LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
ES RELIGIOSA: SEGÚN ETTORE GOTTI TEDESCHI
Todos tenemos nuestras filias y
nuestras fobias. Nuestro particular modo de entender el mundo y los
acontecimientos que vivimos. Lo que para unos es una anécdota si importancia
para otros es fundamental.
En estos momentos de crisis
profunda, el mundo occidental se encuentra ante una encrucijada, ante uno de
esos momentos críticos de la historia en los que ésta puede continuar en uno u
otro sentido.
Los conflictos en Oriente Medio nos vienen persiguiendo desde el
final de la Segunda Guerra Mundial, no poco que ver tiene el surgimiento de un
nuevo Estado en el epicentro de todos los conflictos político religiosos que
han tenido lugar entre occidente y el medio oriente musulmán desde la caída del
imperio romano.
Surge Israel, argumentando en su favor el derecho religioso. (Esta es la tierra prometida. La que Yaveh prometió a nuestros padres y en ese nombre la tomamos y conquistamos). Sea por el Holocausto o por cualquier otra causa, la ocupación de Israel se fundamenta únicamente en el derecho de religión, de fe en el Yaveh bíblico. Israel es pues, un Estado religioso y no puede ser otra cosa.
Al cabo de unos años el nuevo Estado fija su capital política,
precisamente en Jerusalén, sede del segundo Templo, más significación religiosa imposible. A partir del reconocimiento de Israel todo el mundo musulmán convulsiona de una u otra forma hasta acabar en el
absolutamente incomprensible caos actual.
Dejando de lado las interpretaciones
políticas y estratégicas, caída de la Unión Soviética y un intento posterior de
sustitución de la antigua potencia de referencia por otra en países como Irak, Siria,
Libia, Egipto, lo curioso es que lo que en última instancia está
proporcionando esa fuerza aterradora a los combatientes musulmanes no es el
apoyo, parece, de las diferentes potencias occidentales y otras emergentes, sino el
profundo sentido religioso que impregna a los nuevos combatientes musulmanes.
Por el otro lado, el nuestro,
sin embargo, es precisamente la antirreligiosidad lo que nos caracteriza, somos
profundamente creyentes en no creer en nada religioso.
Alguien, alguna misteriosa
instancia, algún extraño poder, en algún lugar del mundo está empeñado en hacer
de occidente un lugar sin otra religión que… el Islam. Al ritmo que van los
acontecimientos, bastarán dos generaciones para que todos los habitantes de
Europa acaben inclinándose en dirección a la Meca. ¿Es pues esa misteriosa
organización que nos dirige de orientación musulmana? Es casi seguro que no, no
lo parece al menos. Pero sí que es, y a estas alturas nadie debe engañarse,
profundamente anticristiana. Lo que quiere, pues, no es el triunfo del Islam,
sino la destrucción del cristianismo aunque para conseguirlo tenga que destruir
toda Europa y acabar sometiendo el mundo al Islam.
Eso es lo que parece, eso es lo
que creo y eso es lo que advierte Ettore Gothi Tedeschi, que desde que fue
despedido del IOR, ha decidido contarnos algo de lo que sabe. Y lo que parece
deducirse de lo que dice es que Benedicto XVI fue víctima de una conspiración y
que los que ahora gobiernan la Iglesia, ésta es una opinión personal, no creen
en Dios. Al menos no en el Dios cristiano, el Dios hecho hombre y resucitado de
entre los muertos.
Lean lo que dice Ettore a continuación. Este artículo apareció en La Gaceta de Intereconomía.
Ettore Gotti Tedeschi advierte contra la
degradación de la moral
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El ex presidente del Banco Vaticano: «La 3ª Guerra Mundial ya ha
estallado, y es contra la Iglesia»
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Ettore Gotti Tedeschi fue presidente del IOR entre 2009 y 2012.
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Ettore Gotti Tedeschi, economista y banquero italiano de 70 años, presidió el Instituto para las Obras de
Religión, conocido
coloquialmente como Banco Vaticano, entre 2009 y 2012, en los años más duros
de Vatileaks y de las complejas polémicas internas en la Curia vaticana y la
Secretaría de Estado. En 2014 fue
exonerado por los tribunales de
cualquier responsabilidad en los hechos que motivaron su destitución. El
artículo que reproducimos a continuación, ajeno a esas polémicas, examina de
cerca el acoso desatado hoy a nivel mundial contra la Iglesia.
La Tercera Guerra Mundial ya ha estallado: contra
la Iglesia
En estos últimos tiempos, todos, incluido el mundo católico, parecen
preocupados porevitar una supuestamente previsible tercera guerra mundial causada
por los fundamentalismos religiosos, los nacionalismos, los racismos, las
distintas discriminaciones, que se han acentuado dramáticamente a causa de la
globalización acelerada, al terrorismo internacional, etc.
Para evitarla, en lugar de definir estrategias para contrarrestar y resolver
estos hechos, parece que se haya acordado que la primera
"causa" de este riesgo es lo que la gnosis quiere destruir desde
siempre: la fe cristiana.
Respecto al catolicismo, la acción se ha centrado inicialmente en dos
temas: la relativización de la dignidad del hombre y de los dogmas
religiosos. Sucesivamente se ha intentado promover un adecuado ecumenismo
para un mundo que ya es multicultural y multirreligioso, impulsando la idea
de que la Verdad nace del diálogo. Después ha surgido la tentación de
convencer a la Iglesia para que garantice la infalibilidad de la conciencia individual
reformulando la de la autoridad moral.
También parece que se haya tomado la decisión de hacer creer que los
problemas de miseria moral son consecuencia de los de miseria económica,
por lo que se empuja a la Iglesia a privarse de riquezas y a distribuirlas,
interrumpiendo el proceso de evangelización. Todo esto se explica de una
manera racional: evangelizar es contrario a la realidad histórica
multirreligiosa y multicultural, priva de libertad al prójimo y ofende
peligrosamente las culturas de otros pueblos.
Parece que se ha tomado la decisión de dejar acelerar el proceso de
inmigración y declararlo necesario, oportuno y debido (para
compensar la brecha poblacional, para multiculturizar aún más, etc.). El
proceso de imposición de leyes "civiles" iguales en todo el mundo
"civil" con el fin de uniformar la visión y el
comportamiento moral (origen de los conflictos) es ya imparable. Se
anima a la Iglesia (a veces parece que se autoanime) a que se ocupe de
consolar y no de educar. Pero lo que es más grave es que todo el mundo
debe acoger el programa "ambientalista" como
religión universal que unirá a todos los pueblos de la tierra.
Perdonen, pero ¿se teme que estalle una tercera guerra mundial o ya
ha estallado y ya ha sido vencida por la gnosis del siglo XXI, que ha
arrollado la cristiandad? De hecho, se diría que ha sido la gnosis la que ha
ganado el proceso de evangelización. En este punto deberíamos hacer una
reflexión.
Nosotros, los católicos, siempre hemos pensado que Dios escribía la historia
y que esta historia era la del conflicto eterno entre gnosis y
Revelación. Siempre hemos pensado que era la conciencia formada la que
establecía lo que está bien y lo que está mal, la que determinaba el sentido
de nuestra vida y de nuestras acciones; de hecho, así es como el cristianismo
ha influido en la historia, aunque con la oposición de la gnosis, que siempre
ha intentado borrar este "sentido".
Pero me gustaría seguir pidiendo al lector que reflexionara sobre esto: que
en la historia de los últimos dos mil años, conseguir universalizar una fe
como la nuestra, tan "absurda" en su demostración (pensemos:
¡fundada en la Encarnación de Dios por concepción del Espíritu Santo, fundada
sobre la Resurrección!), en la que no se podía usar la lógica, ni la razón (sic
et simpliciter), ni la mentira, ni la mera esperanza, ni la
conquista-imposición… pues bien, ¿cómo se puede no creer que la historia
la ha hecho Dios directamente con la Gracia? ¿Y ahora ya no creemos? Pero
vayamos más allá. Quien abraza el cristianismo no lo hace buscando el poder
(quienes lo han intentado han perdido), el placer, el éxito, etc. Quien ha
abrazado el cristianismo sabía que tenía que distanciarse del mundo según su
estado, sabía que tenía que renunciar, que tenía que soportar la cruz.
¿Cómo se puede pensar que el cristianismo solo, sin Dios, puede haber
sobrevivido y haya hecho la historia con estos presupuestos? Pero entonces,
¿por qué tememos hoy estos tiempos, estos desafíos, estas nuevas
persecuciones y peligros?
La historia ha sido realizada gracias al esfuerzo por dar a conocer la
Verdad, pero este esfuerzo ha tenido éxito si lo que es "temporal ha
sido sometido a lo espiritual". Para afrontar hoy los temas mencionados
antes, consecuencia de la globalización (por simplificar), es necesario más
que nunca afirmar una verdad para crear una verdadera sociedad global fundada
sobre los verdaderos derechos del hombre, no sólo un conjunto insostenible de
culturas sin nada que las una realmente. Por eso la gnosis, para unir, nos
propone a todos una forma de ambientalismo “pseudo religioso” y
malthusiano. ¿Estamos dispuestos a permitirlo? Ahora bien, hay que
entender la historia de la humanidad intentado entender el papel de la
Iglesia, porque sólo la Iglesia puede expresar el sentido y el orden de la
creación y restablecerlo.
Si esto no sucediera, nuestra época histórica sería estéril y nociva para
nuestros hijos y descendientes y les dejaría en herencia algo más que un
ambiente degradado… Mucho peor, les dejaría una moral degradada, una civilización
degradada. ¿Entendemos esto? Si la Iglesia no hace magisterio, el
pecado original estalla en el pensamiento y en la acción del hombre. Si
la Iglesia deja libre la conciencia del hombre haciendo que se contagie con
las razones de las supuestas culturas y modas dominantes, el hombre se
pierde. Si la Iglesia no evangeliza, priva a las personas del derecho de
conocer a Cristo.
El desorden gnostico y nihilista no puede hacer la historia; no nos
podemos limitar a observar y a dar opiniones que gusten a la cultura
dominante; no nos podemos ocupar de consolar y no de educar, de hacer
rezar, de volver a afirmar e impartir los Sacramentos. Está escrito también
en la encíclica Lumen Fidei. Es así como se retoman las riendas
de la historia. Y sobre todo no debemos de tener miedo. Lo que va bien para
los lobos no puede ir bien para los corderos…
Artículo publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.
Traducción de Helena Faccia Serrano.
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