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ACERCA DE SEPTIEMBRE 2015
En internet abundan páginas
apocalípticas. En general responden a teorías conspiranoicas de la más variada orientación. Hablan de
curiosas conjunciones astrales, descifran escritos antiquísimos provenientes de
Sumeria, interpretan calendarios mayas, jeroglíficos misteriosos e incluso dan
cuenta de sueños premonitorios que asaltan a personas con fama anterior de
espiritualidad desarrollada o capacidad contrastada de comunicación con razas
alienígenas.
Dejando de lado estas
advertencias de imposible confirmación, en España nos enfrentamos el 27 S a las
elecciones catalanas que probablemente confirmarán una aplastante mayoría
partidaria de la independencia.
Es bastante evidente que
nuestro actual gobierno con mayoría absoluta y en los últimos compases de la
legislatura no va a hacer nada ante la avalancha que se avecina. Rajoy se ha
apresurado, como tiene por costumbre, a trasladar cualquier responsabilidad al
TC que quedará, si la ley sale adelante, encargado de enviar la policía a
detener a Mas.
También el presidente de
gobierno ha iniciado una gira por los países europeos más importantes para que
adviertan a Cataluña y a los catalanes que una vez separados de España tendrán
que aguardar cola para ingresar en la UE.
A cambio de unas palabrejas de
apoyo sin efectividad ninguna, Merkel le ha endiñado un número indeterminado de
refugiados que atestan las fronteras europeas con un destino preferido,
Alemania. Estas mismas afirmaciones de los dirigentes europeos, incluyendo al
propio Rajoy, implican el reconocimiento tácito de que la independencia de
Cataluña es muy posible.
Piensa pues, el gobierno, que
ante un problema que es fundamentalmente emocional, sustentado en instintos
primarios de superioridad racial, cultural, lingüística, que suponen la
existencia de profundos odios tribales
contra España y lo español, algunos avisos de racionalidad política y económica
podrán reconducir el contencioso por los caminos del diálogo.
Detener a Mas, es, será, una
estupidez a estas alturas de la partida que se está jugando. Mas cabalga sobre
un tigre que nadie le ha obligado a
montar, pero el hecho es que ahora es imposible bajarse de él. Si lo hace, la
bestia a la que él mismo ha desatado de sus cadenas, le destrozará. Mas,
después de haber liquidado su propio partido sólo tiene una opción, liderar y
proclamar la independencia catalana.
Curiosamente, el noventa por
ciento del espectro político español, excepto el PP, es, también partidario de
que el proceso continúe hasta sus últimas consecuencias. Véase la postura de
los partidos de izquierdas nacionales. Ello unido a la impotencia manifiesta
del partido del gobierno nos lleva a un escenario futuro de gravísimos efectos
para todos los habitantes de esta nación.
Es curiosa la reacción de
Felipe González que primero interviene como un estadista responsable y luego es
obligado a rectificar su posición. ¿Qué extrañas fuerzas nos gobiernan?, ¿ante quién
responde el expresidente y cómo ha sido
obligado a rectificar?
En resumen, la fecha clave para
el futuro de España y tal vez, (no olvidemos que la segunda guerra mundial tuvo
un ensayo previo en España), de todo el mundo occidental está señalada en el
calendario sin necesidad de augures, contactados ni investigadores de lo
misterioso que nos señalen oscuras señales en el firmamento.
Y mucho cuidado. Bajo la
apariencia de democracia, derecho a decidir, hechos diferenciales que deben ser
respetados, historia que debe ser reinterpretada subyacen oscuras fuerzas de
odio y revancha. La histeria incontrolable de las masas desbocadas puede
desatarse sin que nos demos cuenta.
Cómo dijo un intelectual
español muy comprensivo con el problema catalán. «Si la independencia de Cataluña se puede
conseguir sin perjuicio para nadie, entonces, yo soy partidario de la
independencia». Lo cual, obviamente, es una estupidez, intelectual, pero
estupidez.
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