Mindhunter: En la mente de los
asesinos en serie.
El más famoso fue Jack el
destripador. Habrá habido bastantes más, pero la figura del asesino en serie
comienza a despertar siniestro interés a partir de la segunda mitad del siglo
XX.
Hay un antes y un después de la
novela de Truman Capote “A sangre fría”.
Truman acude a un lejano y perdido pueblo de Kansas con el propósito de
realizar un reportaje periodístico que acaba dando lugar a lo que se conoce
como “nuevo periodismo”, (un relato literario basado en la realidad de los
sucesos contados).
Una familia (los Cutller) ha sido asesinada al completo en una noche de terror
y locura. Esas cosas no ocurrían en Kansas por aquel entonces. Truman es un
escritor, guionista, periodista genial. Alguien dotado de un intelecto superior
y también de una enorme capacidad de seducción. Hay una película magnífica que
parece bastante verosímil en cuanto a la personalidad y comportamiento de
Capote “Historia de un crimen” con Tobey Jones; en su momento se estrenó casi al mismo tiempo
que “Capote” protagonizada por Philip Seymour Hoffman,
también extraordinaria, pero puestos a elegir me quedo sin dudarlo con la
primera.
La novela de Capote es adictiva. Uno
conoce la historia, ha visto la película “A sangre fría”, cuyo guionista fue el
propio Capote y que sigue el estilo adusto, escueto, cortante de la novela y supone que leer el libro será tedioso
por tratarse de un relato del que se conocen todos los detalles y por supuesto
el final. No hay intriga ni misterio por descubrir a pesar de lo cual te
engancha desde el principio y es imposible dejar de leerla.
Capote traspasa un umbral hasta
entonces absolutamente sagrado. Los autores de un crimen semejante eran
animales de los que solo interesaba conocer los posibles motivos últimos y las
pruebas legales que podrían llevarles cuanto antes a la horca. Móvil, medios y
oportunidad, la santa trilogía de la investigación criminal era todo lo que
importaba.
Truman que se presenta como
periodista consigue que le muestren la escena del crimen. De inmediato hay un
detalle que llama su atención. El hijo adolescente de la familia asesinada ha
aparecido acostado sobre un sofá y con la cabeza apoyada en una almohada. Uno de
los asesinos, después de matarlo, ha tenido un extrañísimo gesto de delicadeza.
Con la detención de los
criminales empieza la historia que Truman se propone contar. El tono de la
novela, el estilo, es el de un observador aparentemente imparcial. Capote se
sitúa por encima del bien y del mal. No hay piedad para los muertos ni para los
vivos. Sin embargo necesita algo, sobre todo de Perry Edward Smith en el que adivina de
inmediato un profundo y oscuro fondo de compleja psicología.
Perry es hijo mestizo de un
matrimonio desgraciado. Pobreza y exclusión social, además de una relación salvaje
y violenta con el padre componen los cimientos sobre los que se construye la
personalidad del asesino. Este ha colocado la almohada bajo la cabeza de uno de
los hijos de los Clutter (la familia asesinada) porque se identifica con él. Para
el padre no ha habido compasión. Y esta es la clave del asesino, el motivo último
que es el que busca y encuentra Capote. Mata a los Clutter, pero en realidad
está matando a sus propios padres, desplazamiento psicológico del objeto de
odio, de furia, de venganza. Y Capote encuentra el filón que estaba buscando. Hay
un motivo detrás del crimen. Una familia y por extensión una sociedad injusta
son las que impulsan al delito.
Comienza a cambiar el enfoque
sobre el crimen y el criminal. Las prisiones ya no serán simples instituciones
de castigo, sino también de rehabilitación. La culpa del criminal debe ser
analizada en función de las circunstancias personales. Las víctimas, las
familias terminarán por ser desagradables daños colaterales de los que la
sociedad en general (que en adelante comenzará a entender la mente del criminal),
tendrá que olvidarse para poder reeducar al criminal que lo será en adelante,
por circunstancias ajenas a él mismo.
Truman entabla amistad con Perry.
Interesada, pero al mismo tiempo que puede escribir la gran novela que le sitúa
entre los más importantes autores del siglo XX, queda atrapado en la telaraña
de atracción repulsión que Perry extiende a su alrededor. A partir de “A sangre
fría” ya no volverá a escribir nada interesante. Capote paga el precio
establecido por descorrer el velo del mal hasta entonces oculto.
Una derivación del nuevo interés
en entender los motivos profundos de la conducta criminal es el estudio de los
llamados asesinos en serie. Queda por saber si el interés es meramente
funcional o hay algo más morboso que impulsa a los investigadores.
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