conocidas, pero desde que la leí siempre me ha
impresionado por los dos asuntos clave que trata la narración. Primero la aproximación que realiza a los avances
científicos en la investigación del cerebro que parecen capaces de influir en
las emociones más primarias del ser humano y modificar, como consecuencia, el
comportamiento. Segundo, y este aspecto
se ha puesto de manifiesto con el paso de los años, cuando cayeron las torres
gemelas y los Estados Unidos se lanzaron a la guerra total en Afganistán e
Irak, por la curiosa capacidad de
anticipación que relataba la novela en cuestión.
Hay pues, por lo que respecta a
los acontecimientos recientes, y creo que ambos temas están relacionados, que
hablar de modificación del comportamiento humano a través de procedimientos
psicológicos (asociaciones “pavlovianas”) y de influencias en las emociones
primarias del ser humano a distancia con tecnología avanzada. Como demostró
posible el profesor José Rodríguez Delgado en los años setenta a través de
experimentos con animales (estimulación eléctrica del cerebro).
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