REUNIÓN DE PASTORES.
La verdad es eterna,
sólida, inmutable, perenne, insobornable, desagradable, dolorosa hasta la
destrucción física.
La mentira es sinuosa,
agradable, acariciante, cambiante, adaptable, satisfactoria, seductora.
Reunión de obispos.
Personas importantes, eminentes, pulcros en su aspecto, de edad provecta, bien
conservados, un tanto rollizos. ¿Qué hacemos con los homosexuales?; ¿con los divorciados vueltos a casar?
Y está también el
edificio temporal, es decir, mundano. La Iglesia Católica es una formidable
multinacional. Trabajar para la Iglesia ofrece recompensa. Sus miembros tienen
consideración social, no deben mancharse las manos para subsistir. A pesar del
desastre de un mundo sin fe, todavía muchas personas asisten a los servicios
religiosos, buscan el consejo de sacerdotes y religiosos, el cargo es para toda
la vida. Hay reuniones, conferencias, viajes pagados, asistentes, servidores y
servidoras, habitaciones lujosas, comidas de trabajo en buenos restaurantes, y
la sensación de poder, de dominio que se desprende de la autoridad eclesial,
que el eclesiástico envuelto en el impresionante hábito negro y escarlata,
emana, expele, disemina.
Y también está el patrimonio. El inmobiliario, el financiero y además el poder, la capacidad de influir sobre las mentes de las personas, que todavía es notable. La supervivencia de semejante empresa de duración milenaria, suscita preocupaciones.
Y también está el patrimonio. El inmobiliario, el financiero y además el poder, la capacidad de influir sobre las mentes de las personas, que todavía es notable. La supervivencia de semejante empresa de duración milenaria, suscita preocupaciones.
Los sacerdotes son
viejos, las órdenes religiosas se desintegran por falta de nuevas vocaciones.
Las monjas abandonan los conventos, participan en concursos televisivos, se
comprometen con partidos y movimientos políticos, se rebelan contra la
autoridad. El rebaño obispal, reunido por el gran pastor, lo sabe. Los
problemas son cada vez mayores, más acuciantes.
El celibato, qué duda
cabe, desanima. Es un formidable inconveniente para la necesaria renovación de
cuadros directivos. ¿Si se abriera el canon, si los sacerdotes pudieran
casarse, si las mujeres pudieran consagrar, ser sacerdotisas? La Iglesia podría recomponer sus maltrechas
divisiones de choque. Piensan algunos. Y luego también está la ideología
política que se ha apoderado del mundo. Los obispos y sacerdotes son
perseguidos y asaltados por grupos feministas, proabortistas, defensores de los
derechos de homosexuales y lesbianas. Pronto la persecución se hará general. Será
cada vez más desagradable, más peligroso. Entonces. ¿Por qué no transaccionar?. ¿Aceptar que todos los
caminos son buenos, que todas las ideas son
respetables?
Hay sitio en la Iglesia para todo y para todos. Seamos abiertos y tolerantes.
Hay sitio en la Iglesia para todo y para todos. Seamos abiertos y tolerantes.
Parece que estas cosas
y otras parecidas, planean sobre el sínodo. Según la definición simple que
utilizan los modernos embaucadores televisivos, la lucha es entre progresistas
y conservadores. Se equivocan la lucha
es entre la verdad y la mentira.
A ver qué resulta de
tan tremendo combate.
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