Ha bastado un día para que una vez confirmado que Trump, como todos los presidentes de Estados Unidos, está efectiva y sumisamente a las órdenes de Israel, Netanyahu con gran alegría haya lanzado un ataque sobre Siria para destruir objetivos iraníes que, según él, habían previamente hecho estallar 21 misiles en los altos del Golán.
Próxima estación Irán. Reducidos a escombros los países que en su momento creyeron poder enfrentarse a Israel, véase Irak, Libia, Siria, además de un alevoso intento felizmente fallido de desestabilizar también a Egipto, el aparentemente pequeño estado judío se apresta a hacerse con el territorio que antes perteneció al imperio otomano. El gran Israel necesita espacio vital, lebensraum, necesita quitar de en medio a ese molesto imperio persa, parto, Irán como quiera que se llame y a por eso va.
Algunos creyeron, creímos que por fin en Estados Unidos un presidente iba a poner en primer lugar a su propio país por encima de los intereses de la gran alianza judía internacional. ¡Hagamos grande a América de nuevo!, fue el lema que le llevó a la Casa Blanca. Pero no. Ya dio un primer aviso cuando trasladó la embajada a Jerusalén reconociendo de facto las pretensiones de Netanyahu y compañía. Trump también está en manos de los amos sempiternos del país más masónico del mundo. El lema ha cambiado: ¡Hagamos lo que a Israel se le antoja; de nuevo!
Por estos pagos la brigada informadora,
Aquí información amablemente proporcionada por la inteligencia israelí con ubicación de bases secretas iraníes. Todo según ellos, por supuesto.
(manipuladora) de los medios al servicio de la causa israelí generosamente sufragada por Soros ya ha transmitido fielmente la consigna oficial enunciada en las diversas planchas de las cabañas mundiales. Irán es un país terrorista. Además quiere tener armas nucleares y probablemente (según Netanyahu y su último power point) las tiene. ¡Qué desfachatez! Cuando todo el mundo sabe que las armas nucleares solo pueden tenerlas países serios dispuestos a no hacer uso de ellas. En la mente de todos está USA, Hirosima y Nagasaki. También puede y debe tenerlas Israel. ¿Para cuándo el power point con las pertenencias nucleares del país de las víctimas y sus posibles objetivos hacia los que están dirigidos los misiles del fin del mundo? Es posible que nos quedáramos asombrados si pudiéramos conocer tales extremos. Algunos incautos creen que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Israel no tiene amigos, solo intereses y viejas cuentas que saldar.
La guerra pues, está cada vez más cerca. Israel y su criatura norteamericana se disponen al enfrentamiento con el país iraní. Entre sus aliados, curiosamente, Arabia Saudita cuya familia real necesita apoyos para que su ineficiente ejército no sea barrido por cualquier grupo medianamente armado. La aportación saudita consiste en la financiación de ejércitos mercenarios radicales, ISIS, que atacan a todo el mundo que no sea Israel.
ISIS, por cierto, tiene connotaciones masónicas también. Los misterios de Isis probablemente solo están al alcance de algunos iniciados en esta o aquella obediencia. La propaganda masónica, o sea los medios de comunicación occidentales (todos) se ocupan de no informar demasiado acerca de lo que se nos viene encima. Lo importante sigue siendo la independencia catalana, la manada, el asalto feminista a las instituciones patrias, la necesidad de acoger a todos los refugiados expulsados de sus países por esos ejércitos mercenarios al servicio de la islamización de Europa y al mismo tiempo correr un tupido velo sobre las alegres ocupaciones del ejército israelí que se ha cargado un centenar de palestinos en las últimas algaradas. Mucho más grave lo de Cataluña, ¡qué duda cabe!, tantos muertos y heridos como han provocado las fuerzas de ocupación españolas, ¡qué horror!
En fin. La cuarta guerra mundial ya está en marcha. A ver cómo acaba todo esto.
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