Parece que Rajoy conseguirá aprobar los presupuestos lo que presupone que seguirán, él y sus compañeros y compañeras, al frente del gobierno hasta el año 2020.
En este sentido hay que entender las manifestaciones de Montoro acerca de que no se malversó dinero público para organizar el 1 O. Se trata probablemente de satisfacer al PNV que ha puesto condiciones (que no conocemos) a su apoyo al gobierno.
El PNV tiene por costumbre pasar la factura por sus puntuales servicios a la gobernabilidad. En este caso se pueden anticipar una ristra de transferencias pendientes; ya no pueden quedar muchas. Entre ellas es posible que pronto veamos alguna especie de ejército vasco con expulsión más o menos discreta de los restos de guardia civil y policía nacional que todavía quedan en el País Vasco y en el intervalo, la incorporación efectiva de Navarra a la nueva nación que está emergiendo en silencio y bajo el manto del escándalo catalán.
De hecho el País Vasco es ya un estado independiente dentro de España con las ventajas de la pertenencia formal y ninguna de las desventajas de una independencia total.
Lo que se impone en el PP de Rajoy es continuar en el gobierno al precio que sea. Saben que unas elecciones anticipadas les dejarían en clara minoría con una impresionante pérdida de votos. Rajoy tendría que dimitir y el PP acabaría desapareciendo del mapa político español, exactamente como le ocurrió a la UCD de Suárez en su momento.
El porqué de esta insistencia suicida en continuar gobernando en las actuales circunstancias es un misterio. Puede ser que Rajoy tema un futuro de imputaciones judiciales como las que están acosando a miembros de su propio partido a los que no ha sabido o querido proteger.
Por otro lado la respuesta al ¿por qué? en las convenciones o congresos del partido se siguen aplaudiendo, con tremendo esfuerzo, eso sí, los discursos inanes del presidente debe estar en el orden a ocupar. El PP se ha reconvertido en un partido de trepas, de jóvenes insuficientemente preparados y angustiosamente ambiciosos que cubren todo el espectro políticamente correcto que sea necesario. Homosexuales declarados, feministas entusiastas, proabortistas, anticlericales (la propia iglesia católica es ya anticlerical) que en su momento vieron imposible colarse en las repletas listas del PSOE o de Podemos y que ante el abandono de militantes del PP en clara huida ante la arremetida final de ETA y el cambio idelogógico de Rajoy vieron y aprovecharon la oportunidad. En definitiva lo mismo podrían haber militado en el PSOE, en Podemos o en C`s con la diferencia respecto a este último partido de que también, con más o menos entusiasmo, apoyan y se entregan lánguidamente a las pretensiones del independentismo catalán y vasco
En esas circunstancias y para las próximas elecciones que, si no son absolutamente tontos, saben que van a perder, lo único que interesa a las hordas peperas es ocupar un puesto destacado en la lista electoral que garantice otros cuatro años de bicoca parlamentaria. Por eso apoyan a un líder acabado, sin programa, sin ideas, sin otra capacidad que la que se le supone a un opositor a notarías o registradurías diversas, cabezonería pura y simple.
Quedan pues dos años más de ir tirando con un gobierno entregado a los partidos nacionalistas en la aritmética parlamentaria y a los izquierdistas en lo ideológico. La única posibilidad es que el ínclito presidente acabe por aburrir a todo el mundo y los problemas de la nación acaben disolviéndose en el sopor generalizado que emana de la alta institución estatal que llamamos gobierno español.
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