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miércoles, 27 de junio de 2018

GUILLERMO TOLEDO SE ENFADA CON FERRERAS

Lluvia mortal
Viajeros del tren nocturno











UN VERSO SUELTO

Vivimos en telecracia, o telemediocracia. Un sistema político que se organiza en torno a los medios de comunicación. Fundamental es la televisión. El poder de la imagen constreñida a los límites de la pantalla acompañada de rostros, ensayadas expresiones corporales, y envuelta en sonidos ensordecedores de los que forman parte la música, las voces airadas, los gritos, insultos, amenazas. El poder de todo el estudiado conjunto es abrumador.
Los actuales medios de comunicación sustituyen a los púlpitos eclesiales desde los que a mediados del siglo pasado sermoneadores reputados amenazaban con penas del infierno a los asustados feligreses del piso de abajo.

Ahora el púlpito está en cada uno de los hogares. Al otro lado de la pantalla los modernos predicadores utilizan toda la panoplia tecnológica disponible para llevar el agua a su molino. Para encaminar las ovejas al redil. Para dirigir el rebaño de búfalos por los caminos del interés. Interés de la emisora, interés del propietario de la emisora, interés del gobierno de turno que quiere influir en la emisora bajo la amenaza de eliminación de la licencia otorgada.
La moderna iglesia política no construye catedrales, otorga licencias. A veces el sermón descarrila, el mensaje se hace confuso. ¿En qué estamos? En la Sexta, a la que algunos denominan la secta. Y tenemos a Ferreras construyendo como todos los días un programa incendiario que por eso mismo se llama “Al rojo vivo”. Por lo de las llamas y por el rojo comunista subyacente debidamente difuminado en las modernas “deconstrucciones” ideológicas al estilo de las culinarias. En estas últimas un comensal despistado puede acabar comiéndose la servilleta ante la mirada horrorizada del “chef”. Tres o cuatro estrellas michelín, trescientos o cuatrocientos euros el plato.


Ferreras es uno de los modernos “chef” de la cosa política “¡Qué emoción, hoy he conocido a mi primer pantera negra!”, narraba Tom Wolfe uno de los pioneros del nuevo periodismo invitado por la emocionada dama de la alta sociedad norteamericana izquierdista y defensora de los derechos civiles de los negros. Al mismo tiempo y para que los “panteras negras” no pensaran ni por un momento que en aquella mansión se discriminaba, el servicio estaba exclusivamente compuesto por hispanos.
¡Qué “ilu”; hoy desembarca mi primera patera negra!; exclama la progresía nacional convenientemente pastoreada por la manada de sacerdotes televisivos contratados por el NOM.
Pero a veces se produce un error en la “matrix”. Guillermo Toledo que, a saber por qué, se hace llamar Willy cuando lo lógico dada su condición de férreo comunista sería que se llamara Fidel, Fidel Toledo, o Nikita Toledo, algo que sonara más revolucionario. El tal Willy le monta un escándalo a Ferreras por una de esas contradicciones que se dan en todos los sistemas políticos. Le acusa de explotar a sus trabajadores, de que la cadena para la que trabaja está contratando becarios en condiciones precarias. Follón tremendo, “item más”, acusa a Nativel Preciado de haber escrito para un diario franquista. El escándalo se hace viral.

A Guillermo le van a juzgar por atacar a los sentimientos religiosos. En un reputado diario digital se le adjetiva como “enloquecido”.
Y entonces surge otra de las contradicciones, de los fallos que afectan a la “matrix”. ¿No habíamos quedado en que el comunismo había sido vencido desde la caída del muro? ¿Por qué a Iglesias, también comunista, le financia la residencia o casoplón una entidad catalana? ¿Por qué estos comunistas de diseño no se comportan como Willy?
Ese sí. Guillermo Toledo es un comunista auténtico, visceral, un creyente. El comunismo es una religión y por eso sus seguidores abominan de la otra, del otro, del que en su momento tomaron la idea fundamental: “todos somos hijos de Dios y por tanto iguales en dignidad” que los comunistas transformaron en: “todos somos iguales, aunque Dios no existe y el cielo prometido en la otra vida debe construirse en esta. En eso creemos y para eso luchamos”. En la mentalidad comunista el fracaso no existe, los anteriores fiascos soviéticos, vietnamitas, camboyanos. Los millones de muertos causados para reeducar generaciones venideras, solo han sido errores de aplicación, fallos en la "matrix". El leninismo fue un error de inteligencia y de praxis marxista, lo mismo el stalinismo, el maoísmo, etc. pero ahora sí que sí. El advenimiento comunista definitivo está próximo, así lo proclaman sus modernos profetas televisivos a los que de momento se les permite vivir como burgueses bien situados. Ya pueden andar con cuidado estos sofisticados representantes de la izquierda progresista. En la praxis comunista a cualquiera que destaca se le recortan las vanidades hasta el nivel medio de estatura, de inteligencia, de lo que haga falta con tal de que nadie se salga de la formación.


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