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miércoles, 29 de noviembre de 2017

CUARTA GUERRA MUNDIAL VII

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno


Lluvia Mortal estará en descarga gratuita para lector kindle entre los días 6 y 10 de diciembre.










CUARTA GUERRA MUNDIAL VII


La cuestión que se nos presenta después de haber analizado la novela de los años ochenta (Laberinto) es si algo de lo que en ella se cuenta ha ocurrido en realidad. Por un lado hemos observado cómo los EE UU han acabado interviniendo militarmente en países como Afganistán, (antes teórico aliado), en Irak (en el momento de la invasión totalmente sometido militarmente a la coalición internacional) y con la absoluta seguridad de que ni en un caso ni en el otro había relación alguna con los atentados del 11 de septiembre. Ahora sabemos que las organizaciones terroristas que lo llevaron a cabo tenían mucha más relación con Arabia Saudita que con los países antes citados.

¿Es posible que la única superpotencia en aquel momento fuera engañada de manera tan burda? ¿Fue el presidente norteamericano inducido por algún siniestro mecanismo psicológico a tomar la decisión equivocada? ¿En base a qué pruebas atribuyeron la autoría del atentado a los dos países finalmente invadidos?


Todo esto es controvertido en la actualidad y sin embargo la opinión pública hábilmente manipulada por los medios de comunicación parece haber asimilado la necesidad de una guerra interminable cuyos sacrificios en vidas humanas y económicos son incalculables. No debemos olvidar que los Estados Unidos sufrieron una dolorosísima derrota en Vietnam, derrota provocada más bien por la reacción interior ante los costes del conflicto que por  el desarrollo del mismo en el terreno estrictamente militar. El ejército USA nunca tuvo el menor riesgo de perder la guerra en el país asiático, fue más bien el conglomerado de información y la oposición ciudadana, hábilmente dirigida y progresivamente contraria a la intervención los que decidieron la retirada norteamericana.

Seguramente si en este momento preguntáramos a muchos jóvenes cuál de los dos partidos USA, republicano o demócrata, fue el que decidió la intervención en Vietnam nos dirían sin dudarlo un momento que fue el partido conservador el que apostó por la solución militar. Curiosamente la escalada de guerra comenzó durante la administración Kennedy, el mítico presidente demócrata católico y se incrementó hasta la guerra total con el sucesor el también demócrata Lyndon B. Jonson, para ser concluida por obra y gracia del tan criticado presidente republicano Richard Nixon al que los diarios progresistas neoyorkinos obligaron a dimitir.

Desde la finalización de la guerra vietnamita, la política militar USA había sido extremadamente cautelosa, sabedores los dirigentes más belicosos que el país no volvería a tolerar las imágenes de los noticiarios mostrando el goteo diario de cientos de ataúdes de jóvenes norteamericanos envueltos en la bandera de las barras y las estrellas.

El 11 S acabó con cualquier cautela. El ejército más poderoso desde la segunda guerra mundial acabó haciendo acto de presencia en el torturado escenario de oriente medio. Después de más de dieciséis años la situación ha empeorado notablemente. ¿A quién o quiénes interesaba el ataque militar? Hoy por hoy es todo un misterio, si bien comienza a abrirse camino la hipótesis saudita. Era la monarquía de Arabia la más interesada en acabar con países y regímenes contrarios a sus intereses, singularmente la amenaza iraquí. 

¿Manipularon los servicios secretos saudíes al grupo terrorista que atacó Estados Unidos en 2001? ¿Lo hicieron los servicios secretos de algún otro país? ¿Fueron los propios servicios secretos estadounidenses los que dirigieron el ataque para que los ciudadanos del país acabaran consintiendo en la intervención? ¿Respondía el despliegue militar a intereses estadounidenses?

Sea por la razón que fuere los Estados Unidos acabaron enredados y enredando a otros países (España) en el caos de oriente medio elevando el riesgo de un conflicto atómico hasta límites nunca antes vistos. Y es que actualmente el escenario se nos aparece dantesco. Israel es el único país que sepamos, que tiene un más que respetable arsenal nuclear al que recurrirá en el momento en que el ejército regular se vea incapaz de frenar a los ejércitos convencionales vecinos. Por otro lado Irán debe estar, si no lo ha conseguido ya, a punto de obtener la tan ansiada «bomba». Otros países de la zona poseen también ejércitos poderosísimos, Turquía, Egipto, Siria. Además combaten en diversos frentes grupos extraños de guerrilleros musulmanes cuyas tácticas de guerra santa y estrategias de publicidad parecen sacadas del más extremo género «gore».

En última instancia y cuando el régimen sirio parecía a punto de colapso se produjo la intervención rusa que dio un vuelco a la situación, de forma que ahora el régimen de El Assad parece haberse asentado. El triunfo de Trump en EE UU, al margen de los exabruptos del presidente, en general ha significado una notable disminución de la presencia del ejército norteamericano (repliegue que ya empezó con Obama) y, sobre todo ha supuesto la reducción de la ayuda USA a los grupos guerrilleros que están perdiendo la guerra en Siria.

Pero no debemos obviar los efectos colaterales del conflicto y la curiosa reacción de algunos dirigentes europeos. La invasión musulmana de Europa es un hecho. La vieja y antes cristiana Europa está inerme ante el alud de inmigración que se ve favorecido no solo por organizaciones aparentemente humanitarias, sino por los propios líderes europeos. No deja de causar sorpresa la actitud de la premier alemana Angela Merkel tan dura con los pobres y endeudados griegos y tan extrañamente condescendiente con la invasión musulmana. También aparece como incomprensible la política del gobierno francés o la del español que subrepticiamente están inundando de población foránea las respectivas naciones. Mucho más curiosa es la salida del Reino Unido de la UE cuyo fundamento más populista es el rechazo racista a trabajadores de otras naciones europeas, españoles, griegos, polacos al tiempo que eligen un alcalde musulmán para Londres y en el momento en que gran parte de su población está compuesta por gentes de las antiguas colonias. Hindúes, paquistaníes, árabes, etc. muchos de ellos de observancia religiosa estrictamente islámica,  con lo que cabría preguntarse si no ha sido precisamente el peso en el voto popular de estas etnias contrarias al incremento de población occidental el que ha acabado decantando la salida de la Gran Bretaña.

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